• 18/10/2015 02:01

La ciudad prohibida

El palacio imperial chino, entre la dinastía Ming hasta la Qiang, se encuentra localizado en el centro de la ciudad de Beijing en China. 

El palacio imperial chino, entre la dinastía Ming hasta la Qiang, se encuentra localizado en el centro de la ciudad de Beijing en China. Este palacio fue el hogar, por casi 500 años, de los emperadores de China. Esta ciudad amurallada era el espacio para la Corte Imperial era el centro ceremonial y político de la China. Es decir, la Ciudad Prohibida de Pekín, centro político y ceremonial estaba destinada a las elites imperiales y no precisamente para la mayoría de las gentes. Esta entrega no será de China y la Ciudad Prohibida, será de Panamá y de las gentes de la 24 de Diciembre, de las de Arraiján y La Chorrera. Se trata de los habitantes o ‘viajeros metropolitanos ' de la ciudad prohibida de Panamá, que gastan horas del día e invierten importantes recursos del presupuesto familiar en transporte público y peajes de los corredores para ir a trabajar al centro de la ciudad.

Del Informe de investigación No. 1, Foro y Observatorio Urbano de Panamá, titulado ‘Los asentamientos informales en el Área Metropolitana de Panamá: Cuantificación e implicaciones para la política de vivienda y urbanismo ' (Espino y Cordón, 2015), se determinó que una persona trabajando en el centro de la ciudad y utilizando el transporte público, invierte o gasta B/ 1.70 al día. Este monto representa un total de B/ 44.20 del presupuesto familiar, si esto lo multiplicas por dos, tenemos que se invierten B/ 88.40 del presupuesto familiar en transporte. Esa cifra casi puede representar un cuarto del presupuesto de un ingreso o salario mínimo en la región metropolitana en Panamá. Las familias de un ingreso básico o mínimo en Panamá gastan un cuarto del presupuesto familiar en transporte. Este número no refleja el gasto familiar en corredores Norte o Sur, cuyo acceso gratuito en el ramal nuevo está en discusión.

Cuando vemos la dinámica de poblamiento de las ciudades metropolitanas de Panamá y Colón, observamos cómo las políticas de vivienda bien producen acentuar la exclusión de la mayoría de los habitantes urbanos de estas ciudades en vez de generar inclusión. Vemos que los corregimientos centrales de las principales ciudades acumulan las mejores condiciones de infraestructura y servicios y que los proyectos de vivienda social o simplemente proyectos de vivienda expulsan —por precio y localización— a las gentes a la periferia urbana.

Por ejemplo, el proyecto de renovación de Colón propone construir soluciones de vivienda fuera de la isla Manzanillo y llevar a 5000 familias al sector de Los Lagos y así excluirlos de los beneficios urbanos. Los nuevos colonenses en Los Lagos tendrán que pagar el costo de transporte para entrar a la nueva Colón. El costo para acceder a la ciudad de Colón será transferido a los nuevos habitantes de Los Lagos en forma de transporte.

Aquellos colonenses que han construido su cultura urbana en los parques y avenidas de la ciudad de Colón —condición inusual entre todas las ciudades del país— se encontrarán desarticulados social, económica y culturalmente del espacio urbano que posibilitó justamente crear la cultura local.

No sé si en Los Lagos habrá ‘rapeo ', reggae, congo, ‘plantain tag ' y pastelitos de carne, como otras expresiones culturales de Colón y si tendrá también Los Lagos los parques, avenidas y la vista al mar que les serán arrebatados. Lo cierto es que los que saldrán expulsados de Colón no volverán a ver de manera gratuita el mar y la isla que les imprimió su carácter cultural. Acá la trampa de la demagogia gubernamental. Pregunten colonenses para quiénes son los beneficios reales de la inversión en Colón. Acá el principal desatino de la política de vivienda gubernamental: la expulsión de los habitantes y la exclusión de éstos de los beneficios urbanos.

El reclamo de la condición gratuita de la porción del corredor Norte por la mayoría de las gentes del sector este de la región metropolitana del Pacífico es real con relación al costo de movilizarse a los corregimientos centrales donde están las fuentes de trabajo formal e informal. Los habitantes del sector este de la región metropolitana deberán esperar la Línea dos del Metro para aliviar no el costo del transporte, pero sí el tiempo de traslado.

De manera parecida a Colón, el corregimiento central de Calidonia se encuentra vacío y oferente de la mejor infraestructura vial, de transporte y movilidad urbana sin comparación en toda la ciudad. Tres estaciones de Metro, hospitales, escuelas, parques, cintas costeras... oferta comercial y cultural... pero Calidonia está vacía sin oferta de habitaciones para alquiler y los espacios vacíos listos para ser usurpados por el sector inmobiliario que lucrará con las bondades urbanas, generando con los precios de la oferta otra estructura social que gozará de los beneficios urbanos.

Mientras la mayoría de las personas del sector oeste gastará peajes y tiempo en corredores y tranques eternos en los puentes de las Américas y Centenario.

Sí señores habitantes de Panamá y gobernantes de éstos, la ciudad prohibida no está en Pekín, está acá en Panamá, condición que será acentuada en ausencia de una política de vivienda y movilidad coherente. El tema de la política de vivienda y movilidad de los asentamientos urbanos metropolitanos debe ser pensada y regulada.

INGENIERO

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