• 17/12/2016 01:00

Con La Estrella y el PRD

Habíamos reposado nuestra pluma. En los últimos años, algo más de dos décadas, hemos estado opinando en los más diversos temas del quehacer nacional.

Habíamos reposado nuestra pluma. En los últimos años, algo más de dos décadas, hemos estado opinando en los más diversos temas del quehacer nacional.

Entre los espacios de comunicación que hemos tenido está La Estrella de Panamá, la misma sobre la que pesa el peligro de ‘desaparición' por un caso injusto y hasta deshonesto en quienes imponen sanciones. Es una situación que todos los panameños debemos rechazar.

Ahora, con el temor que provoca lo que podría ocurrir a este diario de la expresión ciudadana y de la libertad, nos sentimos obligado, o más bien nos motiva, a retomar el camino, que siempre nos los ha brindado este diario, para platear algunas de las ideas que nos parece necesarias en el actual contexto político del país.

Me refiero al debate, sino preocupación, sobre el status del Partido Revolucionario Democrático. Es o no un colectivo de oposición? Y si lo es, ¿por qué late la percepción en el común la gente de que el PRD es más cercano al oficialismo que una alternativa opositora?

Desde luego que las relaciones construidas desde la Asamblea de Diputados respecto al 'pacto legislativo' tiene algo que ver en ello, aún cuando es verdad que dicho pacto no necesariamente comprometía la visión del partido. Pero así lo entienden muchos.

También está el activismo de Cambio Democrático, que por los casos de corrupción y actuación de la justicia, y las defensas públicas de los implicados, coloca a este colectivo como si son la ‘verdadera oposición'.

En medio de estas dos situaciones está, abría que aceptarlo, una apagada actuación (no ajena a las muy frecuentes diferencias internas) de las dirigencias y sectores de poder del PRD frente al escenario nacional que es lo, según queda claro, ha de redefinir como nuevo rumbo el Comité Ejecutivo Nacional recién electo.

Es un rumbo más que urgente si consideramos que el país está en la encrucijada entre la ineficiencia gubernamental, que ya el pueblo rechaza, y un pasado reciente que lastimó la democracia y la transparencia.

Otras expresiones partidistas, por lo general colocadas en los espacios de la negociación y las alianzas con otros colectivos con más presencia, tienen poco que ofrecer.

Entonces, resulta cierto la necesaria revisión no solo de las actuaciones que desde luego pueda mejorar la percepción del pueblo y así acariciar las posibilidades de triunfo, sino también la visión y misión ante un contexto que se vive en la política y que exige nuevos moldes de la participación ciudadana en los partidos políticos.

Ahora bien, la percepción a la que nos hemos referido es una variable dependiente. Esto significa que depende de las actuaciones futuras y, principalmente, de la persona que abandere el proyecto político de renovación.

En efecto, el candidato que se ofrezca a la ciudadanía para hacerse cargo del poder del Estado, desde la silla presidencial, tendrá un valor sustancial en la lectura que haga la población para expresarse con su voto. A partir de ahí, quedará atrás toque hicieron o no los diputados, las dirigencias, en fin.

Por ello, superada la primera etapa con la escogencia de las autoridades del PRD, ahora como igual urgencia habría que poner en marcha la definición de esa nueva visión y misión y, sobre todo, de abrir las puertas, de manera muy amplia, para que se expresen los liderazgos y así demostrar a la población que en efecto el PRD es un partido opositor no solo al actual gobierno, sino también algo muy diferente a la triste historia del quinquenio anterior.

DOCENTE UNIVERSITARIO

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