• 14/06/2017 02:00

Crónica de una traición diplomática

Este es al nuevo aliado que hemos escogido, un régimen represor de su propia gente, la cual vive subyugada a las ortodoxas ideas maoístas.

En el acto de bajeza más grande que puede representar la historia de la diplomacia panameña, acabamos de romper relaciones con nuestros hermanos de la República de China (Taiwán), tirando así a la basura casi un siglo de relaciones armónicas y amistosas de plena cooperación entre ambos países.

El Gobierno en un acto caracterizado por el secretismo y oscurantismo, comunica de manera sorpresiva que se formalizan relaciones diplomáticas con Pekín, fundando esto en el supuesto auge económico de dicho país, dejándose llevar por los cantos de sirena de bonanzas que no se ven reflejadas en Panamá al día de hoy y que, cual espejismo, hemos seguido hipnotizados.

Echamos de lado a un país democrático para aliarnos con un país que nunca ha respetado los derechos fundamentales de sus conciudadanos, al punto de reprimir la más mínima protesta u oposición al statu quo del único partido existente en dicha nación, donde se censura la prensa y no hay libre acceso a la información, donde se es capaz de silenciar a plomo y bayoneta las voces disidentes. Este es al nuevo aliado que hemos escogido, un régimen represor de su propia gente, la cual vive subyugada a las ortodoxas ideas maoístas.

Si está tan buena la bonanza económica china, punto en que ha fundado el Gobierno su decisión para vincularnos con ellos, ¿por qué miles y miles de ciudadanos chinos emigran de su país, sin importar los riesgos que tomen, huyendo a la represión y limitaciones económicas en las que viven?; la respuesta a esta pregunta no se compadece de los argumentos justificativos hechos por la Cancillería panameña para consumar su inicuo acto.

El argumento de que China Continental es uno de los principales usuarios del Canal no tiene justificación, cuando la principal empresa de trasporte logístico de Taiwán igualmente ocupa uno de los puestos altos como usuarios de la vía acuática. Por otro lado, tenemos que empresas de Pekín están aupando la construcción de la competencia de nuestro canal por Nicaragua, ¿Será que nuestra canciller y presidente no vieron esto? Con nuestra decisión estamos dando un espaldarazo a quien quiere afectar a nuestro principal patrimonio: el Canal de Panamá.

El mal manejo de la culminación de estas relaciones centenarias fue hecho de la peor forma posible, sin tacto diplomático alguno, dándole una gaznatada a aquellos que incondicionalmente siempre nos prestaron su apoyo, incluso en los momentos más complicados de nuestra historia nacional; y es que las relaciones Panamá-Taiwán se forjaron sobre la base de los mismos principios democráticos que hoy hemos desconocido al aliarnos con una potencia que es mirada con recelo por distintos países, incluso por los norteamericanos que hoy propugnan por la defensa de sus intereses nacionales frente a los chinos.

Pekín no viene a entablar relaciones de cooperación, viene a colonizar y controlar la economía panameña y nuestro canal. Llegará el momento en que nos encontremos con que las principales actividades financieras del país están supervisadas por la potencia asiática, y en ese momento nos despertaremos dándonos cuenta del error histórico que cometió este Gobierno, el cual será sometido al áudito de la historia con resultados en números rojos.

ABOGADO

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