• 26/07/2018 02:00

A cuidarse de los independientes

 Y es que la idea no es elevar a los altares a los candidatos independientes y candidatos jóvenes, sino mirar más allá

Los recientes escándalos de la Asamblea Nacional, han provocado en la Sociedad Panameña, no solo un sentimiento de rechazo generalizado, sino una necesidad clara de cambio de los actores políticos, con el fin de elevar el debate político y erradicar los actos de corrupción que han empañado la imagen del país en estos últimos años.

Ante esta coyuntura, han surgido los llamados ‘candidatos independientes' y ‘candidatos jóvenes', como la panacea o fórmula mágica para brindarle al país, opciones diferentes en lo relativo a la gobernanza política. La idea no es del todo descabellada, es importante y necesario para el país, la incursión de nuevas figuras y nuevos liderazgos que hagan aportes novedosos y sobre todo progresistas ante la desprestigiada partidocracia panameña. Sin embargo, se ha generalizado y sobre todo en redes sociales, una corriente casi ‘mesiánica' con respecto a estos nuevos actores que ponen en evidencia otro de los grandes problemas de nuestra sociedad: el pasionismo electorero. Y es que la idea no es elevar a los altares a los candidatos independientes y candidatos jóvenes, sino mirar más allá.

Recientemente, dos excandidatos a la Presidencia de la República por la libre postulación, declinaron sus aspiraciones, alegando entre varios factores, la falta de recursos económicos y la evidente desventaja que de por sí es correr a un cargo público, a pesar de la apertura reciente a las candidaturas independientes para Presidente. Esto demuestra que únicamente pueden aspirar a cargos de elección popular, aquellos que cuenten con los recursos económicos o quienes estén dispuestos a ser financiados por terceros y es allí donde radica el problema. De nada vale tener ‘candidatos independientes' y/o ‘candidatos jóvenes' si estos obedecen a las élites del poder, élites que históricamente han financiados campañas políticas y que ante el desgaste de los partidos tradicionales, estén escudándose en figuras independientes para continuar ostentando poder en el engranaje gubernamental. Seguiríamos teniendo el mismo problema pero con rostros distintos.

Desde inicios del siglo XIX, un grupo reducido de familias se han sucedido en el poder y han sido estas las que han tomado las más trascendentales decisiones a lo largo de nuestra historia. Lejos del nacionalismo o patriotismo que se nos ha enseñado en las aulas de clases, hay un hecho cierto: los acontecimientos del 10 y 28 de Noviembre de 1821 y del 3 de Noviembre de 1903, respondieron a los intereses comerciales de estas familias.

La llamada Sociedad Civil Organizada, aglutina a sectores económicos y empresariales que se han tomado el término ‘independiente' como el hecho de no estar inscrito en un partido político, sin embargo, el ser independiente es mucho más que eso, es precisamente a no estar atado a los lineamientos y directrices de las élites y sectores históricos del poder, mismos que con sus influencias controlan medios de comunicación y buscan generar opinión pública a favor de sus intereses.

Tampoco hay que entrar en el juego de satanizar a los partidos políticos y sus candidatos, es sabido que dentro de sus filas hay personas que pueden contribuir en gran medida para el país, independientemente de su ideología. Curiosamente los partidos políticos son hoy víctimas de sus propias prácticas clientelistas ante una sociedad cada vez más alérgica a la corrupción; corrupción que se traduce en el despilfarro de nuestros impuestos. Todo candidato que busque aspirar a cualquier cargo público, debe tener una propuesta concreta a desarrollar, más allá de ofrecerse como joven o independiente o miembro de un partido o como figura de la farándula. La ciudadanía ya conoce el currículum de quienes ahora aspiran a la reelección, quedará en nosotros saber escoger y no ser parte de la corrupción recibiendo de ellos, electrodomésticos, juguetes, materiales de construcción u ofrecimientos laborales, de lo contrario, nos espera otro lustro más de podredumbre.

ABOGADO Y ESTUDIANTE DE HISTORIA

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