• 08/08/2018 02:03

El liderazgo que necesitamos para el próximo quinquenio

‘Ningún colectivo político debe olvidar el hecho de que, [...], el resto de los ciudadanos estaremos pendientes de conocer el pensamiento e intenciones, sobre todo del ganador que el partido nos presente para compararlo con sus contendientes futuros'

El panorama político, vistas las próximas elecciones, se vislumbra con múltiples aspirantes a los cargos que serán sometidos al juicio del electorado panameño. Los residentes de cada distrito, cada circuito electoral y cada corregimiento tienen el derecho que les otorga nuestra Constitución de escoger a su candidato favorito; pero ese derecho conlleva la obligación fundamental de votar a favor de quienes nos presenten el mejor liderazgo para elevar la calidad de los servicios públicos que cada uno de esos órganos del Estado está obligado a prestarnos. Es la oportunidad, si sabemos aprovecharla, de enderezar los males que percibimos en el actuar de la Asamblea Nacional y de muchas alcaldías y gobiernos municipales. Esa gravísima responsabilidad recae sobre los votantes habilitados en cada circuito y en cada distrito.

Pero la responsabilidad mayor es la referida al más alto e influyente cargo de la administración pública porque deberemos escoger al presidente que la dirigirá en los próximos cinco años. Tamaña responsabilidad irrenunciable la nuestra. Actualmente, por lo que se puede ver, aflora más de una veintena de aspirantes de los más variados matices, colores y sabores, dentro y fuera de la fauna de partidos.

¿Cómo hacer para escoger a quien realmente le convenga al país, ignorando la avalancha de promesas bonitas y de palabras dulces con que usualmente tratan siempre de endulzar nuestro paladar político? ¿Quién inspirará la credibilidad necesaria para que le entreguemos nuestra confianza en la mesa de votación el próximo mayo? ¿A quién debemos creerle, no en función del repudiable ‘qué hay pa'mí,' sino con miras a lo que le conviene al país, a todos nosotros?

El primer paso son las primarias de cada partido mediante las cuales, quienes las practiquen con la debida justicia y ética política, podrán entonces mostrarnos su modelo de democracia interna, factor fundamental para que logren nuestra credibilidad y tengan legítimo derecho a que consideremos seriamente a su candidato. Ningún colectivo político debe olvidar el hecho de que, aunque el certamen sea solo interno, el resto de los ciudadanos estaremos pendientes de conocer el pensamiento e intenciones, sobre todo del ganador que el partido nos presente para compararlo con sus contendientes futuros. Porque en la medida en que el resultado de la primaria no se perciba como algo totalmente justo, diáfano y transparente, la candidatura del elegido quedará manchada por una suspicacia que ningún bien le hará ni al partido ni al nominado frente a otro competidor escogido con total transparencia.

La manera más sana y escrupulosa para lograr esa candidatura convincente o persuasiva es fomentando debates públicos justos desde las primarias. Desde aquellos históricos debates entre los candidatos Kennedy y Nixon en el siglo pasado, el debate televisivo ha sido la manera más directa, despojada de maquillajes engañosos y eslóganes vacíos, como cada partido puede presentar sus candidatos al electorado con toda lealtad y transparencia. Hay maneras de organizar adecuadamente esos debates, aunque sean muchos competidores. Mucho dependerá de un moderador objetivo, que enfile preguntas pertinentes y pueda exigir explicaciones cuando la respuesta sea evasiva o incompleta. También es imperativo que los participantes puedan hacerse preguntas recíprocas, confrontando y defendiendo sus ideas entre ellos. Sería una verdadera lástima que oportunidades como esas no se nos brinden a quienes debemos decidir nuestro voto el próximo año.

Conocemos los problemas nacionales que nos aquejan. Repetirlos sería un ejercicio cacofónico, aburrido. Demandamos contrastar visiones de futuro, vocación de servicio, ética y valores personales, experiencias comprobadas, inteligencia emocional, tolerancia a la crítica, inmunidad al halago, humildad, sentido común.

Exigimos cuántos debates sean necesarios para escoger el mejor liderazgo.

EXDIPUTADA

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