• 06/04/2019 02:00

Merlín en Panamá

‘La mayoría silenciosa y la ciudadanía militante cambiarán la realidad alucinante que nos agobia [...]'

El devenir electoral panameño es siempre el mismo, el eje dramático es el arte del engaño, la manipulación del cinismo, la comedia perfecta. Los políticos son el Frankenstein creado por la plutocracia. La política es un circo emocional, los políticos como actores son maestros del escenario; son los sofistas de la retórica con palabras altisonantes e incomprensibles, prometen lo imposible. El lenguaje es populista, vacío de propuestas realizables, nunca dicen la verdad, hacen de la estulticia popular su apuesta a ganador. Los políticos saben que el juegavivo que ellos institucionalizan está a su favor; la praxis política es un gran mercado persa, aquí todo se vende y compra; predomina el caciquismo cavernario.

Los electores somos víctimas de la propaganda engañosa y la desinformación. Nos tratan como humanos degradados. Los políticos crean un ritual mágico, hacen de lo abstracto algo concreto y de lo ficticio una realidad virtual. Algunos hablan en términos místicos. A esos debemos escucharlos con cuidado, se consideran seres mesiánicos, lo trágico es que los políticos se creen sus propias mentiras; la egolatría en ellos carece de límites. Los políticos y sus ficciones me recuerdan a Merlín, todo es fantasía. La política electoral es el tiempo de los magos.

Uno habla de volver ‘a lo bueno' y siempre guarda silencio ante el caos institucional que promovió el que era su líder, encarcelado hoy por sus delitos; tampoco nada dice del saqueo millonario de los fondos públicos por los copartidarios en ese período de Gobierno delictivo y sobre todo del bochornoso espectáculo de los diputados con las partidas circuitales y planillas fantasmas.

Al igual que los otros candidatos de la plutocracia, nunca se pronuncia contra la NO reelección e ignora el repudio ciudadano a esa situación dolosa. Otro habla de la lucha contra la corrupción, cuando su propio partido asesina todos los días a Omar Torrijos con sus acciones punibles. Los diputados del colectivo que lo postula son parte del robo millonario del erario nacional y de la dictadura legislativa que impone los candidatos presidenciales. La parodia es que el candidato es un hombre honesto en un mar de tiburones... sus enemigos los tiene a su lado, como le ocurrió a Cristo y Julio César.

El del ‘cambio profundo' es parte del cambio estático de la plutocracia panameña. Se apega a los evangelistas, pero será crucificado por los pecados del partido que representa. Tiene futuro para el próximo período electoral, si es incisivo ante la problemática nacional.

La nación real carece de una brújula moral, sin valores éticos, cívicos ni patrióticos. Vivimos próximos a un Armagedón y abrimos las puertas del infierno con la codicia del Rey Midas.

Panamá está en un despeñadero hacia el abismo existencial.

La plutocracia manipula las encuestas, ya eligió su candidato y activa una campaña, sobre todo, contra Ana Matilde Gómez, saben que no la pueden someter a sus intereses. La plutocracia tiene su caballo de Troya entre los independientes; crean otro Frankenstein.

La mayoría silenciosa y la ciudadanía militante cambiarán la realidad alucinante que nos agobia; nos queda votar con el cerebro y el corazón, como lo afirma Ana Raquel Chanis.

Votaré con los independientes para representantes, alcaldes, diputados y presidente.

Daremos la sorpresa electoral. No a la reelección. Panamá urge de estadistas, los políticos sobran.

HISTORIADOR, ESCRITOR Y DOCENTE.

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