• 18/09/2019 00:00

Un tren panameño a David llamado Belisario Porras

La idea de esta línea ferroviaria no es nueva, pues surgió hace un siglo en la mente visionaria de Belisario Porras, pero hoy pareceríamos olvidar esa circunstancia para calificarlo como un proyecto de interés egoísta para una nación extranjera, estructurado de prisa sin el debido análisis en las postrimerías del Gobierno saliente

La idea de esta línea ferroviaria no es nueva, pues surgió hace un siglo en la mente visionaria de Belisario Porras, pero hoy pareceríamos olvidar esa circunstancia para calificarlo como un proyecto de interés egoísta para una nación extranjera, estructurado de prisa sin el debido análisis en las postrimerías del Gobierno saliente. Ciertamente amerita una discusión objetiva para determinar su conveniencia en las precarias condiciones de la economía nacional, regional y mundial. O, al contrario, para descartarlo definitivamente.

Precisamente el tema fue base de un conversatorio en la Ciudad del Saber, con participación de Carlos Ernesto González de la Lastra y Rodolfo Sabonge, reconocidos profesionales panameños, quienes aportaron sus ideas con entusiasmo y cautela. Cada uno adelantó su argumento equilibrado, consciente de que se trata de algo de trascendencia.

El primero enfatizó los evidentes beneficios económicos y sociales del proyecto: un nuevo enlace terrestre que impulsaría el desarrollo especialmente del interior del país, crecería la contribución del interior al PIB nacional, aumentaría el volumen de actividad vinculada al Canal, invitaría a la empresa privada a establecer centros de producción y distribución en lugares hoy inapropiados, fomentaría el turismo local e internacional, y aumentaría la oferta de empleos en el interior para disminuir el hacinamiento en la capital. El volumen potencial interno de carga y de pasajeros, y desde y hacia Centroamérica, justificaría el proyecto desde el punto de vista financiero.

El segundo sugirió cautela, resaltando su preocupación por los riesgos de un proyecto de esa envergadura. Indicó que es necesario previamente estudiar y descartar diferentes opciones para la conectividad propuesta, como cabotaje marítimo, carretera del Atlántico, más amplias vías terrestres; pero aún quedarían aspectos por resolver, como el costo de viajes sin cargas completas, subsidios para cubrir costos de operación, cruces riesgosos de vías, etc. Se requiere un análisis concienzudo antes de tomar una decisión, tal como se hizo durante años con la ampliación del Canal que identificó, entre varias alternativas, la ruta más apropiada. La idea del tren Panamá—David requiere un ejercicio similar.

Sería irresponsable ignorar la situación descubierta de estrechez económica y financiera del Estado panameño. El desequilibrio entre ingresos y gastos, la deuda pública, las demandas sociales y muchos otros factores limitan gravemente la capacidad para llevar a cabo proyectos como el previsto. Pero el conversatorio sugirió que tan solo un anuncio oficial de intención de analizar el tema, sin precisar resultados específicos, atraería la atención del mundo empresarial y un flujo de capitales privados hacia nuestro país, como lo hizo el solo estudio para ampliar el Canal. Llenaría de optimismo a todos los panameños, especialmente del interior, en momentos cuando el optimismo local y extranjero sería un ingrediente importante para estimular la recuperación económica que necesitamos.

De ser factible, el tren traería grandes beneficios. Ciertamente también acarrearía nuevos problemas, porque es siempre natural que al solucionar un problema surjan nuevos problemas y retos. Confío que seremos capaces de superarlos, como lo hacemos con el Canal.

En el fondo se trataría de una línea de ferrocarril panameño —no extranjero— para complementar la conectividad marítima horizontal Asia—América—Europa, con una articulación terrestre Norte-Sur en nuestro hemisferio. Que el Gobierno de la República Popular de China la pretendiera utilizar en su estrategia de la Ruta y Franja de la Seda para sus intercambios comerciales, no obsta para servir también a nuestros intereses nacionales; al contrario. Y, como gesto simbólico de su “panameñización”, la denominaría “Línea presidente Porras”, a la usanza argentina que homenajea presidentes y héroes nacionales con nombres como Sarmiento, Mitre, Belgrano, San Martín, para sus líneas férreas.

Exdiputada

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