• 02/01/2020 00:00

¡Difícil no hablar de pandemia, lo más preocupante!

“En el siglo XXI no serán analfabetas los que no saben leer; lo serán los que no sepan aprender, desaprender y reapreander”, Alvin Toffler, “El Shock del futuro”.

“En el siglo XXI no serán analfabetas los que no saben leer; lo serán los que no sepan aprender, desaprender y reapreander”, Alvin Toffler, “El Shock del futuro”.

Las cifras de la pandemia provocan mirar hacia otro lado. Conversando privadamente con un alto funcionario amigo, le pregunté: “¿Francamente, crees que en las últimas décadas el Estado ha propiciado y practicado la salud preventiva y las guías para direccionarla?”. Su respuesta: “Dolorosamente, no”, y añado que eso se dejó de hacer desde la ausencia del Dr. José Renán Esquivel, un ícono de Panamá y del continente. Recuerdo su frase “la enfermedad no está en los hospitales, sino en la comunidad”.

¿Cómo pudo Esquivel crear una real revolución en la salud pública medio siglo atrás, con escasos recursos? Porque no solo fue médico, sino un filósofo humanista. Otra frase que acuñó decía: “El hombre no nace para ser niño ni para ser adulto ni viejo; el hombre nace para vivir a plenitud cada momento de su vida”. ¡Imposible escuchar eso de un médico de hoy! Esquivel -con ilimitada autonomía, a la cual condicionó a Omar Torrijos para ser ministro de Salud- se enfocó en lo básico. La prevención y atención primaria. Llenó el país de “Comités de Salud”, horizontalizando la atención primaria. Enseñó la creación de “Huertos Comunitarios”, para enseñar a producir alimentos básicos familiares. Creo “las Asistentes Técnicas Primarias”, modelos imitados en Latinoamérica, llegando Panamá a considerarse como un país líder en Salud. Contrariando a muchos médicos, permitió el ingreso de padres y madres al Hospital del Niño, ayudando a la curación de sus hijos. Decía: “Ningún antibiótico puede sanar más que la mano cálida de una madre”.

Con mi interlocutor médico seguí un rato más mi charla. Reconoció que hoy y desde hace mucho tiempo, el sistema de salud está centrado en la enfermedad y en hospitales, lo cual ha probado ser un fracaso; que las trasnacionales químicas “invierten miles de millones para mantenernos sometidos, sin un sistema capaz de mediar entre los pacientes, los médicos y la industria”. Que ese desborde de relajamiento de capas populares irrespetuosas de las reglas del Minsa, también nos golpean en el rostro, como uno de los países de peor distribución del ingreso, lo cual aterriza en el nivel educacional y moral de cientos de miles de panameños. Que cada adolescente -pandillero, nos recalca el abandono social y la alta corrupción de décadas que es parte de ello. Que escuchó, sin poder confirmarlo, que el actual director del Seguro Social acaricia un proyecto de crear una superintendencia de servicios de salud y una estrategia nacional sobre todos estos problemas.

Repasamos luego el gran esfuerzo de “preparar a los nuevos médicos” con un espíritu más abierto a la investigación y menos ortodoxo y rígido. Sobre ello nos dijo: “Nuestra primera Facultad se creó en mayo de 1951, contra una casta privilegiada que se oponía para seguir dejando la salud y enfermos bajo el cuidado de los que tenían plata para ir a EUA u otros países, que monopolizaban el sector; y ya para entonces las industrias farmacéuticas sometían a los médicos al sistema prevalente de las medicinas químicas; por ende se abandonó el estudio del enorme arsenal de la naturaleza, y jamás se dio una hora de Fitoterapia o Botánica, habiendo incluso a la fecha centenares de medicamentos modernos cuyos principios activos vienen de las plantas”, Y, finalmente, hablando de la crisis pandémica, me agregó: “Claro, somos una sociedad pastillada desde décadas, cuasi minusválida, y este virus encuentra a una mayoría de adultos, desde los jóvenes, con lo que llamamos comorbilidades, lo cual hace de cada paciente COVID-19 una víctima fácil de ingresar a un hospital y caminar rápido hacia una UCI y al callejón de la muerte”.

Finalmente, mi pregunta incómoda: “Aunque seas médico alópata, habrás oído, aunque estés en contra, el uso por miles de médicos de distintos países de la sustancia “Dióxido de Cloro”, para atacar este virus, rechazado por la FDA y el sistema oficial. Te pregunto: si galenos veteranos nacionales lo avalan y le han pedido al Minsa analizarlo (Bolivia lo hizo Ley y le lleva 125 años de creación de su primera facultad médica a la nuestra), ¿no amerita -con tantos cientos de testimonios favorables a su uso, un análisis bioquímico, en vez de que el Minsa y la Dirección de Farmacias y Drogas se limiten a decir: “La FDA dice que no tiene evidencia científica”? Pensó dos segundos y me dijo: “Para mí la ciencia siempre debe estar abierta a lo que le es desconocido”.

Abogado, coronel retirado.
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