• 05/01/2021 00:00

¿Se habrá perdido la verecundia en Panamá?

"La función de gobernar es muy seria y por ello hay que salvaguardarla. El gobernante debe rodearse de los mejores y los más discretos y reservados. Los que no cumplen con este perfil simplemente le son nocivos [...]"

No conocía el término, hasta que un amigo me señaló que su madre, medio analfabeta, lo usaba para describir la actitud que una mujer debía tener, como, por ejemplo, para no enseñar sus prendas íntimas o un varón para no mostrar sus calzoncillos sucios.

Para guardar recato y prudencia, compostura. De acuerdo con el diccionario, este sustantivo femenino, que viene del latín, se define como el sentimiento de tipo humillante de pérdida de dignidad, experimentando como consecuencia o secuencia o causa de alguna falta cometida por uno mismo o por una persona o individuo con quien uno está relacionado. En español equivale a vergüenza.

En Panamá, también podríamos llamarla la verecundia política, la cual los gobernantes la reflejan constantemente en los actos que a diario ejecutan. Un diputado que sin rubor justifica que los empleados de su gimnasio particular estén todos emplanillados en la Asamblea Nacional o de otro, también del PRD, que tenía en su planilla legislativa a una doméstica de la expresidenta Mireya Moscoso. O el colmo de aquel de La Chorrera que pidió a más de diez camareros de la Casa del Marisco que le dieran sus nombres y cédulas para que se emitieran cheques oficiales a ellos, para después cambiarlos él. Una falta total de verecundia política. Un importarle un pito los demás. No tenían verecundia alguna para mostrar en público las prendas íntimas de su descarada e impune corrupción.

Quizás sin las mismas proporciones, al fin del 2020 apareció un mensaje en Facebook de uno de los hermanos del presidente Cortizo, dando detalles de cómo se preparó el mandatario para dar el 2 de enero pasado su Informe a la Nación, ante la Asamblea Nacional. No soy de ver en redes sociales nada más que mi Twitter, pero siempre me llegan mensajes de otros amigos donde me hacen llegar los mensajes de Facebook o Instagram de otros que les parecen interesantes para mi relación a la política.

Allí se describieron los detalles de cómo se armó el discurso presidencial, quienes colaboraron en él, los que aportaron ideas, los que revisaron la certeza de los datos que expresaría en su discurso el presidente. Fueron seis los borradores que hicieron para esa ocasión establecida en la Constitución Nacional para el 1 de enero y el 1 de julio.

Buscando un símil, como cuando se filma una película, y sus productores nos regalan un pequeño corto, dándonos detalles de lo que se dio detrás de la filmación, los entretelones, eso que llaman en Hollywood, “Behind The Scenes”. Algo totalmente fuera de lugar y que ensucia la imagen presidencial.

Un presidente siempre ha tenido hacedores de discursos en Panamá y en el mundo entero. Ha dispuesto de expertos en gramática y lingüística para evitar que le salga un gazapo. Dispone de asesores que le revisen los datos que utilizará en lo que dirá. No querrá pasar las penas de su antecesor Juan Carlos Varela cuando dijo que habían recuperado 500 millones por los casos de corrupción que manejaba el Ministerio Público, pudiéndole yo demostrar a los pocos días que solo llegaban a 120 o 130 millones lo recobrado. O cuando dio un número absurdo y exagerado de las viviendas populares construidas en su gestión, siendo al final mucho menos de las que había.

Un discurso del presidente debe ser algo íntimo. Donde el mandatario exprese lo que dice su corazón, su sentimiento, lo que vive a diario, sus vivencias. Por supuesto, todo sujeto a comentarios y a corrección. Para eso están los asesores de imagen, los periodistas. Todos lo han hecho. Algo muy distinto a lo descrito por ese hermano que pareciera, en ese mensaje, decir a sus amigos: “Miren que el que prepara los discursos soy yo”. Hay que proteger la institucionalidad, que incluye la figura de quien sea el presidente de la República.

Me incomoda escribir sobre esto, porque, conscientemente, voté por Cortizo en 2019. Me consta que es una persona capaz y espontánea. La función de gobernar es muy seria y por ello hay que salvaguardarla. El gobernante debe rodearse de los mejores y los más discretos y reservados. Los que no cumplen con este perfil simplemente le son nocivos y, más que ayudarle, le perjudican. Debe evitar ese tipo de verecundias leves, pero verecundias al fin.

Analista político.
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