• 02/01/2021 00:00

Pelo frito a la plancha

“¿Qué hay detrás de las hostilidades contra el cabello vigoroso de los afrodescendientes?”

Imagínense, en esta supuesta era de la información, existen personas que vinculan el pelo afro con extremismo. Es difícil, para gente de mal gusto, admirar trenzas artísticas de igual manera que la melena de un león o las plumas del pavo real.

Ojo con el aprendizaje superficial sobre jóvenes amenazados si no se presentan prácticamente “cocobolos” a sus planteles escolares. Algunos docentes prefieren arruinar buenas raíces que sembrar mentes brillantes.

El rechazo del cabello ensortijado es histórico: vea la llamada ley “tignon” (1786), en donde Esteban Miró, gobernador de Luisiana, “prohibía a mujeres de color ser atractivas en las calles”. Ellas eran obligabas a llevar una tela o turbante para cubrirse la cabellera. Esa ley también tenía por objeto resaltar el cautiverio.

Mientras tanto, las esclavizadas en Colombia usaban trenzas para disfrazar mapas de fuga. Los aprehendidos eran pelados (“cocobolos”) para distanciarlos de su cultura e identidad. ¿Será el actual “Día de las Trenzas” otra sensación de “déjà-vu”?

A mediados de 1870, ante los establecidos estándares sobre la belleza europeizada, muchas mujeres se acomodaron a los peines calientes. Con peinados alisados recibían un trato preferencial. Irónicamente, desde 1845, el peine caliente era utilizado por europeas que imitaban los estilos egipcios de la antigua África.

A principios del siglo XX, Madam C. J. Walker, la “primera mujer afrodescendiente millonaria en América”, se ingenió para modificar el existente peine caliente. A través de una patente, C. J. Walker espació los dientes del peine para así freír con facilidad pelos afros. El mercado de su línea se extendió a Cuba, Haití, Jamaica, Honduras, Costa Rica y Panamá.

¿Qué hay detrás de las hostilidades contra el cabello vigoroso de los afrodescendientes? Un análisis de su hebra revela similitudes entre otros tipos de la familia humana (asiáticos, europeos/caucásicos, etc.). Sin embargo, los rizos del cabello negroide revelan características únicas y exclusivas.

Según los entendidos, la mística del pelo afro en espiral se asemeja a “minicables de alta tensión”. Como la cabeza es el punto más alto del cuerpo, el pelo actúa como antena por donde energías universales vibran en espiral. Esas vibraciones se corresponden con billones de neuronas cerebrales para conducir la telepatía, las percepciones y revelaciones.

Por ende, el chacra de la coronilla -punto más elevado de la cabeza, es energía sutil y refinada (“e-s-p-i-r- (itu) -a-l”). La “espiral”, diseño universal en moción, impregna la naturaleza. Desde las conchas marinas, la sangre que recorre por nuestras venas, hasta la doble hélice de la molécula del ADN.

Además, las plantas surgen de la tierra en espiral, el oleaje del océano, el huracán, los cuernos de animales, los oídos, etc. Por lo tanto, la potencia universal que causa giros espirales de las galaxias, los planetas y átomos, es la misma que influye sobre el cabello encrespado, ondulado y lanoso.

¿Tema sin mayor importancia del cabello rizado?, infestación por piojos es casi inexistente. El piojo tiene mucha dificultad para adjuntarse. Esta evidencia deja en ridículo lo escrito en “El Mercurio” (Panamá, 1948), pues pedía a las autoridades de educación no permitir “la entrada de chombos inmundos a las escuelas del país”.

Durante las décadas 1960-70, en los EE. UU. hubo un despertar del orgullo afrodescendiente. Exhibieron afros, celebrando cada rizo y una expresión de autoestima. Aislados quedaron los estándares de belleza eurocéntricos que habían calificado el cabello natural “poco atractivo” o “poco profesional”.

Pero la lucha continua. El Washington Post de julio 2007 publicó un artículo titulado “Rizos y culturas” por Teresa Wiltz. Presenta a dominicanas especializadas en suavizar el cabello fuerte. “Las torceduras y las bobinas no son bienvenidas”, transcribió Wiltz, “Los rizos deben aplastarse hasta quedar sometidos, horneados bajo un gorro eléctrico, luego cepillarse hasta que reconozcan la derrota”.

En Panamá, no fue hasta el 2014 cuando una compañía de aviación levantó la prohibición de usar el afro a su personal femenino de cabina. En 2017, la jamaiquina Davina Bennett, modelo concursante de belleza para Miss Universo, fue objeto de críticas por usar un afro para el certamen. El Jamaica-Star publicó comentarios regañándola: “El peinado natural estaba mal si quería ganar”. Sin embargo, Bennett logró ser la primera subcampeona afrodescendiente con su pelo natural. Dos años después, la señorita Sudáfrica 2019, Zozibini Tunzi, se coronó Miss Universo portando pelo natural afro.

Gracias a la Africanidad, transformaron lo que estaba destinado al menosprecio en una declaración de poder, resistencia, orgullo y celebración.

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