• 25/11/2022 00:00

Una sociedad en pie contra la violencia doméstica

“El reto está planteado, el esfuerzo es de todos, así como lo serán los beneficios de una sociedad más pacífica, sin violencia [...]”

Según lo que siempre hemos aprendido y estudiado: la familia es la base de la sociedad y los niños son el futuro del país, pero ¿qué pasa cuando la violencia hace acto de presencia en medio de la familia, afectando a todos, especialmente a los más pequeños, aquellos cuyas voces suelen ser silenciadas o no escuchadas? Las bases de la sociedad se tambalean y el futuro se hace incierto.

Un aspecto importante que debemos entender como sociedad, es que la violencia intrafamiliar o doméstica, sobre todo contra la mujer y los niños, tiene muchas formas, unas demasiado visibles y otras tan sutiles que a simple vista pudieran pasar desapercibidas, pero que, a la larga, dejan grandes heridas en el seno de las familias.

De ahí la pregunta ¿qué hacer para combatir este flagelo que tanto daño hace a nuestro país y a su futuro? La respuesta está en la capacidad de la sociedad civil de articular esfuerzos conjuntos con las distintas autoridades del Gobierno (en distintas instancias y niveles) para buscar las formas de frenar y erradicar toda forma de violencia familiar, contra la mujer o infantil.

Conscientes de la necesidad de actuar ante esta problemática, el sector empresarial privado panameño plantea una serie de acciones que buscan comenzar a crear los niveles de atención y consciencia que se necesitan dentro de la sociedad para frenar el avance de la violencia doméstica.

Por ello, en el marco del Día Internacional para Eliminar la Violencia contra la Mujer, que se conmemora cada 25 de noviembre, vemos oportuno explicar tanto el rol como los retos de la empresa privada panameña ante esta situación.

¿Qué retos se vislumbran para el sector privado en la lucha contra la violencia doméstica? ¿Qué rol debemos tomar los empresarios? Las empresas deben involucrarse más allá de lo netamente financiero, deben buscar espacios para mejorar la calidad de la educación, generar oportunidades de equidad, inclusión y desarrollo social, fomentar la creación de empleos y el empoderamiento de los grupos más vulnerables: mujeres, niños y adolescentes.

El empresariado panameño ha participado en el diseño de y elaboración de estrategias para el desarrollo, tanto económico como social de nuestro país, teniendo en cuenta que, según el marco legal de Panamá, la responsabilidad de prevenir, proteger, resarcir y atender los casos de violencia doméstica recae en el Estado, de allí el valor del trabajo mancomunado entre sector privado, Estado y sociedad civil para amplificar el alcance de cada iniciativa pública.

El inicio de un proceso de erradicación de la violencia doméstica parte de la prevención, por lo cual todos los esfuerzos deberían girar en torno a los niños y adolescentes, para romper en ellos el círculo vicioso de la violencia.

La sensibilización y el apoyo a las potenciales víctimas son elementos esenciales en esta lucha, sobre todo en los niños, a quienes se victimiza doblemente, por parte de su agresor y por parte de una familia/entorno que suele no escucharlos o creerles. Debemos, desde la empresa privada, concienciar sobre la necesidad de escuchar cada caso, cada advertencia, cada temor, cada sospecha de violencia.

Para poder comenzar a diseñar estrategias eficientes que deriven en prevención de la violencia, es necesario que cada empresa conozca bien el entorno doméstico y familiar de sus colaboradores, para poder evaluar sus grados de vulnerabilidad con el fin de brindar el apoyo necesario.

Otro aporte significativo que la empresa privada hace es el constante apoyo a instituciones, a las ONG e iniciativas que trabajan en la prevención y atención de casos de violencia familiar.

Entendiendo, además, que para el primer trimestre de 2022, 4799 mujeres fueron víctimas de violencia doméstica, lo cual representó un aumento de 13 % en comparación con el mismo período del año anterior (Ministerio Público de Panamá), es necesario tomar acciones ante esta situación.

Afortunadamente, uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 (el 16.2) busca crear las estructuras, política y estrategias necesarias para “Poner fin al maltrato, la explotación, la trata y todas las formas de violencia y tortura contra los niños”, lo cual indica que esta lucha no solo es de Panamá y su empresariado, sino de todos por igual y define los pasos a seguir, tanto para Gobiernos como para empresas y las ONG.

Como experiencia previa en Panamá, la pandemia nos dejó modelos de atención y gestión de problemas de carácter público o social: lo cual sugiere metodologías bien definidas que se pueden aplicar para el caso de la violencia familiar:

• Un abordaje sistémico de los problemas que involucren a todos los actores claves, tanto del sector público como privado y sociedad civil.

• Formar equipos de trabajo adecuados para evaluar los temas que más pueden afectar al país.

• Crear formas de comunicación que influyan en el cambio de la forma de pensar de las personas.

• Plantear ideas realistas y procesables a las autoridades competentes.

• Toda iniciativa parte de la necesidad de escuchar y entender, activamente, a las víctimas de los problemas.

Por último, está el rol educativo que los medios de comunicación pueden y deben ejercer sobre esta problemática. Desde los medios se debe trabajar para crear confianza, construir la autoestima de los grupos vulnerables, promover la ayuda a las víctimas, combatir la existencia de estereotipos que fomenten o perpetúen la violencia familiar, infantil o de género.

Al tomar estas medidas, se le hace frente al gran reto planteado: cómo frenar la violencia familiar, de género y contra los infantes.

El reto está planteado, el esfuerzo es de todos, así como lo serán los beneficios de una sociedad más pacífica, sin violencia y en la cual sus mujeres, niños y adolescentes se sientan seguros, confiados y respetados en todos los niveles de nuestra sociedad.

Socia & CEO Stratego.
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