• 13/06/2023 00:00

Desatar otra guerra fría, el mayor riesgo para el mundo

“[...] lo que les conviene a todos los países del planeta es adherirse al espíritu de diálogo y de cooperación, trabajar con ahínco por la paz y la estabilidad mundiales, [...]”

En su última cumbre, celebrada en mayo pasado en Hiroshima, Japón, el G7, conocido también como el “club de países ricos”, hizo despliegue de una total incapacidad y falta de voluntad en ofrecer soluciones reales a los problemas políticos y económicos más acuciantes enfrentados por el mundo actual. En su lugar, se dedicó a estigmatizar a China con acusaciones de “coerción económica” y “trampa de la deuda”, llamando a “eliminar riesgos” de las cadenas de suministro, para así garantizar la resiliencia económica. Se trata, en realidad, de otra retórica del Occidente, diseñada a perseguir el mismo objetivo, por demás pernicioso, de “desacoplar” a China y, con ello, contener y socavar el desarrollo chino.

Siendo la segunda economía más grande del mundo, en los últimos 10 años la tasa en promedio de contribución de China al crecimiento mundial y a la condonación de deudas, en el marco de la iniciativa relacionada del G20, supera la suma de todos los países miembros del G7. Los proyectos de cooperación de China con los países en vías de desarrollo buscan alcanzar el desarrollo común, hecho reconocido y altamente valorado por dichos países.

El resonante éxito de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, un bien público global ofrecido por China a la comunidad internacional, se debe justamente al espíritu de equipo y de beneficios compartidos que siempre lo informa. Imposición o coerción simplemente no forma parte del ADN de la política exterior de China.

Un informe recién publicado por el Centro para el Desarrollo Global de la Universidad de Boston de los Estados Unidos afirma que la inversión y la cooperación financiera de China con los países en vías de desarrollo se derivan de las enormes necesidades reales de los países receptores, ayudarán a resolver los cuellos de botella del desarrollo local y a liberar el potencial de crecimiento económico y se estima que sirven para incrementar el ingreso real mundial hasta en tres (3) puntos porcentuales.

Actualmente, nos encontramos en una situación internacional muy compleja y cambiante, con la crisis ucraniana alargándose y mostrándose muy difícil de resolver, con la recuperación económica mundial pospandemia lejos de ser suficiente y con el mercado financiero internacional en constantes turbulencias. Bajo tales circunstancias, lo que les conviene a todos los países del planeta es adherirse al espíritu de diálogo y de cooperación, trabajar con ahínco por la paz y la estabilidad mundiales, promover el desarrollo común y canalizar esfuerzos mancomunados por superar los desafíos globales que atañen a todos, en lugar de crear círculos o bloques cerrados, egoístas y excluyentes al servicio de la preservación de la superioridad propia a costa de los derechos e intereses de desarrollo de los demás, en violación de las normas económicas y comerciales internacionales y en detrimento del orden de libre comercio y de la paz y la estabilidad internacionales y regionales.

Como un país grande y responsable, China exporta oportunidades en lugar de crisis, cooperación en lugar de confrontación y estabilidad en lugar de turbulencias. Un país como China, comprometido con el desarrollo pacífico, con la apertura, con la filosofía de “todos ganan” y “oportunidad para todos”, con las normas internacionales y con la tradición china de “palabra dicha, palabra cumplida”, ¡no es ni riesgo ni amenaza para nadie! La mentalidad de guerra fría y el afán de crear confrontaciones entre bloques sí lo es.

Primera secretaria y vocera de la Embajada de China en Panamá.
Lo Nuevo