• 17/02/2021 00:00

Entre la belleza y el terror

“[…] aunque las personas alrededor de nosotros decidan ver lo malo que tiene este mundo, nosotros siempre podemos elegir ver la belleza”

Una vez leí que cada persona es capaz de vivir toda su vida aferrada y obsesionada con una imagen de su pasado. Debe ser por eso que nunca olvidamos a las personas que amamos, ni los momentos más sencillos, porque se vuelven atemporales. Quedan enmarcados más allá del espacio y el tiempo. Incluso, si lo decidimos, se convierten, genuinamente, en nuestra felicidad.

Ver un atardecer, escuchar una melodía y sentir la naturaleza, son las cosas más bellas de la vida, ¿verdad? Entonces, ¿por qué las damos por sentadas? Tal vez, porque se nos olvida que las bellezas de la vida, solo podemos verlas si decidimos verlas y sentirlas. Entonces, ¿cómo lo hacemos? Es sencillo, dándole un significado trascendental a cada instante de nuestras vidas.

“La “Neurosis del domingo” es un tipo de depresión que aflige a las personas que se dan cuenta de la falta de significado en sus vidas, cuando se acaba el trajín de una semana ocupada, y el vacío existencial dentro de ellos se manifiesta”, afirma Viktor Frankl, neurólogo y filósofo austriaco, en su libro El hombre en busca de sentido.

Frankl, explica que, si le damos un sentido a nuestra vida, podemos sobrellevar cualquier circunstancia. Él aseguraba que la mejor manera de superar nuestro vacío existencial era mediante la Logoterapia. Este proceso es, en realidad, un complemento de lo que todos conocemos como la Psicoterapia. Sin embargo, “Logoterapia es una forma de intervención psicológica, en la cual el paciente debe estar listo para escuchar aquellas cosas con las que cree que nunca podría estar de acuerdo”, dice él. Pero ¿cuándo estamos realmente listos para escuchar lo que no queremos escuchar?

Todos necesitamos ir al psicólogo, no porque estamos locos, sino porque biológicamente precisamos entender nuestro mundo interior. La mejor forma de crecer es alimentando nuestro significado de vida, y esto solo lo podemos hacer mediante la Logoterapia. “El objetivo de la Logoterapia es pilotear al paciente a través de sus crisis existenciales de crecimiento y desarrollo”, escribía en El hombre en busca de sentido.

Ahora bien, si no podemos pagar un psicólogo, busquemos ayuda en libros, o en aquellas personas que nos rodean. Pueden ser nuestros abuelos, padres, hermanos, mentores, o si existe la madurez emocional y confianza debida, en última instancia, nuestros amigos. Pero ¿qué sucede si no tenemos a ninguna de estas personas a nuestro alcance? ¿Qué sucede con aquellos que están privados de libertad, o aquellos que están confinados en soledad?

Donde sea que estemos, aunque estemos solos, debemos asegurarnos de agotar todos los recursos necesarios para conseguir ayuda. Porque, pedir ayuda no significa ser débil, es todo lo contrario. Es quererse tanto a uno mismo para estar dispuesto a arriesgarse y escuchar cosas que uno no quiere escuchar. Nadie quiere que le digan sus vulnerabilidades, pero si existe la mínima posibilidad de mejorar nuestra situación, y la de los que nos rodean, por necesidad nos tocará escucharnos y ayudarnos.

Al final, nos emocionan las mismas cosas. En momentos de crisis, sentimos el mismo miedo. En momentos de incertidumbre, perdemos el autocontrol. Pero, asimismo, todos somos capaces de sentir empatía y expresar amor. Somos capaces de resolver conflictos sin violencia y traer luz a este mundo, pero solo si nos aprendemos a comunicar. A mí me cuesta mucho comunicarme y empatizar con personas que piensan diferente. Y sí, muchas veces puede sentirse imposible, pero se puede lograr.

Al final del camino, Frankl asegura que lo único que podemos hacer es tomar una decisión. Y esta decisión consiste en, primero, tomar la absoluta responsabilidad de nuestra propia existencia, y segundo, en tener la certeza de que todo pasará como tiene que pasar. La Logoterapia nos invita a usar el amor y los recuerdos de nuestra propia vida como fuente que alimenta nuestro sentido de vivir. Hasta donde sé, el amor y los recuerdos, sean tan hermosos como terribles, al final trascienden el espacio y el tiempo.

En su libro, El hombre en busca de sentido, concluye lo siguiente: “La vida te exige que cumplas tu misión y logres lo que deseas. Por eso mismo, tú nunca podrás ser reemplazado, y tu vida tampoco puede ser repetida. Asimismo, cada misión personal es única, y es igual de única la oportunidad específica para llevarla a cabo. No la desperdicies”.

Si uno decide ser responsable con uno mismo, y con los demás, entonces cada acción en el presente empieza a tener un significado. Y si cada pequeña acción en nuestro día a día tiene un significado, entonces hemos comenzado a llenar nuestro vacío existencial. Y así, aunque las personas alrededor de nosotros decidan ver lo malo que tiene este mundo, nosotros siempre podemos elegir ver la belleza.

Estudiante de Ciencias Políticas y Periodismo.
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