• 19/04/2016 02:01

Tortuoso es el camino de la experiencia

Comenzamos con los primeros pasos en nuestra vida cuando infantes, los primeros de nuestra experiencia

Comenzamos con los primeros pasos en nuestra vida cuando infantes, los primeros de nuestra experiencia. Antes no sabíamos qué era caminar, ahora sí sabemos, aunque limitadamente, pero ya tenemos experiencia en ese tema. Y así continuamos con el crecimiento físico primero y luego con el espiritual, sentimental y uno de mucho valor, el profesional.

Vamos adquiriendo nuevas aptitudes, analizándolas y comprendiéndolas, utilizándolas a veces para bien, a veces equivocadamente. Cuando niños éramos y empezamos a correr, sentimos una sensación de logro y no sabíamos el porqué, lo mismo sucedió cuando aprendimos a montar la bicicleta, a patinar, a nadar y así sucesivamente. Nos creíamos imbatibles, superhombres o mujeres. Hoy, cuando sabemos la razón de esas emociones infantiles y juveniles, donde las relaciones humanas con nuestras amistades, con nuestros padres, con las personas con las que compartimos amor, nos revelan conocimientos para identificar los nuevos elementos que se incorporan constantemente a nuestro paso, es que estamos adquiriendo experiencia. Es un trazo irregular, con tumbos y avances, con alegría y con tristeza, con bienestar y con malestar, pero siempre una experiencia. Hay que empezar a gatear para entonces caminar y luego correr. Las etapas de la vida son eso, momentos por los cuales tenemos que pasar, no se pueden obviar unas para adelantarse a los otros, si eso fuera así, entonces tendríamos espacios vacíos que no sabríamos llenar y serían causa de innumerables problemas en el futuro.

¿Cómo superar los dolores que se sienten con la pérdida de un ser querido, en la derrota en una competencia deportiva, o en la privación de su fuente de trabajo, sin haber pasado por ello? ¿Cómo aprovechar los éxitos a su máximo, si no se han tenido? Todo esto hay que aprenderlo y cuando lo hagamos, entonces tendremos la experiencia, no antes.

Nuestro país, joven en su existencia y en muchas cosas inexperto, espera de sus hijos la experiencia inmediata, sin ganársela. Espera que aquellos que acaban de terminar su preparación colegial o universitaria, por mencionar alguna, estén preparados para tomar puestos de jerarquía y mando y ¿Cómo lo van a hacer? ¿Por el hecho de ser jóvenes y, a lo mejor, con un título en papel, ya están listos para enfrentarse a los problemas que no conocen?

La juventud nos brinda la oportunidad de tener la energía física para caminar y correr más rápido y la mental para aprender con más velocidad, pero no nos indica ‘cuándo caminar o correr y tampoco cómo y cuándo usar lo aprendido ', eso se obtiene por experiencia.

Cuántas veces oímos o leemos que tal o cual joven funcionario o ejecutivo ha demostrado una gran capacidad de decisión exitosa en diferentes temas de interés nacional o internacional. Sin embargo, ¿cuántas veces se oye o lee de los fracasos de miles por el hecho de ser jóvenes e inexpertos? ¡Casi nunca!

Yo creo que tenemos a nivel mundial jóvenes, hombres y mujeres, de un brillo excepcional y hay que aprovechar sus talentos, y que ellos a su vez tienen el deber de contribuir con ese don que les fue dado, con la nación a la que pertenecen y con el mundo donde vivimos. Sin embargo, hay que comprender que la brillantez humana no proviene solo de los generacionalmente jóvenes, sino también de aquellos que ya dejaron de ser más jóvenes, pero que por su experiencia y sabiduría pueden y deben aportar al desarrollo de todas las naciones del mundo y Panamá no es la excepción. Aprovechemos nuestras riquezas humanas, jóvenes o de mayor edad, no malgastemos y descartemos estas últimas por el simple hecho de abrir espacio para colocar a algunos en detrimento de otros, que solo por tener menos años tienen que ser ubicados en posiciones para las que no han obtenido los créditos y méritos necesarios y peor que todo, la experiencia requerida.

Nuestros Gobiernos tienen la obligación de crear y promover fuentes de trabajo, no importa el calendario de sus hijos. Al hacer mención de lo anterior no nos dirigimos solo a las plazas de trabajo públicas que por ser de todos, todos tenemos derecho a ellas y por su propia razón de ser deben ser menos excluyentes y donde por obligación y exigencia de Estado se requiere de sus mejores hombres y mujeres. Nos preocupamos también por lo que sucede en las empresas privadas donde muchas veces por cercanía familiar o amistad personal, con el o los dueños del negocio, el ascenso es vertiginoso o sin escalas.

Nos hacemos la pregunta ¿esto solo debe importarle a los propietarios, ya que por sus errores o aciertos serán castigados o remunerados directamente? ¡No lo creo así! Ellos pierden la oportunidad de mejorar sus ingresos o competencia, pero igualmente perjudican a nuestros ciudadanos que aún tienen mucho que brindar, que no pueden o quieren laborar dentro de la burocracia estatal, pero que sí pueden hacerlo con eficacia y eficiencia en el campo empresarial. ¡El privarles de esta oportunidad, además de ser injusto, no es inteligente! Démosle la oportunidad a los de menor edad, pero sin negársela a aquellos mayores, teniendo siempre presente que... la experiencia no tiene sustituto .

INGENIERO CONSULTOR.

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