• 28/02/2022 00:00

Uso correcto del idioma contribuye a la educación

“La puesta en práctica del conocimiento con convencimiento y sabiduría garantiza, […], mejores resultados y la fijación de esos conocimientos en nuestra base de datos personal: el cerebro”

El aprendizaje es un proceso natural que se da, si no en todos los seres vivos, al menos, en la mayoría de ellos. Sumamos los dos tipos principales de aprendizaje cuya categorización establecieron psicólogos, pedagogos y otros interesados en el área desde fines del siglo XIX. Ellos también esclarecieron el hecho de que la capacidad de aprendizaje depende de la información genética que provee las herramientas físicas y mentales necesarias para procesar la información y/o experiencia; y que esta misma capacidad depende también del grado (intensidad y cantidad) de exposición a nuevas experiencias.

Estos dos puntos nos llevan fácilmente a concluir no solo que aprendemos en todo tiempo desde el inicio hasta el final de nuestras vidas, sino también que no solo los docentes obtienen resultados de aprendizaje en sus alumnos.

Todo comunicador social, toda figura pública, todo medio de comunicación es un potencial educador. Lo que se aprenda de ellos, sea bueno o malo, dependerá de su formación, de su persistencia, de su intención. Lo que se aprenda de ellos, también dependerá de la inexperiencia, de la candidez, de la ignorancia de los aprendices formales e informales.

No son los estudiantes, por tanto, los culpables de los resultados negativos. Ellos responden a procesos de aprendizaje controlados desde el hogar, desde los centros educativos, desde todos los medios de comunicación, desde la sociedad misma en la que se mueven.

Para aspirar a resultados positivos, todos los educadores, formales y formados para eso, y los no formales ni formados para eso deberán mejorar. Esas mejoras, que son de obligatorio cumplimiento, no se tratan del simple hecho de graduarse de doctores y/o especialistas en sus respectivos campos del saber. Se trata de la puesta en práctica de todo, absolutamente todo lo que aprenden en los procesos que los llevan a graduarse y/o a especializarse.

Los idiomas convencionales están entre las herramientas más poderosas que nos ayudan a abrir puertas en el camino del aprendizaje.

Su uso apropiado por parte de todo educador (formal o informal) propicia el procesamiento correcto de todo tipo de información por parte de todo aprendiz. Contrariamente a esto, su uso inapropiado propicia el procesamiento incorrecto de todo tipo de información, fomenta la confusión y el uso innecesario de interpretaciones paralelas, porque el procesamiento resulta impreciso, distorsionado e ineficaz.

Quien se educa, lo hace para ser mejor y no para graduarse ni para subir a una tarima a recoger un pergamino. Esto último viene por añadidura obligatoria de los requisitos legales. Con el mejoramiento de quien se educa, mejora la sociedad. Los pergaminos no construyen sociedades mejores. Lo que construye sociedades mejores es la puesta en práctica de lo que se aprende.

Quien se educa, quien tiene conciencia de su educación y hace uso de ella con buen propósito y con astucia puede tener la certeza de que su expresión verbal o escrita no requieren de cambios inapropiados para acceder a los educandos ni a su modo de pensar ni a su aceptación. Si es verdad que los individuos educados son motores de transformación, entonces a transformar se ha dicho.

Las leyes evolutivas confirman que lo que no se usa, se atrofia. La puesta en práctica del conocimiento con convencimiento y sabiduría garantiza, por tanto, mejores resultados y la fijación de esos conocimientos en nuestra base de datos personal: el cerebro.

Dijo Simón Bolívar: “a la sombra de la ignorancia trabaja el crimen”. Un dicho popular dice que “tanta culpa tiene el que mata la vaca como el que le amarra las patas”.

Entonces, evitemos ser partícipes de crímenes educativos.

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