• 26/08/2025 00:00

Despertar antes de que sea muy tarde

En 2010, de acuerdo al índice de Latinobarómetro, el 63% de la población consideraba a la democracia como el mejor sistema. En 15 años, ha disminuido al 48%. Cada vez hay más que consideran que la democracia no es la mejor alternativa para que su condición social y económica mejore, como usualmente prometen los políticos.

Quizás por eso Nayib Bukele, basado en su popularidad, ignorándose las violaciones de derechos humanos y la falta de libertades públicas, violó la Constitución de su país para reelegirse, logrando ahora que la Asamblea Legislativa, controlada por él, en solo una noche autorice una reforma constitucional express que permite su reelección indefinida. Copia a sus vecinos de Nicaragua. Igual hizo Chávez en Venezuela y Evo Morales en Bolivia.

¿Por qué ese desplome? Para muchos la democracia liberal que conocemos ya no representa el sentir de las mayorías, sino los privilegios de unos pocos, tanto en lo político como en lo económico. Piensan, y con razón los que se encuentran en la cada vez más reducida clase media, que lo que hacen los gobernantes los empobrece más. Las políticas de austeridad, caso de Panamá, donde la planilla pública sigue aumentando, la baja inversión social —caso del ministerio de Educación ejecutando solo el 7% de su presupuesto de inversión— y la falta de voluntad gubernamental para gravar a los más ricos, en un país donde tanto impuesto se evade y se dejan de pagar cuotas de seguro social, hace deducir al ciudadano que el Estado ha sido capturado por intereses privados.

Esta realidad es mucho peor para los que se encuentran en niveles de pobreza y pobreza extrema que afecta a más de 430 mil habitantes, representando al 9.6% de la población, viviendo en la indigencia1 d e cada 10 panameños. Sí, aquellos que tienen un ingreso diario menor a B/. 2.00.

Esto agrava la gran desigualdad que padecen millones de personas en América Latina: el 1% de ricos existentes (más de mil millones de patrimonio), paga proporcionalmente menos impuestos que el 50% más pobre de la población. En Panamá todos —ricos y pobres— pagan por igual el impuesto al consumo (ITBMS), pero los impuestos que afectan a los que más tienen como ganancias, dividendos y herencia se consideran escasos e insignificante, adicionalmente que ese sector posee más herramientas para evadir impuestos, lavar dinero o, simplemente, pagar menos de lo que debería. ¿Cuántos mil millonarios tendremos ya en Panamá?

El producto interno bruto (PIB) regional es hoy 12 veces mayor que el del año pasado. ¿Habrá coincidido proporcionalmente ese tremendo aumento en beneficio de la población? Definitivamente no. Los niveles de pobreza y pobreza extrema se mantienen. Lo vemos en Panamá donde escuelas y centros de salud se caen a pedazos, particularmente en las áreas rurales e indígenas. Donde cada vez les cuesta más lo que consumen. Sin disponer de transporte adecuado. Nuestro aumento del PIB para 2025 será de 4.2%. Quizás represente un “logro financiero” del gobierno, pero no se traduce en mejoras a la calidad de vida de la población.

Esta tragedia social tiene repercusiones muy grandes en la percepción de que la democracia es el mejor sistema para que los pueblos avancen.

El acceso al poder cada vez está más vinculado a la riqueza. Por fortuna en las últimas elecciones hubo grandes esperanzas en el grupo de diputados electos por Vamos, MOCA e independientes que ganaron una curul sin mayores recursos. Sin embargo, en algunos sitios quedan resabios de esos males del pasado donde no se sigue el patrón de una persona, un voto, sino que sigue el de 20 dólares por voto.

Si a todo este dramático bosquejo del mundo en que vivimos agregamos que la clase política y económica da la espalda a esta realidad para enfocarse en gigantescos proyectos como el mentado tren a David o pequeñas obras como un hospital veterinario, nos damos cuenta de que no se dirigen los esfuerzos públicos a disminuir la gran desigualdad existente. Para el que no tiene caminos adecuados para vender sus productos o para acceder a su vivienda, es irrelevante un tren, así como lo es un hospital canino para el que llega a un centro de salud desabastecido teniendo que caminar 5 o 6 horas.

Mientras los políticos y los poderosos de la economía no se percaten de que caminamos hacia el barranco de seguir con este proceder, todo se podría perder. Urge la toma de conciencia de los líderes políticos y económicos del país para que enfrenten esta realidad que podría ser fatal para todos.

*El autor es analista político
Lo Nuevo