• 20/07/2015 02:00

El campamento en las Manos de Dios

En ocasiones queremos ayudar, pero no encontramos cómo hacer efectiva esa ayuda.

En un recóndito paraje en el corregimiento de El Coco en La Chorrera encontramos este especial lugar, creado con ‘las uñas', donde se brinda ayuda a sesenta indigentes que han perdido el rumbo de su vida a consecuencia del alcoholismo o la drogadicción. ¿Cómo llegan allí? Es el misterio que desentrañamos cuando conocimos el lugar por donde han pasado más de 800 ‘pacientes'.

En ocasiones queremos ayudar, pero no encontramos cómo hacer efectiva esa ayuda. No se aparecen proyectos concretos donde podamos centralizar lo poco o mucho que dispongamos para ayudar a nuestro necesitado prójimo. Este es uno de esos lugares específicos que merecen nuestra atención, en una sociedad que cada día se sume cada vez más en el flagelo del exceso de alcohol y el desenfreno de las drogas, sobre todo las más dañinas que consumen los que menos tienen.

Severiano Aguirre es un cristiano converso, de esos que encuentran a Cristo cuando están al borde de la muerte, ven la Luz y deciden entregarse enteramente a Él. Viene de una familia de nueve hermanos dedicada a la música y al folklore, donde de seguro abundaba la fiesta y el licor. Se confiesa alcohólico en recuperación y que encuentra su conversión cuando, a consecuencia de una borrachera, casi muere en accidente de tránsito, lo que recuerda a diario al ver en el espejo la cicatriz que le quedó en su rostro. Al preguntarle sobre sus estudios teológicos, me confirma que es autodidacta, pero con muchos conocimientos de la Biblia, por pertenecer a las Asambleas de Dios. Todos le llaman respetuosamente pastor, dignidad que se ha ganado por lo que uno ve en la gente que él atiende.

Me cuenta mi colega y amigo Raúl Ossa, chorrerano de pura cepa, que su paisano Severiano se mete en las cantinas de la comunidad en busca de sus futuros pacientes. Los lleva a su campamento, en el camino a El Coco en La Chorrera, en un caserío de nombre Potrero Blanco, donde todavía no hay asfalto y que tiene más de tres hectáreas, bordeando el río Caimito. El terreno fue donado por un creyente en la obra de Severiano. Lleno de vegetación, consta de un gran pabellón donde duermen los internos y un gran rancho donde realizan sus comidas, donde poco a poco han ido satisfaciendo sus necesidades básicas. Siembran mucho de lo que comen. En el lugar se respira paz; la espiritualidad se siente en el ambiente. Severiano, además de este campamento, dirige un templo cristiano cerca de allí.

Cuentan con una pequeña planta para hacer bloques y, con los trabajos que sus internos realizan como pintura, albañilería, electricidad y plomería, se ganan el sustento que les permite mantener tan loable proyecto. Se movilizan en dos pequeños ‘pickups' para cumplir con los trabajos. Pude comprobar que el ambiente que se vive allí es como de una gran familia.

Además de mejorar la calidad de vida de las personas víctimas del consumo de alcohol o drogas para lograr su resocialización, se les brinda atención integral, tratamiento, capacitación en diversas actividades que sirvan de refuerzo laboral y se les forma en una vida espiritual que fortalece su fe.

¿Cómo ayudarlos? Muy fácil. La Asociación Manos de Dios, que dirige el campamento, tiene Personería Jurídica, registrada en la Ficha C-32142, Documento REDI 1756451 del Registro Público. Al no perseguir fines lucrativos, lo que se les done es deducible de impuestos. Para conocer el proyecto lo mejor es coordinar una cita con el pastor Severiano Aguirre, al cual se le consigue en el 6642-8837 o le escriben a fmdedios@hotmail.com. Al arribar allí, llegarán a la misma conclusión que yo: Todo lo que se puede hacer con las uñas, pero con la ayuda de Dios.

Me enteré de que el campamento en las Manos de Dios será uno de los postulados a los Héroes por Panamá 2015, que desarrolla, en TVN-Canal 2, la periodista Sabrina Bacal. Por eso es tan importante apoyarlos.

ABOGADO Y POLÍTICO.

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