• 23/12/2015 01:00

Dos extraordinarias mujeres

El ejemplo de sus vidas ha resonado este mes como conclusión inspiradora en un año repleto de sucesos ingratos en todo el mundo  

Ángela Merkel fue declarada Persona del Año 2015 por la revista Time mientras que el papa Francisco anunció este año que iniciará el proceso para la canonización de Inés Gonxha Bojaxhiu en septiembre del próximo. El ejemplo de sus vidas ha resonado este mes como conclusión inspiradora en un año repleto de sucesos ingratos en todo el mundo. La falta de sensibilidad de personas y naciones ha exacerbado la pobreza y la angustia de muchos seres humanos; por eso la entereza de estas dos mujeres, cada una en su propia esfera, es luz que brilla al finalizar el año para movernos a renovar nuestra fe en los valores de un legítimo liderazgo político y de la auténtica solidaridad de quienes están dispuestos a sacrificarse por los pobres y necesitados.

La vida personal, pública y política de la canciller alemana no puede ser menos que admirada como ejemplo para todos los políticos del mundo, mujeres y hombres por igual. Astuta, vertical, inspiradora, carismática, de una sola pieza, la señora Merkel ha conducido a su país a una posición de liderazgo en Europa y en todo el mundo.

Nacida en la Alemania Occidental pero educada como fisicoquímica en lo que fue la Alemania Oriental, sus inquietudes políticas se manifestaron desde temprano cuando se incorporó a las Juventudes Comunistas Alemanas. Tras la reunificación de su país continuó sus actividades políticas y, cuando ciertos escándalos forzaron cambios en la dirección de su partido democratacristiano, llegó a convertirse en líder del partido. Desde esa posición de liderazgo con habilidad logró en varias ocasiones forjar alianzas políticas y en el 2005 una gran coalición la eligió canciller; se convirtió así en la primera mujer desde finales del siglo X en ocupar ese cargo y la primera persona educada en la Alemania Oriental que llegaba a regir los destinos de la Alemania unificada.

Sus firmes posiciones como estadista a nivel mundial han sido evidentes. Por su defensa de los valores cristianos, de la familia, de los refugiados, del medio ambiente, el fortalecimiento económico de Alemania y de Europa, la austeridad gubernamental, y otros temas de interés nacional, regional y mundial, se ubica como una figura cimera en la geopolítica universal, muchas veces comparada con la Dama de Hierro, Margaret Thatcher. Se le considera, actualmente, como la mujer más poderosa e influyente del mundo. En el 2009 y en el 2013 logró ser reelegida.

Por su lado, Inés Gonxha Bojaxhiu, Premio Nobel de la Paz en 1979, dedicó su vida a atender, en sus propias palabras, a ‘los hambrientos, los desnudos, los que no tienen hogar, los lisiados, los ciegos, los leprosos, toda esa gente que se siente inútil, no amada, o desprotegida por la sociedad, gente que se ha convertido en una carga para la sociedad y que son rechazados por todos'.

En 1949 sentó las bases para crear una nueva comunidad religiosa, las Misioneras de la Caridad, que ayudara a los más pobres entre los pobres. Murió a los 87 años en 1997 en Calcuta y al momento de su fallecimiento la orden religiosa regentaba hospicios y hogares para personas con sida, lepra y tuberculosis, además de comedores populares en Asia, África y Europa.

Por ser considerada digna de veneración universal, fue beatificada por Juan Pablo II cuando se comprobó que inexplicablemente Mónica Besra, encomendándose a la Madre Teresa, sanó de un tumor maligno en el abdomen. Y, actualmente, al comprobarse la sanación extraordinaria de un paciente brasileño desahuciado en estado de coma, el papa Francisco aprobó su canonización en septiembre del próximo año.

Dos vidas ejemplares dignas de imitar.

EXDIPUTADA

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