• 06/09/2020 00:00

Explicación sensata sobre lo que sucede en las redes

Los chats y las redes sociales han puesto en evidencia los rasgos neuróticos de ciertas personas. No hay duda de que son bastante comunes los casos de psiquiatras que atienden pacientes con una creencia falsa de que están por encima de todo el mundo y se comportan de manera peculiar, como si fueran dueños de la verdad y dictadores de la decencia.

Los chats y las redes sociales han puesto en evidencia los rasgos neuróticos de ciertas personas. No hay duda de que son bastante comunes los casos de psiquiatras que atienden pacientes con una creencia falsa de que están por encima de todo el mundo y se comportan de manera peculiar, como si fueran dueños de la verdad y dictadores de la decencia. Los delirios que experimentan estas personas son uno de los muchos rasgos que revelan su total desconexión con la realidad. Y como sociedad es necesario identificarlas, porque tanto sus síntomas de esquizofrenia y paranoia como sus trastornos bipolares y afectaciones por experiencias pasadas, las convierten en individuos con un potencial enorme para hacer daño a la colectividad y hasta desestabilizar al país.

No somos psiquiatra ni psicólogo, pero sabemos que el tratamiento de estas personas durante muchos años estuvo influenciado por Sigmund Freud y su propuesta de que, como muchos otros problemas, los engaños mentales y delirios psicóticos se debían a hechos pasados o experiencias aprendidas. Y sabemos también que son reflejos de algún tipo de fallo de la racionalidad y de la pérdida del pensamiento lógico.

Lamentablemente, las personas sanas son todo menos lógicas, como se corrobora en el libro de Daniel Kahneman, “Thinking, Fast and Slow”, en el conocido problema de Linda. Allí Linda tiene 30 años, es soltera y muy brillante. Se especializó en economía. Como estudiante, estaba profundamente preocupada por cuestiones de discriminación social y justicia económica, y también participó en manifestaciones políticas. Según esta descripción, ¿qué es más probable que sea cierto acerca de Linda? 1) Linda es cajera de banco, o 2) Linda es cajera de banco y participa activamente en el movimiento feminista.

La mayoría de las personas pensarían que esa breve descripción adicional en la opción 2 daría una idea de la personalidad de Linda y, basándose en eso, concluirían que la opción 2 es cierta. De hecho, debido a la naturaleza de las opciones (la opción 2 coloca a Linda en un grupo más pequeño de personas que la opción 1), es la opción 1 la que lógicamente es más probable que sea cierta.

El problema de Linda es un ejemplo de un concepto que debería impulsarnos más a pensar en términos de pura probabilidad numérica. Y, como matemático, podemos asegurar que la lógica siempre nos lleva a considerar el conjunto que es estadísticamente más probable que suceda. Pero no es así como los humanos, psicológicamente sanos o no, tendemos a pensar, como lo demuestran este problema y muchos otros ejemplos que leemos en chats y redes sociales. De modo que la idea de que podamos distinguir razonablemente a los individuos psicóticos de los no psicóticos, en términos de racionalidad, no se sostiene. Incluso, hay evidencia de que a estas personas propensas a los engaños mentales se les observa muy normales, mucho más propensas a decir que tienen un pensamiento lógico que las que no lo tienen.

Y mirando estas señales en miles de personas y estudiando los hallazgos de Kahneman y Amos Tversky es que Matthew Ratcliffe, psicólogo británico, llega a la conclusión en 2014 de que es la pérdida de confianza en el mundo lo que podría explicar que las personas sean propensas a delirios, porque “es probable que sus ideas están moldeadas por hechos y situaciones dentro de un contexto de experiencias subjetivas”. Lo cual significa que cuando se pierde la confianza en algo, nos cuesta creer en ello. Y quizás la pérdida de ciertas formas de creencias ordinarias, especialmente en torno a rupturas de relaciones familiares o separaciones sociales, haga posible adquirir creencias completamente diferentes a lo que se tenía antes.

Lo cierto es que el aparato mental de todas las personas consiste en pensamientos, sentimientos, emociones, sospechas fugaces, tendencias, inclinaciones, corazonadas y repertorios completos de patrones de comportamiento socialmente recompensados, todos los cuales están moldeados por nuestra historia de vida, relaciones sociales, éxitos laborales y grado de espiritualidad. Visto de esta manera, para determinar por qué algunas personas se obsesionan con creencias inusuales de grandiosidad y absolutismo, como si fueran impolutos y libres de pecado, rápidamente se concluye que son individuos que están mentalmente desbalanceados y tienen varias tuercas flojas.

En consecuencia, tratar de cambiarlos o retroceder para examinar todo el contexto mental en el que surgen y viven, no es de nuestra competencia. Además, sería inútil intentar estudiar sus engaños mentales de forma aislada, cuando dentro de sus cabezas vibran experiencias y atribulaciones de toda una vida entera. Por eso, en lugar de preocuparnos por las cosas delirantes que creen, deberíamos centrar nuestra atención en las cosas verdaderas en las que ya no creen, cuya ausencia ha permitido que florezcan los engaños y las conductas absurdas que son ahora notorias en chats y redes.

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