• 05/11/2012 01:00

¡El Colón de ayer y de hoy!

R endimos tributo de homenaje al noble y querido pueblo colonense, con motivo de conmemorarse el 109 aniversario patriótico del ‘Movimie...

R endimos tributo de homenaje al noble y querido pueblo colonense, con motivo de conmemorarse el 109 aniversario patriótico del ‘Movimiento de Separación en Colón’ (1903). ¡Un aniversario, empero, infortunadamente luctuoso para los buenos colonenses! No se conoce un pueblo, ni apenas puede comprendérsele sino cuando se penetra en el drama de su cultura, que es expresión del alma colectiva en perenne tránsito de angustia.

El ‘régimen de mando personal’ asestó agraviar al pueblo colonense, al sancionar ‘contra viento y marea’ la fatídica Ley 72, con secuela de represión, heridos, saqueos, destrucción y, lo mayormente lamentable, la muerte de un niño inocente en edad escolar de solo nueve años, a cuyo funeral, en Colón, no asistieron las autoridades del Meduca. ¡Inaudito! En tales circunstancias, se me figura la postura de la Licda. Thelma King (Q.E.P.D), como ministra de Educación, encabezando el cortejo fúnebre del ‘niño mártir’, llevando consigo, en su cartera, la renuncia del cargo.

¿Qué dirían nuestros próceres Porfirio Meléndez, Juan Antonio Henríquez, Orondaste Martínez, Carlos Clement y Aminta Meléndez; prestigiosas personalidades como Víctor Navas, José Dominador Bazán, Agustín Cedeño, Dulio Arroyo, Martín Herrera, Mario Julio, Víctor Dosman, Thelma King y muchos otros? Son tan solo anuncio de una comunidad que no se llega a penetrar totalmente, pero que como hilo conductor podrían llevarnos a la raíz de un pueblo, que está buscando el camino de su bienestar y progreso y que habrá de encontrarlo definitivo y suyo.

El proceso de la educación sistemática se organiza en forma tal, que puede observarse en ella ascensos y caídas, de acuerdo con las ideas predominantes y con la orientación imperante en el gobierno: vibración de anhelos populares motivado por la ‘Separación definitiva de Panamá de Colombia en 1903’; exaltación magnífica del alma popular, dueña de su destino en la hora de crear cultura para todos, bajo los gobiernos (1904-1968); enervamiento bajo el régimen militar (1968-1989).

Y nuevamente, dolorosa caída y reacción decepcionante bajo el actual ‘régimen de mando personal’ (2009-2014), que en su afanosa tarea desarrollista, en beneficio de un pequeño grupo de ‘inversionistas’ nacionales e internacionales, obstaculiza toda elevada aspiración de crecimiento espiritual, de ascenso democrático, de expresión auténtica de cultura en Panamá.

Al recorrer la historia de la educación panameña, resaltan las obras de los gobiernos de Belisario Porras (tres veces presidente de la República), y de Enrique A. Jiménez, que durante escasos tres años (1945-1948), hizo realidad la autonomía universitaria y la dotación de rentas fijas que garantizaban a la Universidad de Panamá su permanencia, más la creación de la ciudad universitaria y la construcción de sus tres primeros edificios. La construcción de la Escuela de Artes y Oficios, el Colegio Félix Olivares, de David; los primeros Ciclos de Chitré y Las Tablas; el Colegio Abel Bravo, de Colón; además, sancionó la Ley 47, Orgánica de Educación de 1946, aún vigente.

En lo económico, el relleno de los manglares y la Zona Libre de Colón (patrimonio nacional) y el Aeropuerto Internacional de Tocumen. En lo local, las Barriadas de Alcalde Díaz y de Betania; los hospitales de Penonomé y Nicolás Solano de La Chorrera. La donación de los terrenos para el Hospital del Niño y la Cámara de Comercio. En la agricultura, cuestión fundamental para el país, creó el Instituto de Artes Mecánica de Divisa y los fomentos agrícolas de Chitré, Colón y David. Todas estas obras propias de un estadista, ‘sin comprometer al país con deudas a la posteridad’. ¡Colón fue particularmente beneficiado cultural y económicamente!

Se justifica el reconocimiento de la ciudadanía, cuando señala como única crítica que podía hacérsele al gobierno del presidente Jiménez el: ‘realizar muchas cosas y en el menor tiempo posible’, lo que imprimió a su administración singular brillo y un triunfo incomparable, porque el hombre que estaba al frente del Estado comprendía, con angustia, la urgencia que tenía Panamá de superar su condición socio-cultural y económica.

¡He ahí el valor de su obra total, de expresión cabal de un momento histórico y, sobre todo, de los ideales que estuvieron presentes en la hora de las realizaciones!

PEDAGOGO, ESCRITOR Y DIPLOMÁTICO.

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