• 01/07/2016 02:02

Conozco a Idalia

Sin embargo, a la amiga y hermana de siempre, Idalia Pérez de Martínez, le expreso mi admiración y estima

Desde hace más de 20 años, mucho antes de que llegara a ser funcionaria de jerarquía en el Senniaf, ya conocía a Idalia Pérez de Martínez y a su esposo, el licenciado Arcadio Martínez. Ellos, desde los años 90, son una pareja ejemplar.

Arcadio su esposo, un abogado honrado, honesto y correcto en todas sus cosas. Estoy seguro de que él nunca aparecería en ningún ‘PanamaPapers ' ni en ninguna ‘Lista Clinton '. Porque, con sencillez y humildad, ha logrado ser un profesional exitoso que sirve a este país en una de las más altas casa de estudio.

Igual su esposa Idalia, de quien fui su jefe hace tiempos atrás, por años y no me cabe la menor duda de su integridad, honestidad, de su temor a Dios y deseo sincero de servir con dignidad a su comunidad.

Sería falso si dijera que nunca tuve diferencias con Idalia por situaciones de percepción o comunicaciones erradas, que ambos pudiéramos tener. Pero nunca nos faltamos al respecto y siempre se procedió con dignidad y justicia.

Siempre supimos superar nuestras desigualdades con sinceridad y con una buena dosis de comprensión del rol que nos tocaba actuar a cada uno en nuestras responsabilidades laborales.

Cualquier discusión, por pequeña o grande, siempre lo superamos. Por ello me causa gran extrañeza el ‘festín ' que han hecho en los medios de comunicación sobre el comportamiento de Idalia.

Debo decir que tiene una personalidad y un carácter muy firmes, formado así, porque en su corazón alberga un verdadero sentido de la justicia, lo correcto y lo digno.

De ella nunca procedería ni el soborno ni el chantaje ni el juegavivo ni la corrupción ni la mala intención premeditada ni mucho menos hacerle daño a ningún persona; ni menor ni mayor de edad. Esas conductas, estoy seguro que las rechazaría inmediatamente sin más dilación que su enojo manifiesto.

Diría también que me sorprendió su tenaz lucha frente a los abusos de poder que, en los medios de comunicación, en contra de los gobernantes del período pasado ella manifestó con valentía. Sin embargo, recordé muy bien que ella de sumisa ante la injusticia no tenía ni un pelo.

Asimismo, sus críticas en ese entonces fueron lo suficientemente atinadas y firmes, manejando una personalidad crítica y combativa que es lo que hace falta en nuestra sociedad para que no sigan los abusos, la altivez, la prepotencia y arrogancia, características de la mayoría de aquellos que llegan a ser dignatarios de este país.

Pero da la casualidad (aunque para Dios no hay casualidades) que conocí por experiencia también la ‘tramitología de la adopción ' que por respeto, cuidado y amor a los menores, mejor es que no ahondemos en el caso, ya que hace un poco más de 10 años a esa situación nos enfrentamos y el silencio de Idalia al no explicar muchas cosas por las que se motivó su salida del Senniaf lo entendemos hoy, muy bien. Y vamos a dejarlo así de ese tamaño.

Sin embargo, a la amiga y hermana de siempre, Idalia Pérez de Martínez, le expreso mi admiración y estima. Además que tenga presente que: ‘... a los que aman a Dios todas las cosas le ayudan a bien, esto es a los que conforme a sus propósitos son llamados... '.

A sus detractores, con mucha humildad y sencillez de corazón, les recomendaría fíjense bien lo que el apóstol Pablo de Tarso les recordó a los creyentes de Gálatas: ‘... no erréis, Dios no puede ser burlado, todo lo que el hombre sembrare eso también segará '.

No desmayes Idalia.

INGENIERO AGRÓNOMO.

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