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- 24/12/2015 01:00
La encrucijada siria (II)
Adicionalmente está en el arco militar trazado por la estrategia del Pentágono y la OTAN como un muro de contención de la República Popular China y Rusia. Evidentemente, el Estado o Emirato Islámico, como también se le dice, fue una entelequia sin ningún tipo de estructura como tal, que evoluciona hacia formas superiores de organización y mando mediante la violencia criminal y el temor terrorista. En el caso específico de Siria se ha aprovechado de la ambición occidental de hostigar hasta eliminar al gobierno de Bashar al-Assad lo cual explica la necesidad de mantener una presencia militar norteamericana y europea para sostener la ocupación de Occidente en la región. No son pocos los que creen que hay un propósito no tan oculto de balcanizar a Siria y crear un Estado tapón artificial en la zona norte, con la utilización de facciones kurdas, para dejar al gobierno de Bashar al Assad en la inopia y listo para ser sustituido por un régimen de la Hermandad Musulmana de la que el presidente turco Recep Tayyip Erdogan es miembro y propulsor.
Sería una tarea en estos momentos difícil y casi irrealizable por el obstáculo que significa la presencia rusa en los campos de batalla, y porque Turquía e Israel difícilmente podrían zanjar las profundas divergencias entre el régimen del Kurdistán iraquí que preside Masud Barzani y apoya Tel Aviv, y las facciones kurdas turcas adversarias de este y de Israel.
Benyamin Netanyahu no renuncia al viejo plan de asaltar con los peshmergas del clan Barzani el norte de Siria y crear un Kurdistán independiente en la frontera con Irak, pero ni los kurdos sirios ni los turcos aceptan a este gobernante corrupto y se correría el riesgo de que un Estado tapón en esa zona reactive el conflicto kurdo en Turquía donde residen cerca de 20 millones de ellos divididos en numerosas facciones. Los kurdos de Irán tampoco lo aceptarían.
El propósito del presidente Erdogan de que un nuevo Kurdistán lo gobierne la minoría turca, por supuesto que no ha podido caminar y sigue siendo un sueño en una noche de verano. En cambio, Estados Unidos y Europa preferirían la eliminación del actual gobierno de Bashar el Assad y el establecimiento de uno de la Hermandad Musulmana que buscaría imponer gobernantes de esa tendencia en Jordania y Líbano, pero al igual que sucede con el hipotético Kurdistán independiente, la presencia militar rusa y su éxito sobre las fuerzas terroristas, han hecho imposible ese sueño. En la crisis siria hay que contar con el presidente el-Assad para su solución. El juego de Estados Unidos ha sido claro: cambiar la geopolítica entera del mercado de gas mundial en favor de las empresas occidentales e Israel y dar así un golpe mortal a Rusia e Irán en el comercio de los energéticos. Pero no lo han logrado.
En medio de ese panorama, y cuando desde el punto de vista militar las fuerzas terroristas del Estado Islámico sufren las peores pérdidas y el ejército sirio recupera terreno perdido, se produce el sorpresivo derribamiento del bombardero Su-24 ruso por parte de las fuerzas armadas turcas, creando con ello una terrible confusión en medio de un vendaval de especulaciones.
El derribo se produce cuando ya Rusia y Turquía tenían aprobado la construcción de un gasoducto, el Turkish Stream, que con una inversión descomunal de 10 mil millones de dólares, le serviría a los rusos para trasladar gas desde su país hacia territorio turco y de allí a Grecia y otros mercados europeos. Un negocio redondo para Erdogan y para la Unión Europea que dejaría de estar afectada por el sabotaje de Estados Unidos al gasoducto de South Stream, en la región ucraniana, que llevaría el gas ruso hasta Tarvisio, Italia, y desde allí al resto de la UE.
El artero ataque al Su-24 era impensable no solamente porque Turquía se había agregado a los países que presuntamente actuaban contra los terroristas del Estado Islámico, sino que, además, el 16 de noviembre Moscú y Ankara anunciaban ‘próximos encuentros gubernamentales' para dar inicio al proyecto Turkish Stream. Pero exactamente ocho días después de ese anuncio, un misil Aim-120 Amraam de fabricación norteamericana lanzado por un avión turco F-16, derribó al bombardero táctico ruso en el norte de Siria sobre el área prospectiva para la instalación del hipotético nuevo Kurdistán.
Ankara sabía que con esa acción se complicaba muchísimo la situación en Siria y toda la región, y quedaría descartado el ambicioso proyecto Turkish Stream. Además, ponía en grave riesgo el consumo nacional de gas que depende en 55 por ciento del suministro ruso, y de su petróleo que llena el 35 por ciento de los depósitos turcos.
Continuará...
ANALISTA