• 30/09/2025 07:12
PANAMÁ

Las identidades de Panamá y el proyecto nacional

Repito una preocupación permanente: ¿De dónde venimos, quiénes somos y hacia dónde vamos?

¿Cómo nos veían al principio desde afuera? Hace ya más de cuatro siglos, en un personaje de Lope de Vega (1562-1635), en La Dama Boba (1613) aparece la imagen de una sociedad nueva. Era un joven español, el nuevo rico indiano, que regresa de hacer fortuna fácil en un paraíso ultramarino mediante la trampa celestinesca.

En 1794 Juan Franco, religioso ilustrado nos ofrece desde Panamá, en centenares de páginas manuscritas, la imagen de un país con una naturaleza tropical exuberante, vegetal y animal, con gentes que hablaban con “flojedad y desmayo en las voces”, que pasaban mucho tiempo en una hamaca. ¿Imagen exagerada de pereza en la abundancia natural? ¿Recuerda la lengua defectuosa practicada aún hoy?

Pasamos rápida y suavemente, en 1821, de la monarquía hispánica a la república bolivariana antiesclavista y anticolonialista. En el siglo XIX Justo Arosemena (1817-1896) pensaba en Panamá como un activo lugar de tránsito y emporio comercial. El patricio, político liberal, aunque plenamente colombiano, advertía en Panamá una singularidad frente al resto de la Nueva Granada. Aspiraba a una autonomía, gran proyecto istmeño que logró con el federalismo en 1855, año de inauguración aquí del primer ferrocarril transcontinental.

Nació la República en 1903, súbitamente, en la vorágine geopolítica por y para el canal, con su defecto original a “perpetuidad”, la Zona del Canal (1904), cuya solución esperó décadas. Los próceres fundadores querían afirmar el origen europeo, hispánico, de nuestra sociedad e imponer la “civilización” mediante la educación y el embellecimiento urbano. Belisario Porras Barahona (1856-1942) representará mejor que nadie este primer proyecto nacional.

Mientras, llegan al país, de 1904 a 1914, millares de estadounidenses blancos y todavía más afroantillanos, más de sesenta mil, para terminar de construir el Canal de Panamá –comenzado por los franceses en 1881-, a los que se añadieron más de diez mil españoles e italianos. Surge, en la élite del interior, la “panameñidad” rural, en oposición al transitismo, el cosmopolitismo urbano y la aplastante influencia estadounidense. Fueron los de Acción Comunal (1920-30) que promovían resaltar una identidad mestiza, hispano-indígena.

Ideología precursora del llamado “panameñismo”, con su líder populista autoritario, nacionalista conservador, Arnulfo Arias Madrid (1901-1988), cargado de xenofobia y racismo (afroantillano, indio, chino, judío), pensamiento aún vigente, en un país por paradoja fabricado en su mayoría por inmigrantes de diversas razas y culturas, todavía con importantes comunidades de origen extranjero.

Entretanto, aparecieron las ideologías marxistas-socialistas de origen europeo, con sus militantes locales que expusieron la contraposición de las clases sociales y su enfrentamiento dialéctico. Estos militantes, aunque muy vociferantes e influyentes mediante movimientos sociales, políticos y de juventudes, no han superado aún la pertenencia a pequeños círculos intelectuales, universitarios y sindicales-gremiales, y 1% del electorado.

A mediados del siglo XX afloró, entre académicos, el concepto de los grupos humanos y las etnias, con un enfoque antropológico. Primero, fue la exaltación de los afroantillanos, como sucede en las universidades del mundo anglosajón, por activistas locales ávidos de poder político. Más adelante, ellos enaltecen a los afrodescendientes en general, en un Panamá muy teñido racial y culturalmente del África. Después realzamos a los “originarios”, a las poblaciones indígenas depauperadas, comarcales –rebaño electoral, 17%, para políticos-, como ocurre en países sudamericanos andinos y en México.

El panameño promedio es, según estudios genéticos de la Universidad de Panamá, 40% indígena, 33% africano negro y 27% europeo. Concluimos fácilmente que una inmensa mayoría de los panameños, mestizos, puede reclamar varios orígenes raciales y culturales. La consecuencia es tener identidades diversas que se siguen forjando en Panamá, activo y fascinante laboratorio social, con medio milenio, el más antiguo de tierra firme.

Durante el régimen autocrático, nacionalista y populista-reformista del general Omar Torrijos Herrera (1919-1981), los panameños logramos, mediante la diplomacia, recuperar la plena soberanía al eliminar la Zona del Canal el 1 de octubre de 1979 gracias a los Tratados Torrijos-Carter. Recibimos el Canal el 31 de diciembre de 1999 para administrarlo mejor que los estadounidenses y duplicar su capacidad en 2016. Fue el último gran proyecto nacional que integró un país partido.

¿Desde la inauguración en 1990 de una democracia liberal imperfecta, cuál es la imagen en el exterior de Panamá? Es imagen ambigua: Primero, paraíso del desorden, la trampa, la desigualdad social y la pobreza, la corrupción pública, la injusticia y la impunidad, con educación de muy baja calidad. Parecemos un país dominado por gente alegre, ruidosa, pasiva, supersticiosa y crédula, que cae fácilmente bajo la influencia de demagogos y políticos de toda laya. Tenemos igualmente un país de oportunidades y muy atractivo para empresas y personas extranjeras. Somos 4,5 millones de habitantes del Estado soberano más rico y moderno de América Central, con el mayor ingreso per cápita de Latinoamérica, cosmopolita, multicultural, del hub marítimo y aéreo, del fabuloso Canal de Panamá, nuestra reluciente marca internacional. Logramos mantener un país pacífico, a pesar de las fracturas étnico-sociales, infortunios y calamidades durante siglos.

Enfrentamos hoy, con esperanza, un futuro todavía incierto con ominosas amenazas en un mundo que cambia velozmente. Tenemos que resistir las intimidaciones imperiales y con un nuevo proyecto nacional subirnos al tren de las naciones con sociedades más avanzadas, convertirnos, con mayor unidad, responsabilidad, determinación y una educación de verdadera calidad que aún ignoramos, en el Singapur de América, además de reforzar nuestra identidad más diversa, más rica, poderosa e incluyente.

Más información en mi libro: Reflexiones sobre Panamá y su destino de 1990 a 2024 (www.omarjaen.com.pa)

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