Letras de mujeres ganadoras

Safo tuvo la osadía en su tiempo de dedicar sus versos a sentimientos muy humanos y a la relación amorosa, en lugar de referirse a asuntos relacionados con la política o la sociedad en su sentido abstracto, allá en la Grecia clásica. Con este estilo, que podría considerarse iconoclasta, sentó las bases de la sensibilidad femenina expresada en la literatura. La belleza de Afrodita fue exaltada; así también, se internó en la esencia de personajes de su entorno.

La referencialidad de la poetisa de Lesbos fue diferente a los enfoques de los dramaturgos, más precisos y trascendentes en las emociones. Pero esta exploración de ella permaneció en el tiempo y sentó las bases para una estética lírica desde la mirada femenina. En Panamá, las primeras damas que tomaron la pluma para dejar sentir sus emociones, también supieron llevar a sus páginas, crónicas del momento y el espíritu que definía al ámbito local.

El inicio del siglo XX fue escenario de esta condición. Por ejemplo, Stella Sierra, evoca una perspectiva, según el análisis de su obra basado en la: “… pureza de una esperanza en que el amor llegará con sus clarines a tocar el alma de la misma manera que la ola a la playa, o el paso de la brisa a las ramas de los árboles”. Este comentario se refiere a su obra Sinfonía jubilosa, ganadora del premio de poesía del concurso Ricardo Miró en 1942.

Es sobresaliente este libro de sonetos por varias razones. En ese año, justo se iniciaba un certamen de literatura dedicado al bardo del poema Patria y que se constituyó en el mayor reconocimiento a los escritores que en cinco categorías (cuento, ensayo, novela, poesía y teatro) hicieron de las letras una disciplina. La obra de Sierra inauguró esta dedicación de mujeres por escribir y lograr triunfos anuales por su esmero.

La Biblioteca Nacional inauguró hace unos días una descollante exposición titulada Mujeres ganadoras del concurso Ricardo Miró. Se trata de una muestra de los libros de aquellas damas que han logrado este laurel. Se exhiben 61 obras que se muestran en urnas para que el público las pueda apreciar. El único documento que no está es el libro ganador de Elsie Alvarado de Ricord en 1967, Rubén Darío y su obra poética, que no tuvo edición oficial.

Mario García Hudson, curador de la exposición, es consciente de que es un hito poder exhibir estas obras en forma conjunta y de manera total. Pero, además, que se haya confeccionado una versión virtual en la que se muestran las portadas como carteles colgados en muros en paredes de calles citadinas. Se trata de un esfuerzo que pocas veces alcanza a concretarse en un país donde las actividades culturales no logran mayor significación.

Uno de los aspectos que llama la atención tiene que ver con aquellas escritoras que han alcanzado la presea en varias categorías. Alonda Badano, es un ejemplo: ha ganado en teatro y ensayo. También es autora de poesía y cuento. Un caso parecido es el de Mireya Hernández, que ganó en teatro y en novela.

Rosa María de Britton obtuvo premios en novela, teatro y cuento. Consuelo A. M. Tomás F. incursionó en poesía, cuento, novela y teatro. Elsie Alvarado de Ricord fue ganadora en poesía y ensayo, igual que Dora Pérez de Zárate. Giovanna Benedetti en poesía, cuento y ensayo.

El concurso de literatura Ricardo Miró se suspendió en los años subsiguientes a su inauguración; pero revivió en la década de los años 50. Tan pronto se reinició, se encuentran obras, sobre todo en ensayo, como aquellas de los esposos Zárate y Luisita Aguilera de Santos. Es en este género donde una mayor cantidad de mujeres han logrado títulos premiados.

Esta exposición impresiona por el alcance y contribución creativa de las mujeres ganadoras.