• 28/09/2024 00:00

Lima-Panamá-Cantón: 1591

...Perú y Panamá se asociaron en un esfuerzo de globalización temprana al unir comercialmente al virreinato peruano con China, Japón y Filipinas...

En noviembre del 2024 será inaugurado el megapuerto de Chancay en la costa peruana, al norte de la ciudad de Lima, teniendo como telón de fondo la Cumbre de Líderes del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) que, por tercera vez, organiza el Perú. Este organismo está conformado por Australia, Brunéi Darussalam, Canadá, Chile, República Popular China, Hong Kong China, Indonesia, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Papúa Nueva Guinea, Perú, Filipinas, Taipéi chino, Rusia, Singapur, Corea del Sur, Tailandia, Estados Unidos y Vietnam.

Un megapuerto que contribuirá a la aceleración del proceso de globalización de esa región del mundo. Sin embargo, cuatrocientos treinta tres años antes, el Perú y Panamá se asociaron en un esfuerzo de globalización temprana al unir comercialmente al virreinato peruano con China, Japón y Filipinas. Los años previos a esta audaz iniciativa, particularmente entre 1575 y 1579, fueron de exploración y salieron de Panamá, de Guatemala o de algún otro punto costero de Centroamérica expediciones hacia el Oriente que trajeron las codiciadas pimienta, canela, clavo y jengibre (Cartas de cabildos seculares, 14 de marzo de 1575, en Archivo General de Indias, Guatemala, 41, N. 52, f. 2, citadas por Bonialian, 2022). Desde 1580, los comerciantes peruleros se involucraron directamente en la exportación de plata potosina y de otras mercaderías (cacao, madera) vía Acapulco en una obligada tercerización de servicios con los comerciantes novohispanos ya que esa era la ruta autorizada por la Corona. Casi una década después, las condiciones estaban dadas para que los peruleros actuasen con mayor autonomía.

En julio de 1589, el fiscal real de las islas Filipinas, el licenciado Gaspar de Ayala, le envió una carta al Consejo de Indias informando que un navío del Perú que había hecho escala en Panamá había llegado directamente a Cantón sin detenerse en la feria de Manila (AGI, Filipinas, 18A, R. 7, exp. 49, f. 3). En julio de 1590, con el auspicio del propio virrey García Hurtado de Mendoza y con un capital de ciento veinte mil pesos acopiados por la élite comercial limeña, salió de la Ciudad de los Reyes “el navío de China” cargado de plata y mercancías panameñas y centroamericanas (Iwasaki, 1992) que retornó con pingües beneficios estimados en casi cinco veces el valor de inversión. Sin embargo es la tercera expedición directa a China, en 1591, protagonizada por el barco “Nuestra Señora del Rosario”, la que brinda vocación de permanencia a la ruta El Callao-Cantón, pasando por Japón, con sus dos rutas subsidiarias Guatemala-El Callao y Panamá-El Callao.

La navegación de “Nuestra Señora del Rosario” es además remarcable porque “el navío y su tripulación no retornó al Perú por la vía del Pacífico, sino que continuó operando por la ‘vía de la India’ hasta atravesar el cabo africano de Buena Esperanza para luego llegar a la Península Ibérica” (Lutgardo García, 1997; Bonialian, 2021), donde, con las ganancias obtenidas en China e India, compraron mercancía castellana y europea despachándola en la flota trasatlántica con dirección a Portobelo (Panamá). Los beneficios totales fueron siete veces superiores a la suma invertida de ciento ochenta mil pesos. Esta “inversión mercantil peruana tuvo la capacidad de operar por los ejes constituyentes de la temprana globalización del siglo XVI: el transpacífico, el euroasiático y el trasatlántico” (Bonialian, 2022).

Las relaciones comerciales directas con China alcanzaron su cénit cuando “en 1598 partió la expedición a cargo de Juan de Zamudio fundando muy cerca de Cantón el puerto del Pinal” con numerosos peruleros (Ollé, 2018) que rápidamente establecieron alianzas con los portugueses de Macao y a los que proveían de plata potosina más pura que la plata nipona que usaban hasta ese momento. De ahí partió la embajada comercial de Juan Tello a Siam expandiendo los horizontes peruleros (Carta de Francisco Tello sobre asuntos de gobierno, Manila, 12 de julio de 1599, AGI, Filipinas, 6, R. 9, N. 167, fs. 26-27).

Estos éxitos comerciales atrajeron otros desafíos como la presencia de corsarios que añadieron riesgos adicionales a los negocios peruano-asiáticos (Carta de Alonso de Sotomayor, presidente de la Audiencia de Panamá, 26 de marzo de 1599, AGI, Panamá, 14, R. 15, N. 106, fs. 7-8, citada por Bonialian, 2022) que, aun así, generaban una alta tasa de ganancia y aumento en la recaudación de la Real Hacienda.

La emisión de una Real Cédula regulatoria, en 1604, resultó fatal porque excluyó de la contratación asiática a los emprendedores del Perú. “Considerando el largo período virreinal, estaríamos en presencia de una coyuntura histórica que registró el más alto nivel de relaciones comerciales entre el Perú con Filipinas, China y el Oriente” (Bonialian, 2022). Así terminó abruptamente aquel proyecto pero pronto se inicia otro más promisorio.

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