• 18/01/2020 00:00

El magnicidio del presidente Remón

Contrario a mí general Rubén Darío Paredes yo pude pegar un buen salto al Palacio de Las Garzas. Eran los años 40, corría el billete en los altos mandos de mi comandancia gracias a narcóticos y contrabando.

Contrario a mí general Rubén Darío Paredes yo pude pegar un buen salto al Palacio de Las Garzas. Eran los años 40, corría el billete en los altos mandos de mi comandancia gracias a narcóticos y contrabando.

Yo era el capo, pero en los 50s, Eisenhower me pidió cordura, y se lo transmití a mis subalternos de alto rango. Allí fue donde me sonrió la muerte. Me llamo José Remón Cantera, fui tu presidente número 26 y esta es mi historia.

La noche del dos de enero 1955, el hipódromo ya estaba casi vacío, pero en el alumbrado club house yo departía tragos una y otra vez con mis amigos hípicos. Éramos blanco fácil, mea culpa, y llovió el plomo.

Mi aorta fue fatalmente atravesada, mi guardaespaldas Peralta es disparado por la espalda con otro calibre y un joven Danilo Sousa es herido de una bala pero llega al Santo Tomás con tres.

La mañana siguiente la escena del crimen fue vejada, huellas dactilares por doquier y un perito máximum recién llegado de Cuba dijo que algo olía a Dinamarca.

Acto seguido, el perito Dr. forense Castellanos es llevado a Tocumen por desgarrar muchos velos, a mi VP Guisado lo meten preso por tres años. Mi viuda está calladita y a mi hermano Toto lo nombran ministro de Gobierno y los dos no mueven un dedo por resolver mi magnicidio.

Para acabar de fregar, mi hermano hípico chiricano Toño Anguizola llega junto a mí al Santo Tomás con una herida. A la semana le van a dar de alta y un médico desconocido le eclipsa su salida matándolo. Los testigos jamás volvieron a ver el médico y los galenos no lo conocían.

Muchas publicaciones de mi magnicidio fueron compradas a su arribo en Tocumen, aunado a que mi viuda y Toto no decían ni pío. Peor aún, mi segundo VP (Dickie Arias) autoriza el siniestro nombramiento de Toto y autoriza el préstamo de $400k, vía la CSS a su flota camaronera privada.

En fin, a Julio César los apuñalaron una decena de senadores, a mí media comandancia y a ti 36 presidentes que te timamos a cambio de tu voto. Ya no somos una nación tan infante y tenemos ahora un presidente #37 que llegó al poder con menos de 35%.

Envidio sus zapatos (y taburete) ya que puede inmortalizarse optando por el camino menos tomado por el bien de nosotros y llevarnos a un mejor país que tanto envidia nuestro hemisferio. Ni millones ni limosnas, queremos justicia.

Ingeniero en Sistemas y Telecomunicaciones
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