Un buen estudiante, tranquilo y algo introvertido, que fue monaguillo y empleado en un supermercado antes de alcanzar la fama. Esos son algunos retazos...
- 31/07/2025 00:00
Más allá de los títulos, el poder de las habilidades humanas

Generalmente, el liderazgo suele estar determinado por méritos académicos y experiencia técnica. La lógica parece indicar que quien ha acumulado más conocimientos debería estar mejor preparado para dirigir. Sin embargo, en muchas ocasiones encontramos en posiciones de poder a personas con una impresionante formación académica, pero con serias dificultades para gestionar equipos. Esta desconexión entre conocimiento y liderazgo revela la urgente necesidad de valorar las habilidades de poder, también conocidas como habilidades socioemocionales o habilidades blandas, que son esenciales para una gestión organizacional eficaz.
El concepto de inteligencia emocional, desarrollado por Daniel Goleman (1995), ha demostrado que las competencias emocionales son tan importantes como las cognitivas en la construcción de un liderazgo efectivo. La autoconciencia, la autorregulación, la empatía y la gestión de relaciones son pilares fundamentales para cualquier persona que dirija equipos humanos. Unido a esto, el liderazgo transformacional, propuesto por Bass y Avolio (1994), resalta la importancia de líderes que inspiran, motivan y fomentan el desarrollo de sus colaboradores. Estos enfoques refuerzan la idea de que el liderazgo no puede ser un acto de imposición jerárquica, sino un ejercicio de influencia positiva y empática.
En algunos espacios organizacionales podemos observar personal con vastos conocimientos en su campo, pero con carencias de habilidades clave que se incrementan cuando algunos de ellos ven el liderazgo como un ejercicio de control más que una oportunidad para potenciar a sus equipos de trabajo. Este enfoque genera ambientes laborales poco saludables, con altos niveles de estrés y baja productividad, afectando la eficiencia y la calidad de los servicios.
Cuando las habilidades de poder se integran en el liderazgo institucional, los efectos son palpables. Un colaborador con inteligencia emocional logra identificar las fortalezas de su equipo y genera un clima organizacional positivo. La comunicación clara y empática evita malentendidos y promueve la colaboración, la flexibilidad y la capacidad de adaptación permiten enfrentar crisis con mayor eficacia. En definitiva, un liderazgo basado en habilidades de poder transforma no solo la dinámica interna de las instituciones, sino también la calidad de los servicios que estas brindan a la sociedad.
Es importante replantear los criterios con los que se eligen y forman los líderes en las instituciones públicas. No es sólo la acumulación de títulos y experiencia técnica, a las cuales no les restaremos importancia, pero estas deben ser complementadas con habilidades humanas que permitan una gestión efectiva y armónica, implementando programas de formación en inteligencia emocional, comunicación asertiva y liderazgo transformacional que conlleve a instituciones más eficientes, motivadas y alineadas con las necesidades de la sociedad. El verdadero poder no radica en el conocimiento por sí solo, sino en la capacidad de inspirar, conectar y transformar.