• 21/02/2022 00:00

Medicamentos: dilema

“[…] sugiero que se respalde la industria nacional de medicamentos en Panamá. Se le otorgue incentivos y, de ser necesario, por las limitaciones económicas de este tipo de inversión, acudir a alianzas público-privadas”

Una vez más el tema de los medicamentos sale a flote. En esta ocasión el tema sustantivo es sobre sus altos precios aquí en Panamá. El tema crónico es el desabastecimiento que ha alcanzado, inclusive, a la empresa privada en ocasiones.

Inicio este modesto aporte explicando que la fabricación de los medicamentos es un proceso complejo, como lo son su almacenamiento, distribución, venta y mercadeo.

Para confeccionar esos medicamentos, que, por diferentes razones son prescrito por colegas idóneos, es necesaria la materia prima; es decir, los componentes fundamentales que mezclados producirán la eficacia, calidad, etc. de estos.

La mayor parte de la materia prima en Panamá procede de otros países, lo que genera en ocasiones, de acuerdo con oferta y demanda, que los precios oscilen. No sé cómo andan los aranceles de importación y otros impuestos sobre estas materias primas. No con esto justifico lo acaecido en Panamá, simplemente menciono un eslabón importante en su fabricación.

Son los farmacéuticos y químicos los profesionales mayormente dedicados a esta producción. También la empresa privada que importa los medicamentos, en su mayoría provenientes del extranjero o fabricados aquí, asume en principio los gastos y costos de su distribución, mercadeo, salarios, etc.

Es claro que esta cadena de eslabones ocurre en la mayoría de los países en el mundo y en donde, algunos, tienen precios muy asequibles a los usuarios.

Estos primeros elementos aportan una cierta claridad de lo complejo de este tema.

Nuevamente nuestro Gobierno y la sociedad civil están clamando por una política de medicamentos que permita mejores precios a una población sumergida hasta el cuello y hasta ahogada ya en problemas económicos.

Hay una deuda con el artículo 111 de nuestra Constitución vigente, que dice así:

ARTÍCULO 111. El Estado deberá desarrollar una política nacional de medicamentos que promueva la producción, disponibilidad, accesibilidad, calidad y control de los medicamentos para toda la población del país.

Y más obligante con este artículo: ARTÍCULO 109. Es función esencial del Estado velar por la salud de la población de la República. El individuo, como parte de la comunidad, tiene derecho a la promoción, protección, conservación, restitución y rehabilitación de la salud y la obligación de conservarla, entendida esta como el completo bienestar físico, mental y social.

El mercadeo de medicamentos en especial los innovadores o patente, generan gastos muy importantes que también pueden contribuir a los precios elevados.

Desde la publicidad en general, pasando por la entrega de las famosas muestras médicas, atenciones a colegas y dueños de farmacias, asociaciones de enfermos, etc. generan en ocasiones un tema de conflicto de intereses, ya reconocido por varios estudios, lo que ha llevado a otros países a legislar sobre el tema, como lo es en EUA, el llamado “Open Payment”. Lean sobre esto.

Igual ocurre que hay una ausencia en la aplicación de la estrategia denominada “Uso Racional de Medicamentos”.

“La Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1985 define que hay Uso Racional de los Medicamentos (URM) “cuando los pacientes reciben la medicación adecuada a sus necesidades clínicas, en las dosis correspondientes a sus requisitos individuales, durante un período de tiempo adecuado y al menor costo posible para ellos y para la comunidad”.

“El Uso Racional de los Medicamentos (URM) es un proceso que comprende la prescripción apropiada de los medicamentos, la disponibilidad oportuna de medicamentos eficaces, seguros y de calidad comprobada, a la mejor relación costo-beneficio, en condiciones de conservación, almacenamiento, dispensación y administración adecuadas”.

Quizás por ello se ha generado una política mundial de producir medicamentos genéricos eficaces, seguros, de buena calidad y más bajo precios.

Estados Unidos hace décadas los fabrica y entiendo con precios más bajos respecto al denominado de patente o marca.

Sin embargo, en esas luchas de intereses hay corrientes que desprestigian a los genéricos y más si provienen de algunos países que no son los acostumbrados exportadores, a pesar de contar con industrias de fabricación de primer mundo.

A ello contribuyen también los dispensadores y prescriptores de fármacos envueltos en algunas situaciones de conflicto de intereses.

Muchas veces aprovechan la desinformación y el analfabetismo sanitario. Fortalecer la ética en la mercadotecnia es importante.

Esta maraña de elementos o rompecabezas respaldan que llegar a soluciones no es fácil.

Yo, en lo personal, sugiero que se respalde la industria nacional de medicamentos en Panamá. Se le otorgue incentivos y, de ser necesario, por las limitaciones económicas de este tipo de inversión, acudir a alianzas público-privadas.

En países en que los medicamentos están a menos precios y de buena calidad, la industria farmacéutica nacional esta fortalecida.

Que se revisen aranceles de importación de la materia prima para bajar los costos de producción y otros impuestos que los encarecen. Si ese es el caso.

¿Por qué no pensar en una fábrica centroamericana y de Panamá, estatal o público-privada, que produzca los medicamentos esenciales y sobre todo los utilizados en enfermedades crónicas, entre esas el cáncer?

Su mercado es Centroamérica y otros países del continente, teniendo a Panamá, por su posición estratégica, como centro de almacenamiento y distribución.

Que haya competencia entre todos los que hoy se dedican a este negocio.

Que cada uno de los principales actores se despoje de intereses y aporte rutas para ese abaratamiento que los panameños deseamos, sin sacrificar, calidad, seguridad, eficacia, etc.

A veces pensamos que la destrucción de la imagen del laboratorio de medicamentos de la CSS pudo ser mal intencionada.

Todo este planteamiento lo hacemos en un entorno de una economía de mercado que con justicia social puede permitir estos avances.

Lo contrario es llevarnos a medidas más radicales que de seguro nos afectarían a todos.

La presencia del vicepresidente Gabriel Carrizo en esta Comisión, que espero no tarde, pues aportes razonables ya se han hecho en diferentes escenarios, en dar recomendaciones para llevar al panameño a un mejor precio de medicamentos, significa que puede darse lo que ha faltado en este tema de salud, derecho fundamental del ser humano, la voluntad y decisión política.

Las soluciones pasan por lo inmediato y lo mediato.

Hagamos honor a la Constitución vigente.

Médico internista.
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