• 07/12/2020 00:00

En memoria de Ramiro Vásquez Chambonnet

El desenlace era esperado por Virginia, sus hijos y nietos, así como por los amigos que estuvimos pendientes de su delicada salud. Hasta lo último, el incansable guerrero de mil luchas, en las seis últimas décadas de la historia nacional, se mantuvo con un estoicismo impresionante esperando el final.

El desenlace era esperado por Virginia, sus hijos y nietos, así como por los amigos que estuvimos pendientes de su delicada salud. Hasta lo último, el incansable guerrero de mil luchas, en las seis últimas décadas de la historia nacional, se mantuvo con un estoicismo impresionante esperando el final.

En las últimas semanas, conversamos sobre el deterioro de nuestras instituciones y sobre la pérdida de principios en la política, sobre la ausencia de banderas que inspiraran a las nuevas generaciones. Con signo de pesar, sorbiendo un café, me preguntó si creía que habíamos cumplido como generación, con nuestros compromisos; mi respuesta fue, no por consolarlo, ya que cuentos no se le podían echar, que hicimos lo debido y que podría sentirse satisfecho y orgulloso con su legado político. Creo que esas palabras conmovieron los más profundo de su ser.

Inteligencia superior, con una capacidad analítica sorprendente, era capaz de seducir con sus argumentaciones hasta a sus más enconados adversarios. Jefe tenaz y perseverante, a la vez que jovial y de un humor que solo inteligencias superiores suelen tener, era capaz de defender sus posiciones, aun a riesgo de su propia existencia. Por esa valentía, rayana en la temeridad, fue herido en varias ocasiones por detonaciones que pudieron haber resultado mortales.

Por ese arrojo fue reconocido héroe nacional, a causa de las heridas recibidas el 9 de Enero de 1964. Su capacidad política fue puesta a prueba máxima en ocasión del golpe de Estado de 1968, lo que le permitió dar a conocer sus grandes dotes intelectuales en el escenario político nacional. Me tocó vivir esos momentos confusos junto a otros compañeros, ya que el radicalismo de lo época nos llevaba a combatir a los militares golpistas, hasta ese momento instrumento armado al servicio del imperialismo y la oligarquía criolla.

Fue un momento de grandes definiciones en medio del caos. Conjugar las posiciones combativas contra el trinomio represivo de las luchas populares y, a la vez, vislumbrar posibilidades de una nueva situación a favor de esas luchas, esta vez encabezadas por militares, requería una amplia visión y capacidad interpretativa del momento; es justo decirlo, no todos entendíamos el nuevo fenómeno. Solo la confianza en su conducción y el respeto a su conducta ejemplar nos mantuvo en las filas para impulsar la posibilidad histórica de cambios en medio de la confrontación con otras fuerzas políticas que defendían sus posiciones y trataban de aislarnos de las bases juveniles y estudiantiles.

Fue el momento en que Ramiro, Lucho Navas, Ofelia Rodríguez, Pedro Pereira, Emilio Peralta, Ascanio Villalaz, Jorge Montalbán, Efraín Reyes Medina, Víctor Young, Eduardo Ahumada, Rómulo Bethancourt, Lucho Gómez, Roberto Gómez, Antonio Saldaña y otros valerosos compañeros, entramos también en el escenario de la política nacional.

A él fue que oímos pronunciar por primera vez las palabras “Proceso Revolucionario”, cuando exponía con su dialéctica irrebatible que, por el origen social de los militares golpistas, se podría inaugurar una nueva e inédita situación progresista en el país, pues la esencia del golpe era derrocamiento del poder oligárquico que había dominado la República desde su nacimiento.

Ramiro se destacó también por su capacidad creativa y organizativa, brindando un importante apoyo de masas al proyecto del general Torrijos. El movimiento que lideraba, la corriente conocida como la Tendencia, impulsó organizaciones sociales y de masas como la Federación de Estudiantes de Panamá, el Frente de Reforma Universitario, la Federación de Mujeres Democráticas, las Columnas Juveniles 9 de Enero y movimientos campesinos que servirían después a la creación del Partido Revolucionario Democrático. Y, además, como componente de información política creó el Quincenario Bayano, que hoy sigue jugando su papel orientador a través de las redes sociales.

A todo ello hay que agregar su sentido de solidaridad con los pueblos y movimientos revolucionarios del mundo, y el apoyo desinteresado que brindó a cientos de jóvenes panameños para que cursarán estudios en otros confines del planeta, lo que mostraba su gran humanismo.

Ramiro ha partido al encuentro con Omar, Rómulo, Gerardo, Ascanio, Yepes, Mario Panther, Monty, Baltazar, Manolo, Humberto y otras figuras del torrijismo que construyeron una Patria digna, soberana y orgullosa de su pasado de lucha y de su promisorio futuro. Mantener esas metas debe ser el compromiso de las nuevas generaciones torrijistas.

¡Hasta luego, camarada, compañero y amigo!

¡Paz en tu tumba!

¡La Patria te agradece tu legado y sacrificios!

¡Hasta la victoria siempre!

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