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- 20/08/2020 00:00
Mente positiva
En tiempos de dificultades, pensar en positivo realmente funciona. El pensamiento es un evento energético que rápidamente se transforma en una emoción (del griego “emotion”, emoción) un movimiento neuroquímico y de hormonas. Que cuando es negativo hace colapsar nuestro organismo físico en forma de malestar y enfermedades. Se nos enseña desde pequeños a darle importancia a los pensamientos negativos que suelen ser irracionales y nos hacen sentir mal. Cuando un pensamiento contiene “nada”, “todo”, “nunca”, “siempre” sabotea lo mejor de nosotros mismos y, si no sabemos controlarlo, acaba creando una situación de ira, incertidumbre, desesperanza y miedo.
Se ha estudiado en profundidad lo que se conoce como “pensamientos negativos automáticos”, conocidos en sus siglas como PNA, cuyo significado son las ideas perniciosas que aparecen en nuestra cabeza sin que las busquemos y constituyen una peligrosa fuente de emociones perturbadoras, un círculo vicioso del que no es fácil salir, y se repiten una y otra vez.
Existen técnicas para escapar de este peligroso entramado cerebral. La plasticidad neuronal demuestra que el cerebro es voluble y todos podemos acabar con los pensamientos negativos, y poner en su lugar pensamientos positivos. Pero para ello, lo primero que tenemos que hacer es identificar a los PNA y entender que se trata de pensamientos de los que no somos responsables (al menos, no de forma consciente). Los PNA surgen de forma automática, espontánea, entran de forma brusca en la mente, sin que hayamos hecho ningún juicio previo de la situación. Pero, pese a lo poco sólido de sus argumentos, los percibimos como verdades absolutas; y, es ahí donde reside su peligrosidad, porque damos por cierto algo que no lo es.
En general, se trata de mensajes que parecen taquigrafiados, compuestos por una frase corta que aparece en nuestra cabeza una y otra vez, en forma de recuerdos, suposiciones, lamentaciones y culpabilidad, como la reconstrucción de un suceso pasado: “si hubiera hecho esto no habría pasado aquello”; o, la creación ficticia de un suceso futuro: “siempre hago mal todo, y en futuro volverá a ocurrir lo mismo”. Aunque los pensamientos negativos puedan parecer ridículos, la persona que los sufre los considera muy reales y creíbles. Por ejemplo: “de seguro fulano o fulana lo harán mejor que yo”; “soy un total fracaso”; “¿para qué intentarlo?, esto no va a funcionar”; “yo soy culpable, siempre me lo dicen y así me siento culpable por los errores cometidos”; “siempre pierdo mis lentes, de seguro los vuelvo a perder”; “soy un inútil y mi jefe un imbécil”; “de seguro hoy me irá mal”.
El Dr. Eduard Hitzig, neurólogo y neuropsiquiatra nacido en Berlín, Alemania, desarrolló un alfabeto emocional compuesto de cuatro letras, SARD, y que conviene memorizar. Este alfabeto divide las conductas en R y S y las actitudes en D y A. Los pensamientos negativos nos llevan a conductas con R: rabia, reproche, rencor, rechazo, resistencia y represión; y son generadoras de Cortisol, una potente hormona del estrés, cuya presencia prolongada en sangre es letal, ya que, aumenta el riesgo de adquirir enfermedades cardio-cerebro-vasculares. Las conductas R hacen que se produzcan actitudes D, como depresión, desánimo, desesperanza y desolación. En cambio, los pensamientos positivos hacen que se produzcan conductas S, como la serenidad, silencio, sabiduría, sabor, sexo, sueño, sonrisa y sociabilidad, y son generadores de Serotonina, una hormona que nos produce tranquilidad, mejora la calidad de vida, aleja las enfermedades, y retarda la velocidad del envejecimiento, lo que hace que se originen actitudes A, como ánimo, aprecio, amor, amistad y acercamiento.
Conocer el SARD nos ayuda a aprender a dejar de lado los pensamientos negativos y buscar en cada situación adversa el lado positivo; así, nos desbordamos en Serotonina con todas sus eSes y nos ayudaría a vivir mucho mejor.
La pandemia de la COVID-19 pone en peligro la salud física y mental, con pensamientos negativos de incertidumbre, temores, rabia, tristezas y depresión. No obstante, en contraposición a los pensamientos negativos, se encuentra la psicología positiva, poderosa y ampliamente desarrollada por Martin Seligman, quien nos invita a reflexionar sobre nuestras fortalezas internas y a sacar el máximo partido de ellas en situaciones adversas.
Nuestro país, Panamá, requiere de gente con pensamientos y actitudes positivas construyendo una realidad robusta y capaz de afrontar desafíos de manera admirable. Tendremos dificultades y momentos de debilidades, somos seres humanos, pero el poder del pensamiento y la actitud positiva nos darán la fuerza para sobreponernos de la crisis actual. Tan solo se requiere potenciar el éxito y autoevaluar nuestras fortalezas.