• 24/10/2016 02:02

Una mirada retrospectiva al catalanismo

Esta victoria permitió a Monfort segregar la parte norte del reino catalano-aragonés 

El tema de las revivificaciones soberanistas catalanas se presenta ante los lectores como una fiebre novedosa que ataca el alma y los razonamientos de las gentes de la península ibérica, por tanto es menester aclarar desde cuándo data el tema.

Primeramente, dado que en Europa el tema de las fragmentaciones de grandes Estados y la reasunción de la personalidad histórica de naciones anteriormente subsumidas en esos Estados es un tema renacido, es preciso aclarar que no es un problema exclusivo de Europa Oriental y cada vez lo es más del occidente, pues el continente alberga naciones ocultas que pugnan por reasumir su identidad: Escocia, Flandes, Valonia, Córcega y la Vasconia montada sobre los Pirineos, son parte de una lista que crece y se extiende al Asia Menor con la lucha de los kurdos por reasumir su personalidad histórica y en África con las reclamaciones de los bereberes por visibilizarse.

Esto preocupa a España y Francia que ven resurgir los temas de Cataluña y Occitania. Estas regiones guardan cercanía lingüística, lo que explica que el occitano (del sur francés) pertenezca al grupo de lenguas Ibero-romances y no Galo-romance. Recordaremos que las administraciones francesas, procurando la unidad territorial, buscaron eliminar las lenguas regionales. En el pasado una nación de lengua común que ocupaba la zona pirenaica y del Languedoc. Hoy renace la lengua occitana como expresión de voluntad particularista de las regiones meridionales de Francia.

El reino catalano-aragonés-occitano fue decisivo en la cruzada de los reinos ibéricos para frenar el avance, obteniendo una contundente victoria en Las Navas de Tolosa. Consecuentemente aquel reino fue reconocido como defensor de la fe. No obstante, en pocos años recibiría un anatema, cuando el papado autorizó una cruzada contra las tierras catalano-aragonesas, categorizando a sus habitantes como herejes; fueron las llamadas Cruzadas de la Inquisición. ¿Cómo se trocaron los papeles?

La prominencia de aquellos cristianos que, por costumbre ajena, eran llamados cátaros, motivó una cruzada contra ellos, produciendo el desmantelamiento de la prosperidad material y cultural de Occitania, la que ostentaba un grado muy alto de inclusión femenina. En este aspecto cabe reafirmar que las mujeres, en aquella sociedad, alcanzaron una importancia destacable, siendo consideradas en igualdad con sus compañeros varones.

Destacaron como gobernantas y oficiantes de la fe renovada e igualmente, en puestos influyentes en la vida pública y privada. Cabe resaltar el papel que jugaron Esclaramunda de Foix, la primera y la segunda del mismo nombre, heroínas que son el equivalente meridional de Juana de Arco. Aquellas gentes vivieron el tránsito de la gloria al infierno.

La prosperidad meridional motivó la ambición de Simon de Monfort, noble tosco con escasas posesiones y muchas ambiciones, que vio en la cruzada contra los meridionales una vía de poder. En la batalla de Muret dio muerte a Pedro II de Aragón, quien había acudido en defensa de sus vasallos. Esta victoria permitió a Monfort segregar la parte norte del reino catalano-aragonés. Su furor reaccionario encontró su justo castigo cuando murió de una pedrada que le lanzaran unas mujeres defensoras en el sitio de Tolosa.

Después de Muret, la monarquía catalano-aragonesa, derrotada por la agresión de los cruzados al norte de los Pirineos, se vio constreñida a fortalecer la parte ibérica del reino y expandirse en el Mediterráneo y hacia Nápoles y Sicilia; de ahí que el reino estuviera comprometido en sus luchas europeas cuando se inicia la conquista de América; sin embargo, el rey catalano-aragonés Fernando hace valer sus derechos de reino separado aliado de Castilla, cuando impone la divisa ‘a Castilla y Aragón nuevo mundo dio Colón'.

Esta dualidad monárquica dentro del territorio ibérico subsistió hasta la guerra de Sucesión, finalizada el 11 de septiembre de 1714. Ese día de la derrota final es el conmemorado por los catalanes como el Día de la Diada.

En aquella contienda los catalanes no apoyaron a Felipe V de Borbón, impuesto por los franceses, por tanto, al ser derrotados fueron purgados de sus derechos, separados y el reino catalano-aragonés se subsumió en el resto de España. A quien le interese el ambiente reinante entonces le recomendamos leer la novela Victus , de Albert Sánchez Piñol, enmarcada en la agonía de la soberanía catalana.

Esta soberanía de Cataluña volvió a reconocerse con la República Española, perdiéndose con el triunfo franquista en la Guerra Civil. Con la muerte de Franco y transición siguiente, Cataluña logra recuperar parcialmente la autonomía perdida que ahora reclama en su totalidad.

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