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- 18/01/2020 00:00
Oficio de historiador
El debate está reconocer sí existe o no un oficio de historiador. De hecho, esto obligaría a plantearse sobre su naturaleza, sus personeros, la propia dinámica de la actividad y los resultados que se produzcan.
Desde luego, la afición no puede ser parte del oficio de historiar. Ya denunciaba, Manuel Tuñón de Lara al pensar que: “Escribir la historia era tomar la pluma y ponerse a contar, con más o menos estilo y fuerza persuasoria.” Y sostenía además que : “Hoy en día… se refiere a la empresa, tan compleja como apasionante a que se entrega el historiador”.
Este oficio es de responsabilidad y lo harán quienes tengan la competencia para ejercerlo. La tarea de conocer el pretérito para comprender el presente es una necesidad que solamente es posible si existe una labor verdaderamente científica. Los exitosos resultados del empeño académico, serán únicamente del que está profesionalmente armado y preparado para tal fin.
“…Sin el manejo de la historia no es posible hacer historia aplicada. Aquel criterio de los viejos prácticos, según el cual los hechos históricos están aquí y basta con que los observemos, juntemos y arreglemos para que den origen a generalizaciones convenientes y fundadas, no solo es anticuario, sino que resulta peligroso”, escribía Carlos Rama.
Y es que el aficionado que aborda la historia corre el peligro de lo que señalaba el citado autor y consecuencialmente —por ello— dar una visión anticientífica de los hechos históricos. Sin el conocimiento de la Teoría y de los Métodos históricos no es posible un trabajo acabado.
No obstante, es interesante el planteamiento de Steele Commager, quien pone como únicos requisitos para escribir historia: la honradez, laboriosidad, y sentido común , indicando además que: “… Conviene cierta preparación… pero de ninguna manera es indispensable un adiestramiento específico, y la mayoría de los grandes historiadores nunca tuvieron entrenamiento formal”.
A juicio nuestro, el señalamiento es altamente comprometedor pues para , si bien la honradez, laboriosidad y el sentido común, pudiesen ser requisitos, pone al oficio en situación precaria puesto que el correcto balance o al menos el objetivo estudio con sus resultados, solamente serán productos de quienes reciben y tienen la formación respectiva. De otra manera , cualquiera pudiera abordar el trabajo histórico, y eso no es cierto.
Reconozcamos que la aparición de historiadores profesionales se da en el siglo XIX junto con la llamada historia “técnica”. Es decir, hay un oficio y hay un profesional de la ciencia histórica. Cualquier acción que sea contraria es una usurpación y eso es incorrecto. La Universidad de Panamá en la Facultad de Humanidades, con su Departamento de Historia, responsablemente forma especialistas en el área y será tarea hacer las llamadas de atención para los que asumen irresponsablemente el oficio de historiar.
Comparto plenamente lo dicho por Alfredo Castillero Calvo: “Lo que en realidad me interesa… es que el conocimiento histórico deje ya de ser una mera fabricación intelectual o ideológica sin fundamento metodológico o documental, y su lugar sea ocupado efectivamente por los estudios históricos científicamente elaborados y modernamente tratados… la historia adquiere carácter científico no tanto por su anhelo de objetividad o imparcialidad, sino por la naturaleza de sus instrumentos de análisis y la riqueza del aparato documental en que se apoya”.