• 01/09/2008 02:00

Oportuna denuncia

Felicito al semanario Panorama Católico por su editorial del 10 de agosto de 2008, donde se señaló que las ganancias excesivas de las co...

Felicito al semanario Panorama Católico por su editorial del 10 de agosto de 2008, donde se señaló que las ganancias excesivas de las compañías petroleras y sus filiales no deben ser aceptadas como algo cristiano o natural.

Es de muchos sabido que uno de los factores principales de la presente “crisis petrolera” es la devaluación del dólar americano. Por otro lado, y a menos que las compañías petroleras mejoren su trayectoria, nuestros gobernantes deben tratar de limitar las ganancias récord que dichas compañías han estado recibiendo en la mayoría de los países afectados por la crisis; pues incluso la tranquilidad social es afectada cuando una empresa que presta un servicio indispensable se conduce sólo por criterios mezquinos y sin ninguna consideración por los ciudadanos con limitados recursos económicos.

Este control puede consistir de impuestos cada vez mayores sobre las ganancias de dichas compañías; o, de llegar al extremo opuesto, la nacionalización de dichas compañías. También es muy importante que los panameños conozcamos qué posición al respecto y qué planes específicos tienen los actuales candidatos presidenciales, porque éste es un problema que primordialmente deberá ser encarado por el gobierno venidero y porque la adecuada distribución de las riquezas es el mejor camino para que desaparezcan el resentimiento, la violencia e inseguridad.

En este globalizado mundo moderno, es sumamente alentador que los católicos tengamos una iglesia que, además de su meritoria labor social, proceda a orientar y señalar aquellas conductas específicas que benefician o perjudican a la sociedad; porque, en este mundo donde sobreabunda la propaganda materialista y consumista, resulta difícil que la paz y la justicia se fortalezcan sólo con predicar el amor al prójimo.

Uno de las creencias fundamentales de la iglesia es que todos los hombres somos hermanos; por lo tanto, más que ‘condenar’ a alguna persona o agrupación en nuestro entorno, se trata de identificar oportuna e inequívocamente qué es beneficioso y qué es pernicioso para la gran familia humana. Es más, tarde o temprano, todos, cristianos o no, hemos de cosechar lo que sembremos en el presente.

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