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- 24/12/2020 00:00
Panamá, camino hacia la descarbonización
Panamá está por actualizar sus compromisos ante Naciones Unidas para contribuir a contrarrestar el cambio climático. Estos compromisos, conocidos como contribuciones nacionales determinadas (NDC por sus siglas en inglés), son un compromiso ético adquirido por los países firmantes del Acuerdo de París de 2015.
Panamá se comprometió a aumentar en un 30 % la capacidad instalada de energías renovables al 2050, y a incrementar la capacidad de absorción de carbono en, al menos, un 10 % con respecto al escenario de 2050.
La primera edición de las NDC panameñas fue en el 2016 y de aquella versión nacieron iniciativas como la alianza por el millón de hectáreas y algunas otras acciones bien intencionadas que han estado implementándose con mayor o menor éxito. En la actualización del 2020, se amplía la ambición al incorporar hasta diez sectores o áreas estratégicas de acción, la versión inicial de las NDC 2016 incluyó solo dos sectores.
La mejor ciencia disponible (Informe IPCC Calentamiento Global de 1.5°C - 2018) indica que, para evitar los peores efectos del cambio climático, debemos eliminar el uso de combustibles fósiles en nuestras economías para el año 2050, a este proceso se le conoce como descarbonización. Las metas incluidas en la actualización de nuestras NDC son en verdad innovadoras y ambiciosas respecto a las del 2016; sin embargo, la descarbonización no se logrará limitándonos a establecer nuevas metas para ir acumulando reducciones positivas cada cinco años, esa no es la estrategia correcta. Algo que falta en nuestras metas NDC es visión a largo plazo, capaz de lograr la transición hacia una economía sin emisiones netas.
Desde la primera generación de NDC debimos buscar construir los cimientos para una descarbonización efectiva. La descarbonización es ir más allá de la agenda ambiental, descarbonizar es transformar la economía del país.
Alcanzar las metas requeridas contra el cambio climático solo se logrará con una amplia oferta programática de políticas públicas, reenfoque de subsidios, mix de infraestructuras verdes. Los esfuerzos deben dirigirse a la producción de electricidad de fuentes renovables, movilidad eléctrica, el manejo y regeneración de sumideros de carbono (bosques).
La movilidad eléctrica está ganando adeptos, no debemos perder el impulso; sin embargo, nuestra matriz de generación aún depende considerablemente de fuentes no renovables, por tanto, sería una ganancia a medias el no usar combustibles fósiles en el motor del vehículo, pero sí usarlos para generar la energía necesaria para recargar las baterías de vehículos eléctricos. La producción de electricidad de fuentes renovables es una prioridad.
El financiamiento requerido para transformar nuestros sistemas productivos debe ser igualmente innovador y ambicioso; debemos lograr sinergia entre distintas fuentes de financiación climática, más allá de las tradicionales agencias de cooperación y banca multilateral. Panamá está en condiciones favorables para aprovechar los recursos de inversionistas privados para financiar nuestra descarbonización. Los inversionistas institucionales (compañías de inversión privada, aseguradoras, fondos de pensión, fondos soberanos), administran en conjunto más de 110 billones de dólares en activos (“Financing low-carbon, climate-resilient cities. Coalition for Urban Transitions”. Marzo 2018). Estos tipos de inversionistas suelen tener expectativas de largo plazo, volatilidad relativamente baja y protegida contra la inflación. Es posible estructurar inversiones climáticas con relaciones riesgo-rendimiento y horizontes de inversión apropiados para hacerlos atractivos a estas fuentes de financiamiento.
El sector financiero panameño está dando pasos claros para posicionarse como un Hub Regional de Finanzas Sostenibles y estar listo para emprendimientos mayores, como los requeridos para la descarbonización. La Bolsa de Valores de Panamá (BVP) emitió en octubre de 2019 una Guía para la Emisión de Valores Negociables Sociales, Verdes y Sostenibles. A la fecha se han realizado algunas emisiones de Bonos Verdes, pero el mercado debe aún madurar y alcanzar masa crítica.
Panamá cuenta con funcionarios y técnicos de primera línea, preparados e innovadores; capaces de idear excelentes estrategias de reducción de emisiones cada cinco años, pero el Estado debe revisar el enfoque dado a las NDC. Debe imperar una visión a largo plazo, que movilice la inversión climática privada y que se traduzca en una verdadera política de Estado que conduzca hacia la descarbonización.