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- 07/11/2022 00:00
Programa de Auxilios Económicos del Ifarhu
Es natural que haya indignación, cuando vemos que los objetivos de una entidad noble, como el Instituto para la Formación y Aprovechamiento del Recurso Humano, se distorsionan y los recursos de que dispone para promover la educación, no están orientados hacia los que más lo necesitan.
En primer lugar, tendremos que decir que los programas sociales que se sostienen con nuestros impuestos, deben actuar como un mecanismo de redistribución de la renta para que esta llegue a los que más la necesitan. Ese espíritu está recogido en los objetivos generales del programa de becas del Ifarhu, que expresa lo siguiente: “Brindar a la población estudiantil las herramientas necesarias que le permitan salir de los niveles de pobreza en los que se encuentran o mejorar sus niveles de vida”.
Si analizamos el concepto de beca, esta se define como “Ayuda económica procedente de fondos públicos o privados que se concede a una persona para pagar total o parcialmente los gastos que le supone cursar unos estudios, desarrollar un proyecto de investigación o realizar una obra artística”, de manera que este auxilio económico entra en la categoría de beca.
Si es una beca, como en efecto, pensamos que lo es, este auxilio económico debe estar alineado con los objetivos generales del programa de becas, que expresa que es para salir de los niveles de pobreza, de tal forma que lo que aspiren a este beneficio, deben estar en una condición socioeconómica que requiera de este subsidio para superarse.
En evaluación de proyectos, nos enseñaron que debe haber concordancia en los objetivos, de tal forma que los objetivos generales y específicos del programa de “Auxilios Económicos” no coinciden, cuando el objetivo general permite que todos los panameños puedan participar de este beneficio, pero los objetivos específicos nos hablan de estudiantes panameños y estudiantes de escasos recursos de universidades oficiales, de tal forma que excluye a estudiantes de universidades privadas, que también los hay de escasos recursos. A renglón seguido, señala los objetivos específicos, que este apoyo económico es “a través de becas para que asistan a programas de educación superior”.
Dicho esto, es indudable que los auxilios económicos son una beca, en consecuencia, sus objetivos deben estar alineados al programa de becas del Ifarhu, que reconoce la meritocracia y que de igual forma concede becas a estudiantes que, por sus créditos, tienen derecho, porque no se hace ninguna distinción a los estudiantes que ocupan puestos de honor en sus colegios.
El argumento de que todos los panameños tenemos derecho a beneficiarnos de los programas del Ifarhu es válido, pero quizás el método en que unos acceden a estos derechos es el cuestionable. Si el Ifarhu debe estar conectado con las necesidades de recursos humanos del país, entonces que haga la convocatorias para que todos los panameños participen y luego los que, por méritos, se ganen estas becas, se les conceda independiente de la condición socioeconómica, pero cuando el país se entera de quiénes son los beneficiarios y la vinculación que tienen con los que ostentan el poder, es razonable la insatisfacción de cientos de panameños, de jóvenes talentosos que no encuentran oportunidades de superarse, porque no han podido ver la estrella, que es la educación. Si necesitan un modelo, de cómo podrán hacer estas convocatorias, podrían consultar a Senacyt, donde las becas son sometidas a concursos.
Formamos parte de una generación que estudiamos con becas, en todas tuvimos que concursar para optar por ellas, ofrecidas por organismos internacionales. El Ifarhu debe conservar su filosofía, de ayudar a los que menos tienen posibilidad de financiar sus estudios, no acabemos con la institucionalidad de esta organización, para convertirla en un bastión político de quienes tienen el poder, para favorecer a sus allegados.