• 17/02/2018 01:02

Retenes y pesquisas abusivas

‘[... absurdo que nos gastemos millones [...] en ensanchar carreteras, para que, en fechas como carnavales, nos tengamos que topar con tranques causados por los retenes [...]'

En asuntos de policía, hay en la cultura anglosajona una serie de principios conocidos como los Principios Policiales de Peel , que datan de hace casi dos siglos y que orientan los servicios de policía en el Reino Unido, los Estados Unidos de América y otros países que comparten la cultura anglosajona. Son nueve principios cortos, el noveno de los cuales dice así: ‘La prueba de la eficiencia policial está en la ausencia de crimen, no en la evidencia visible de la acción policial en lidiar con él'.

Dicho enunciado reconoce la tendencia natural de los servicios de policía para enfocar sus esfuerzos en estrategias y acciones dirigidas más a visibilizar su esfuerzo por combatir el crimen, que en combatir el crimen. Tal tendencia es hasta cierto punto comprensible, si consideramos que en toda gran ciudad habrá siempre algo de criminalidad e inseguridad. Lo importante que busca resaltar el principio enunciado es que los cuerpos de policía deben resistir la tentación de dirigir sus acciones a visibilizar el esfuerzo contra el crimen, y en su lugar deben dirigirlas a combatirlo de verdad.

En Panamá, lamentablemente, la tentación parece muy difícil de resistir para quienes tienen la responsabilidad de brindar seguridad a la población. Los nefastos retenes que ya desde hace años se han convertido en rutina dentro de la ciudad capital, son clara muestra de ello. Estos retenes policiales, nos dicen, son para nuestra protección y seguridad. Pero hay dos problemas con dicho argumento.

El primer problema es que no hay evidencia de que tales pesquisas indiscriminadas sean efectivas en prevenir delincuencia. Identificar placas y licencias de conducir vencidas, difícilmente puede considerarse como duros golpes al hampa. El segundo, más importante aún, es que los retenes implican una considerable molestia al ciudadano y en muchos casos una violación al derecho al libre tránsito.

Los retenes indiscriminados se convierten en expediciones de pesca, es decir, pesquisas dirigidas no a capturar a un sospechoso de un ilícito concreto del que los agentes de policía tienen conocimiento, sino redes enormes en las que esperan que caiga algo, cualquier cosa. Ocurre que en un Estado de derecho, el ciudadano no tiene por qué estar sujeto ni en su persona ni en su vehículo, a pesquisas que no responden a una causa probable. Las pesquisas abiertas, sin causa probable, son propias de los Estados policíacos, en que todas las personas son sospechosas y en cualquier momento temen ser detenidas o retenidas para inspección, pero no son propias de un Estado de derecho en que prevalece el principio de presunción de inocencia y el derecho al debido proceso.

La mala costumbre de las pesquisas indiscriminadas no se limita a los retenes a vehículos automotores. En años recientes, agentes de la Policía Nacional se han tomado atribuciones en distintos momentos, para ordenar pesquisas masivas a transeúntes en las ciudades, o en puntos de acceso a sitios turísticos como playas. Algunos agentes hasta se han autoconcedido la potestad de decomisar botellas de vino que transeúntes llevan cerradas en mochilas, cuando se movilizan a balnearios públicos en fechas como Viernes Santo.

Los retenes y las pesquisas abiertas e indiscriminadas, que no responden a una causa probable delictiva, son un abuso del poder policial que nuestra ciudadanía viene sufriendo desde hace ya algunos años, abuso que ni autoridad civil ni judicial alguna ha querido frenar. Ya en nuestro país, en pasadas generaciones, ocurrió un fenómeno similar de una gradual expansión de facto de los poderes ejercidos por la Policía Nacional sobre la ciudadanía. En el pasado, las autoridades civiles evitaron cuestionar y poner en orden a la entonces llamada Guardia Nacional, probablemente sobre la expectativa de que eso les servía para mantener poder. Hasta que un buen día esta se tomó el poder político, que era lo único que le faltaba por arrogarse. Lo demás es historia.

Volviendo a los retenes, es absurdo que nos gastemos millones de dólares como país en ensanchar carreteras, para que, en fechas como carnavales, nos tengamos que topar con tranques causados por los retenes, como pasó este viernes 9 de febrero, víspera de carnaval, en distintos puntos de la carretera desde Divisa hacia los diversos destinos carnestoléndicos de Azuero. Y todo para visibilizar la acción policial, en lugar de hacer esta efectiva contra el crimen.

ABOGADO

‘El primer problema es que no hay evidencia de que tales pesquisas indiscriminadas sean efectivas en prevenir delincuencia'

‘Las pesquisas abiertas [...] no son propias de un Estado de derecho en que prevalece el principio de presunción de inocencia y el derecho al debido proceso'

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