• 12/12/2018 01:00

Movimientos irregulares riesgosos

El istmo panameño constituye históricamente una puerta de entrada de esta clase de flujo

Los desplazamientos humanos originados por pobreza, insatisfacción, peligros y otras necesidades, constituyen una de las más controversiales facetas de la migración. Estas causas conducen también al riesgo de convertir esos movimientos en una experiencia irregular que termina por afectar tanto a quien se ve involucrado en tales recorridos, como a las comunidades, lugares y hasta sociedades que acogen a quienes se ven obligados a partir.

El caso actual de mayor complejidad por la cantidad, distancia de viaje e implicaciones internacionales, es el de los centroamericanos (específicamente hondureños) que se mueven desde sus países a través de México para llegar a la frontera sur de EE.UU. y solicitar una condición de refugiados en este. Hay otras situaciones también delicadas, como los africanos que van a Europa o venezolanos en dirección de países de América del Sur.

El istmo panameño constituye históricamente una puerta de entrada de esta clase de flujo. En los últimos años, el tema migratorio ha crecido y tiene implicaciones en diversas actividades nacionales y en las relaciones entre esos grupos con la población local. Tan solo de enero a noviembre de 2018, se han expedido 8446 permisos de residencia permanente, 6167 provisionales, 7124 de residencia temporal y 1858 prórrogas, según los registros.

De un total de 29 103 solicitudes, fueron aprobados en la Dirección Nacional de Migración 23 607 trámites de estas autorizaciones que implican el ingreso en el mercado de trabajo de esa cantidad de personas. Cuando alguien entra a una tienda de comestibles o de venta de mercancía de cualquier tipo, se escucha el acento extranjero de la persona que atiende y cuyo trato es diferente al de los nacionales.

El impacto de tal circulación migratoria tiene también implicaciones en los sectores sociales y en otros como bienes raíces, educativos y hasta en materia de seguridad. En ciertas circunstancias, algunas personas no pueden poner en orden sus papeles y pasan a convertirse en irregulares; otras entran al país y se desplazan en igual estatus para ocasionar diversas formas de conflictos.

Hasta el inicio de diciembre de este año, se detectó a 1922 individuos en tal situación. Un 80 % de esta cifra fue de hombres y el resto, mujeres. El origen de este grupo corresponde a 40 nacionalidades, de las que tan solo cuatro representan un 82.9 %, Cuba, Colombia, Venezuela y Nicaragua; ellas constituyen 1593 del total.

Otro aspecto de esta movilización masiva en el territorio nacional está representada por la entrada ilegal de desplazados a través de la abrupta región limítrofe con Colombia. En lo que va del año, la cuantía anda por 8445 inmigrantes irregulares. Es preocupante que en 2018 la cantidad subió en un 24.5 % en relación a los indicadores del año anterior, cuando hubo 6780 elementos sorprendidos.

Una vez que andaba por compromisos de trabajo en la comunidad de Marragantí, Darién, pude ver en el río afluente del Chucunaque que pasa junto al pueblo, cuando apenas empezaba a salir el sol, una extensa piragua donde venían empinados personajes de tez oscura que apenas alzaban los brazos, como única respuesta al saludo de quienes estábamos en la orilla. Luego supimos que venían de la frontera y eran de origen africano.

Este tráfico que alcanza los núcleos urbanos en búsqueda de mejores condiciones, tiende a complicar porque retrasa las acciones de asistencia social; ya que es necesario dedicar esfuerzos hacia esa especie de población flotante que circula mientras encuentra fórmulas para normalizar su situación. Resulta necesario adoptar medidas firmes que impidan la circulación ilegal dentro del país.

Lo fundamental es adoptar una política que permita obtener lo mejor del aporte que hacen quienes lleguen a esta tierra que floreció gracias al trabajo creativo de inmigrantes que se establecieron para contribuir hacia su prosperidad.

PERIODISTA

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