• 13/01/2021 00:00

Rumbo al Bicentenario

“Un auténtico diálogo democrático y permanente solo se da en un verdadero Estado de derecho; entre ciudadanos y políticos que poseen una cultura política de ideas y valores éticos, no de clientelismo y sectarismo […]”

La convocatoria hecha a los ciudadanos por el presidente Cortizo el 26 noviembre 2020 para forjar un pomposo “Pacto del Bicentenario 2021” sigue la metodología de múltiples diálogos anteriores utilizados por sus predecesores para formular políticas públicas y planes estratégicos, al final todos sin implementar, acuerdos supuestamente vinculantes, pero hoy vistos solo como “documentos históricos”, por no decir letra muerta.

Este nuevo llamado al diálogo, con la ventaja de una plataforma digital digna del Siglo XXI, se convoca en medio de una situación “anormal”, creada por la pandemia mundial de la COVID-19, que ha empeorado los numerosos males que nos aquejan y que ha aumentado aún más las desigualdades socioeconómicas que nos dividen como sociedad.

Pero a estos documentos históricos previos, como “Encuentro Panamá 2000”, “Concentración Nacional para el Desarrollo 2006”, “Visión Nacional 2020”, “Plan Estratégico Nacional 2030”, etc., todos frutos de sus respectivos diálogos sobre el Panamá del futuro, se les debe añadir un sinfín de propuestas de organismos y fundaciones internacionales, de diálogos y negociaciones de gremios, grupos y organizaciones nacionales, con metas y planes que detallan qué hacer y cómo hacerlo para construir un país más equitativo y democrático.

De estos, los más relevantes son los elaborados para fines específicos, como el “Pacto de Estado por la Justicia” (2005) para reformar el sistema judicial panameño, con sus 27 propuestas casi todas sin implementar; y el diálogo de reformas constitucionales 2011 del Consejo de la Concertación Nacional para el Desarrollo, donde se recibieron 1095 propuestas y se elaboró un proyecto de ley de reformas constitucionales, hoy suspendido, reemplazado por un “Memorándum de Entendimiento”, firmado por el presidente Cortizo con el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), increíblemente para facilitar otro diálogo más sobre reformas constitucionales.

Estos procesos quizás muestren la futilidad de esta metodología de “diálogos nacionales” en una democracia defectiva como la nuestra, donde las metas y objetivos operacionales consensuados en dichos acuerdos anteriores nunca llegaron a formar parte de la agenda de los Gobiernos que supuestamente los debían implementar.

Estos abusos de múltiples diálogos políticos comprueban la debilidad ideológica de nuestros partidos políticos y el carácter mediocre, excluyente, clientelar y de escasa legitimidad de las instituciones gubernamentales de nuestros tres órganos del Estado, que no han podido resolver adecuada o efectivamente, ni en dictadura ni en democracia, los problemas que nos agobian a diario como ciudadanos.

Un auténtico diálogo democrático y permanente solo se da en un verdadero Estado de derecho; entre ciudadanos y políticos que poseen una cultura política de ideas y valores éticos, no de clientelismo y sectarismo; más aún cuando la gobernanza se ejerce con probidad y sin corrupción para administrar nuestros recursos económicos y sociales.

En esta ocasión la metodología digital para elaborar un “Pacto del Bicentenario 2021” utiliza los escombros de esas otras visiones de país, iniciadas en 1997. La nebulosa meta es crear “un mejor Panamá”, pidiendo ideas, propuestas y opiniones sobre 11 temas y más de 66 subtemas, en un proceso dividido en cinco fases, donde solo la primera involucra al público en general. Sin duda se busca disimular el presidencialismo centralizado existente, la mala proporcionalidad electoral de los 71 diputados de la Asamblea Nacional, el bipolarismo de coaliciones que castiga a partidos pequeños y a políticos independientes, nuestro deficiente sistema judicial, y sobre todo tratar de recuperar la confianza perdida en el Gobierno.

¿Nos hemos quedado rezagados en el Siglo XIX?

Exdiplomático
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