• 07/04/2023 00:00

Senadis: ¿una barrera institucional?

“En lugar de centrarse en el entorno socioeconómico de las personas con discapacidad, debemos trabajar para garantizarles que, [...], tengan acceso a servicios, reconocimiento y recursos adecuados [...]”

Una discapacidad física es una condición que limita e impide a una persona desarrollar actividades básicas de carácter funcional. Entender correctamente la discapacidad de las personas es un análisis que reta obstáculos, estigmas, prejuicios personales e institucionales.

Esto no es nuevo, ignorar, desconocer a las personas con discapacidad ha sido una realidad en muchas sociedades a lo largo de la historia. En muchas culturas antiguas, las personas con discapacidad eran consideradas como una carga para la comunidad y se les excluía de la vida social y económica. En algunas sociedades, las personas con discapacidad eran abandonadas o incluso asesinadas al nacer.

La discriminación hacia personas con discapacidad ha sido una realidad desde hace mucho tiempo en la sociedad. Sin embargo, y a pesar de que en la actualidad hay una creciente conciencia sobre la necesidad de eliminar barreras y hacer accesibles los entornos para todos, todavía subsiste el tabú que no permite reconocer que las personas con discapacidad no son diferentes, sino que tienen necesidades y habilidades distintas.

Es interesante notar que tanto en la Biblia como en la historia secular, hay ejemplos de personas con discapacidad. Por ejemplo, Moisés, uno de los líderes más importantes del Antiguo Testamento, tenía problemas de habla. A pesar de esto, Dios lo llamó para liberar al pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto. Otro ejemplo es el filósofo griego Sócrates, quien tenía una discapacidad física que lo hacía caminar con dificultad. A pesar de esto, se convirtió en uno de los pensadores más importantes de la historia.

Hay que tener en cuenta que las discapacidades no son solo físicas. Las discapacidades mentales también son importantes y pueden ser igual de incapacitantes que las físicas. Es fundamental entender que la falta de empatía hacia las personas con discapacidad es una forma de discriminación. No tener en cuenta sus necesidades y habilidades es una forma de tratarlas como inferiores, lo que consecuentemente lesiona la dignidad de quien se configura como víctima de maltrato dada las circunstancias.

El acceso a los derechos de las personas con discapacidad debe ser una prioridad en todas las áreas. Esto incluye tanto el acceso físico como la obtención de beneficios por discapacidad, en este sentido, consideramos que todo lo que impida que un discapacitado pueda lograr un acceso pleno a sus derechos se convierte en discriminación.

Una de las principales razones por las que las personas con discapacidad física son discriminadas es porque son percibidas como diferentes o “anormales”. Esto puede llevar a prejuicios y estereotipos negativos que afectan la forma en que se les trata. Por ejemplo, algunas personas pueden asumir que las personas con discapacidad física son menos inteligentes o menos capaces o una carga, lo que puede llevar a la exclusión social y laboral.

En este contexto no escapan las mentes reduccionistas de los derechos y aunado a las barreras sociales, urbanas, con las que se enfrenta la persona con discapacidad, súmele su estado económico. Esto lo digo porque en reciente entrevista que me hicieron para certificarme como persona con discapacidad, créanme no es fácil asumirlo, se me hicieron preguntas de qué tipo de vivienda tenía, cuánto ganaba mi familia, si la parada de trasporte me quedaba cerca o lejos, en fin circunstancias tan disímiles de saber en concreto cuál es mi limitación física (cuestión acreditada en el expediente) y cómo ha afectado o afecta mi vida diaria, no sé si sentirme sorprendido o indignado, igual después de una larga espera, me mandaron a probar aún más mi condición, esto me recordó un concepto: revictimización.

Creo firmemente que el análisis del entorno socioeconómico del discapacitado no debería ser utilizado para determinar si alguien es o no una persona con discapacidad. La discriminación basada en el entorno socioeconómico del discapacitado viola los derechos humanos y es contraria a los principios de igualdad y no discriminación.

En lugar de centrarse en el entorno socioeconómico de las personas con discapacidad, debemos trabajar para garantizarles que, independientemente de su condición socioeconómica, tengan acceso a servicios, reconocimiento y recursos adecuados para ejercer sus derechos humanos y que puedan llevar sus vidas con menos obstáculos.

Las barreras institucionales son también un gran obstáculo para el acceso a los derechos del discapacitado, una de las más comunes es la burocracia; es decir, la excesiva cantidad de trámites, formularios y papeleo que se requieren para ser reconocido y acceder a las prestaciones, por otra parte la falta de servicios expeditos. En este contexto sí puedo decir que un discapacitado con acceso a recursos laborales puede soportar un poco más la espera, pero ¿qué es de aquel que ni el pasaje tiene muchas veces? Es importante que se hagan procedimientos más inmediatos y amigables para las personas con discapacidad.

Este es un llamado de atención, las personas con discapacidad pueden sentir que las respuestas que reciben de los proveedores de servicios son distantes o insensibles a sus necesidades. Pueden sentir que no se les está prestando suficiente atención o que no se les está tomando en serio. Esto puede ser especialmente frustrante cuando están tratando de obtener servicios o beneficios críticos para su bienestar.

Abogado, locutor, politólogo.
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