• 05/02/2024 00:00

Siglo XXI, realidad y candidatos

El rol y el concepto de liderazgo político entró en crisis en las últimas décadas y perece ante una nueva realidad que no sabemos cómo terminará

Oficialmente el pasado sábado 3 de febrero de 2024, se dio inicio a la campaña electoral para las elecciones generales el próximo 5 de mayo venidero. Concluido el proceso electoral, habrán sido elegidos para el período constitucional del 1 de julio de 2024 al 30 de junio de 2029, el presidente y vicepresidente de la República, 71 diputados de la Asamblea Nacional, 20 diputados del Parlamento Centroamericano, 81 alcaldes, 701 representantes de corregimientos y 11 concejales, todos con sus respectivos suplentes.

La Constitución del Estado Panameño es claro en cuanto a los requisitos para ser presidente y vicepresidente del país. Bien establecido igualmente están los requisitos para ser candidato a los otros puestos de elección popular. Eso para evitar la discriminación de cualquier panameño o panameña que cumple con los requisitos señalados. Hasta allí, todo bien para evitar el control de las cosas de la Nación de unos grupos sobre otros.

En términos generales, el enfoque principal se da sobre la elección del presidente y un interés en los elegidos para la Asamblea de Diputados. Ya se ha venido sonando la alarma sobre las amenazas por desvirtuar el proceso electoral, en particular sobre las nuevas formas electrónicas y digitales que las tecnologías modernas presentan. Utilizadas de manera mezquina y son escrúpulos, son las desventajas y amenazas al bienestar colectivo que el siglo XXI nos pone sobre el tapete.

Pero hay otras desventajas con la cual tenemos que vivir y que traemos por arrastre de tiempos pasados. La calidad de (a todos los puestos de elección) y la calidad de personas que muchos de ellos, una vez elegidos, incluyen en sus equipos de gestión, distan mucho de tener como norte una filosofía educada que los lleve e trabajar honrado en beneficio del pueblo. El rol y el concepto de liderazgo político entró en crisis en las últimas décadas y perece ante una nueva realidad que no sabemos cómo terminará.

Martin L Gross, autor del libro A call for revolution señala que “vivimos en un mundo en donde la política ha reemplazado la filosofía” (We live in a world in which politics has replaced philosophy.), y para mí, la política basada en principios ha muerto. Tan es así que la educación política en los partidos es nula, no existen programas ni estructuras para la formación de dirigentes.

La pregunta sensata sobre la oferta electorera para los otros puestos no presidenciales es: ¿Cuántos de estos candidatos pueden inteligentemente referirse a la historia política de su partido y del país? ¿Cuántos de ellos pueden ilustrarnos acerca de los hitos históricos de la nación? ¿Cuántos entienden y conocen la diversidad social y cultural del país?

Sí, en esta etapa que inició oficialmente el sábado 3 de febrero, la lucha de los que proponen cambios a la forma de hacer política es contra el clientelismo y la ligereza en las acciones y propuestas que conciernen a cada miembro de la sociedad. Y claro, debemos estar extremadamente vigilantes en el uso de los instrumentos tecnológicos de manipulación mediática.

Pero no dejemos un lado la calidad y preparación de los candidatos y, repito, en este caso en particular me refiero a los otros puestos de elección popular: diputados, alcaldes y concejales a lo largo y ancho del país. No todos son líderes, no todos están bien educados; no todos tienen a bien los mejores intereses de la comunidad.

Por más pequeño que sea un pueblo, no le hace bien elegir a un candidato impuesto por un gamonal o por desconocidos desde la ciudad capital, que no conocen a fondo ni viven las realidades de esa comunidad. Y menos les es conveniente elegir a un candidato que no tenga la preparación suficiente para llevar adelante el trabajo que se requiere.

Todo candidato elegido, además de trabajar por mejorar su comunidad, tendrá de una u otra manera que atender el tema del crimen organizado y el problema del narcotráfico como una amenaza a diario a las estructura social del país. Esa persona requiere de una visión seria que se fundamente en estrategias a nivel nacional e internacional, que definen claramente la conducta que toda la sociedad debe asumir, si en realidad queremos vivir en una comunidad más segura. Como lo queramos ver, para enfrentar los retos del siglo XXI, la educación sigue siendo la más crucial e importante de los herramientas para el desarrollo y la paz social. Los posibles beneficios del siglo XXI deben ser para todos, en cualquier parte de la geografía nacional.

El autor es comunicador social
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