• 19/09/2008 02:00

Inestabilidad social

Las familias panameñas viven agobiadas por el incremento permanente en el costo de la vida, particularmente las de ingresos inferiores a...

Las familias panameñas viven agobiadas por el incremento permanente en el costo de la vida, particularmente las de ingresos inferiores a los 700 dólares por mes.

Para agosto de 2008 la inflación, medida en términos del Índice de Precios al Consumidor (IPC), alcanzó 9.8%, con respecto al 6.4% reflejado en diciembre de 2007. Otra vez los principales propulsores de este incremento fueron los alimentos y bebidas que registraron un incremento sin precedentes del 16.8%.

La inflación afecta en forma desproporcionada a los panameños de menores ingresos, al tiempo que genera incertidumbre y crea inestabilidad social. Para una familia con ingresos inferiores a $700 mensuales una inflación de 9.8%, en realidad equivale a cerca del 20%, pues su nivel de gasto va dirigido principalmente a los renglones de alimentos, transporte, energía, en donde el incremento de los costos es más alto. Una de las características más discutidas del IPC, es que no refleja con precisión el verdadero incremento que se está produciendo. El IPC refleja siempre un índice inferior al que realmente ocurre, lo que plantea un problema mucho más serio.

La responsabilidad por estos incrementos de precios recae principalmente en el aumento del costo del petróleo y sus derivados, además de un aumento en los precios de los cereales y una disminución de las áreas dedicadas a la siembra de estos cultivos.

En Panamá, el costo de los combustibles sigue su espiral de aumento, pese a que el mercado internacional refleja una caída en el precio del crudo y en los productos refinados. Es por ello que se incrementa la desconfianza del público sobre la metodología que utiliza el Ministerio de Comercio e Industrias, a través de su Dirección de Hidrocarburos para determinar el precio de paridad del combustible. En la percepción popular no existe la menor duda de que las petroleras les están robando a los usuarios en complicidad con ciertas autoridades. Es más, en EEUU se ha planteado una seria denuncia por el abuso de estas corporaciones internacionales del petróleo.

La codicia que demuestran los que controlan el mercado del petróleo y la venta de alimentos está creando un estado de ansiedad permanente en la sociedad panameña y la paciencia del pueblo se está acabando. Si los sectores empresariales vinculados a estas áreas no se dan cuenta de los vientos de tempestad social que están sembrando, cometen un grave error.

El gobierno de Torrijos enfrentará una dura prueba en los próximos días, cuando tenga que definir los nuevos precios del combustible. El país, señor presidente, no resiste otro aumento. Debemos cuidar la paz social que disfrutamos, no las cajas registradoras de los comerciantes que sin ningún escrúpulo se dedican a especular con el hambre y el sudor del pueblo.

Los incesantes incrementos en los precios de los combustibles presionan el costo de producción y comercialización de los alimentos. Pero, en el renglón de los alimentos también existe una especulación salvaje. El precio internacional del trigo baja y la harina en Panamá sube o se mantiene alta. Aquí no opera la oferta y la demanda. Aquí opera un oligopolio en materia de harina.

Por todo esto es necesario que las autoridades regulen, en los campos que sean necesarios, la actividad económica, para impedir la especulación. El interés de unos cuantos millonarios no puede prevalecer sobre el dolor y sacrificio del pueblo.

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