• 11/12/2021 00:00

La sorprendente actualidad del Timeo de Platón

“[…] el Timeo, […], ofrece para nuestro tiempo observaciones e ideas sobre el modo de investigar y de comprender el universo en el que vivimos, y que deseamos conservar, […], para las generaciones futuras”

Quien lee el Timeo de Platón puede sorprenderse al ver cómo en esa obra antigua se conjugan, por un lado, afirmaciones que para nuestro mundo resultan claramente superadas, y, por otro, reflexiones que conservan una estimulante actualidad.

Entre esas reflexiones actuales, se pueden destacar tres. La primera se refiere a la insistencia, en diversos momentos del texto, sobre la contingencia de las teorías que existen para explicar el mundo físico.

En otras palabras, el anciano Timeo expone una serie de tesis sobre el origen del mundo, sobre los astros, sobre los animales, sobre los hombres, consciente de que se trata de algo provisional, abierto a cambios frente a nuevas observaciones y reflexiones que puedan surgir con el paso del tiempo.

Ello se acerca mucho a nuestra ciencia experimental, que recoge datos, que elabora interpretaciones, que construye teorías, con la conciencia de que lo dicho hoy no puede ser definitivo cuando faltan evidencias y cuando la investigación puede alcanzar nuevos datos en el futuro.

La segunda reflexión se refiere a la constatación, en el mundo en el que vivimos, de una especie de “resistencia” o incapacidad de la materia de alcanzar la perfección que sería propia de un tipo (o idea) de realidad.

En efecto: cada ser vivo puede ser clasificado bajo una especie, pero sin llegar nunca a un nivel de perfección estable y satisfactorio, por lo que existen muchos individuos con diferencias, incluso con defectos, que les impiden realizar plenamente un ideal biológico.

Esta observación platónica encuentra una cierta confirmación en los abundantes estudios genéticos sobre variantes y anomalías que continuamente se producen en los seres vivos, hasta el punto de que no existan prácticamente dos individuos iguales.

La tercera reflexión tal vez resulta menos aceptable para algunos, pero no por ello deja de conservar su interés: es posible encontrar en el mundo, a pesar de la resistencia de la materia, algo parecido a un proyecto, a un diseño, que va desde lo general hasta lo más particular, y que se orienta hacia un ideal de bien nunca del todo alcanzado.

En concreto, Platón habla de la acción de un Demiurgo (una especie de divinidad que plasma y ordena) que aspira a poner orden, que desea “imponer” fines a las realidades que componen nuestro mundo, siempre en la medida de lo posible.

Es cierto que una amplia tradición del mundo moderno y contemporáneo, sea en la filosofía, sea en las ciencias empíricas, suele dejar de lado la idea de finalidad, como si la naturaleza se explicase desde fuerzas que no buscan nada ni se orientan a resultados prefijados.

Pero también es cierto que, incluso entre pensadores que niegan la existencia de Dios y de cualquier proyecto en el mundo, resulta posible reconocer una armonía e interacción de los seres que promueve la supervivencia de muchos. De ahí surge el esfuerzo por tutelar lo que algunos llaman patrimonio evolutivo y ambiental que ha llegado hasta nosotros.

Ese patrimonio tiene sentido y valor precisamente cuando se descubre como bueno, es decir, como si hubiera sido proyectado en vistas a algún fin valioso, lo cual es uno de los núcleos centrales de las propuestas del Timeo, y también de otros Diálogos de Platón.

En resumen, el Timeo, que ha ocupado un papel importante en la reflexión científica del mundo occidental durante siglos, ofrece para nuestro tiempo observaciones e ideas sobre el modo de investigar y de comprender el universo en el que vivimos, y que deseamos conservar, de la mejor manera posible, para las generaciones futuras.

Sacerdote y filósofo.
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