• 05/10/2016 02:03

Jornadas en la playa sucia

‘Corresponde al aniversario 25 de esta tarea dominical que se realiza en septiembre '

El último cangrejo aún no había entrado a su guarida en la arena húmeda cuando los primeros pasos empezaron a recorrer las playas y el rumor creció a medida que aumentaban los recién llegados. Pronto el escenario se pobló de gente y se rompió la tranquilidad propia del amanecer con los primeros rayos del sol y el chapoteo de las olas que se habían retirado para exponer el desierto de bajamar.

Las manos enfundadas en guantes, encontraron poco a poco restos de objetos de consumo humano, envases de plásticos, aros de latas de refrescos y cervezas, cierres metálicos de los recipientes, bolsas de todo tipo, artefactos eléctricos, abanicos, pedazos de muebles, fragmentos de todas las secciones de los autos, jirones de vestimentas, estructuras metálicas de colchones, estufas y un inimaginable etcétera.

Asombra lo que llega al mar desde los estuarios y proveniente de poblados a diferentes alturas de las cuencas de los ríos. Sobre todo cuando hay comunidades urbanas o rurales a las que se les han adherido formas de una costumbre que consiste en deshacerse de sus sobrantes de una manera mecánica, desembarazada y que alcanza solo hasta sacar del interior de la casa o el negocio, aquello que estorba.

Cualquier deficiencia en los servicios de recolección, hace que algunos —muchos— se organicen para llevar los bultos a sitios que se improvisan en cualquier lugar, un monte oscuro, una carretera, o sobre las corrientes de la quebrada para alejarlos de las casas y de allí las bolsas van a dar a ríos y pronto, al océano. En la ciudad de Panamá, mucha de esta carga termina esparcida en las playas de Taboga.

La capital panameña está bordeada por la bahía y varios ríos desembocan en el Pacífico. Ellos desplazan gran cantidad de residuos de todo tipo y estos quedan entre las arenas, matorrales y sobre todo en los manglares. Este año y como colofón del Mes de los Océanos, diferentes organizaciones a las que se agregaron funcionarios de todos los ministerios, participaron en una jornada dominical para limpiar las playas.

Veracruz, Amador, Paitilla, Panamá Viejo y Costa del Este son algunas de las playas alrededor de la urbe capitalina donde los voluntarios intervinieron para dar el aporte. Corresponde al aniversario 25 de esta tarea dominical que se realiza en septiembre. Es quizá un poco quijotesco el esfuerzo porque se realiza la recogida de toda esta materia sólida durante la marea baja, pero unas horas después el panorama aparece igual.

Es aleccionador que un grupo de personas —cada vez más grande— limpie unas sesenta playas en todo el país, y logre sensibilizar a la población sobre las implicaciones de estas prácticas cotidianas. Lo que antes era una acción casi sin importancia de limpiar los platos de comida y lanzar las sobras al río con la idea de que los peces se comerían este alimento; ahora ha adquirido proporciones inimaginables.

Los afluentes se han convertido en un instrumento de limpieza y en ellos se bota lo que no sirve, desde pequeños despojos hasta mobiliario y otras complejas y absurdas piezas en increíbles proporciones. A esto se suma, las tuberías que se abren en el serpenteante trayecto de las venas fluviales y depositan en el lecho aguas y líquidos residuales de todo tipo de actividad.

Es un insólito ejemplo de la interacción de los grupos sociales con los sistemas naturales y el impactante resultado, negativo en todo sentido. Esto hay que cambiarlo y brindar una nueva imagen limpia y con posibilidades de valor agregado a nuestras costas. Es una tarea de toda la ciudadanía y que garantizará un futuro de desarrollo sostenible. Ojalá pronto veamos los crustáceos y la vida marina deambular nuevamente por las hermosas costas del país.

PERIODISTA Y DOCENTE UNIVERSITARIO.

‘Es una tarea de toda la ciudadanía y que garantizará un futuro de desarrollo sostenible. Ojalá pronto veamos los crustáceos y la vida marina deambular nuevamente por las hermosas costas del país '

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