• 30/04/2014 02:01

Tarea inconclusa

‘No estamos condenados ni obligados a seguir siendo una nación de ciudadanos bandidos

Nadie puede dudar de que el actual presidente ha gobernado, ha mandado y ha ejecutado. Ha mostrado una capacidad de trabajo impresionante. También ha gozado de un gabinete bastante estable, con exclusión de la ruptura de la alianza con los panameñistas, y los ministros más cuestionados fueron los primeros en ser dados de baja. Se enfrentó a los indomables Diablos Rojos y logró poner punto final a tan vergonzoso sistema de transporte público. Se obtuvieron nuevos buses y en la ciudad de Panamá el panameño utiliza un sistema más cómodo y seguro.

Ante lo aparentemente imposible, se ejecutó y entregó la primera línea del Metro. La tercera fase de la Cinta Costera le ha dado a la ciudad, sin lugar a dudas, una nueva cara, con más áreas comunes, donde los más humildes panameños y todos los que así lo desean, pueden gozar de entretenimientos al aire libre. Los puentes de la vía Brasil fueron terminados, ayudando a mejorar en algo el flujo vehicular. Se han hecho inversiones en los estamentos de seguridad y uno puede observar una policía más profesional y mejor equipada. Las doble vías de Divisa a Las Tablas y de David a Boquete fueron completadas. Múltiples carreteras secundarias del interior y de penetración han sido asfaltadas.

En cinco años no hemos tenido una huelga generalizada de educadores, ni del transporte, ni de obreros. La huelga médica que ocurrió mostró muy poco apoyo y menos justificación. Fueron habilitados varios aeropuertos, pero principalmente son dignas de mencionar las ampliaciones y mejoras del Aeropuerto de Tocumen, el de David y la apertura del aeropuerto de Río Hato para recibir vuelos internacionales. Se adelantan importantes avances en proyectos de generación eléctrica a través de nuevas hidroeléctricas y de un ambicioso proyecto eólico. El magno proyecto de la Ciudad Hospitalaria está bien avanzado y sin lugar a dudas será terminado. Se están construyendo importantes instalaciones de salud en todo el interior del país.

El turismo se ha incrementado en forma exponencial, comenzando a ser una fuente de ingresos muy importantes para el país. El país logró unirse al exclusivo club de países latinoamericanos con grado de inversión, y se han hecho esfuerzos concretos para procurar excluir al país de las llamadas listas ‘grises’ y ‘negras’ en materia fiscal (aunque aún falta un largo camino por recorrer en esta materia).

El país también logró finalmente la ratificación por parte del gobierno americano del Tratado de Promoción Comercial Panamá-Estados Unidos. A un margen de las muchas críticas que podamos hacer, de estos y otros logros, las ejecutorías allí están.

Estudios internacionales e independientes colocan a Panamá entre los primeros del mundo en crecimiento económico, inversiones de infraestructuras, disminución del desempleo y de los niveles de pobreza. No hay duda de que estos últimos cinco años han sido sorprendentes en lo que a crecimiento material se refiere.

No me voy a detener ahora a comentar y detallar todos los peros y críticas que se han expuesto en los medios de comunicación en los que se refieren a sobrecostos, contrataciones directas, enriquecimientos ilícitos, sobornos... pues nadie se ha atrevido a presentar hasta el momento denuncias y pruebas sobre estas grandes sospechas y comentarios que todos los días escuchamos en la radio, televisión, cafeterías, reuniones y donde estén dos panameños reunidos hablando de política.

También se puede elaborar una lista de eventos muy negativos, como lo ocurrido en las comarcas indígenas y en Colón con el intento de ventas de terrenos de la Zona Libre de Colón y otras situaciones. Pero quiero pasar inmediatamente a lo fundamental.

Este gobierno, lo mismo que los anteriores, ha dejado olvidados los aspectos medulares, indispensables para empezar a orientarnos hacia un país de primer mundo. Esta realidad también lo señalan estudios e instituciones internacionales e independientes. Estamos entre los peores del mundo, en lo que se refiere a la percepción y evidencias sobre corrupción e impunidad.

No podremos forjar una Nación moderna, mientras sigamos viviendo, aceptemos y estemos acostumbrados al Panamá del Juega Vivo (sí, con mayúscula adrede). No importan cuántas infraestructuras o crecimiento económico tengamos, mientras las institucionalidad sea despreciada, las autoridades y caudillos estén por encima de las leyes e intereses de la población. Mi generación en la década del ochenta se enfrentó a la mentira institucionalizada de militares y políticos y clamamos por Justicia. No puede ser que después de más de 20 años del trágico 19 de Diciembre de 1989, este país siga siendo corrupto, de piratas, con un pragmatismo amoral que espanta.

Por nuestros hijos y nietos, clamo, suplico a todo el poder político y económico de este país. Basta de tanta sinvergüencería fuera y dentro del gobierno. La mentira de la izquierda de Cuba, Venezuela, Argentina ha sido alimentada y mal justificada por la codicia desmedida de la derecha, usualmente muy bien educada, con todas las oportunidades y que jamás podrá sostener en su defensa, que no sabían lo que hacían o lo que estaba pasando.

No estamos condenados ni obligados a seguir siendo una nación de ciudadanos bandidos y maleantes. Todo lo contrario, podemos y estamos obligados a forjar una población educada, de buenos modales, respetuosa, limpia, honrada, laboriosa. Podríamos llegar a tener las mejores leyes y constitución, pero solo una ciudadanía creyente y defensora de los valores morales seguirá siendo la gran defensora y forjadora de una nación justa y democrática.

Esta es la tarea inconclusa de este gobierno. Muchísimos panameños votamos por ellos, pues creímos cuando decían: ‘Meteremos la pata, pero no la mano’. Es enormemente peligroso dar cinco años más a quienes no pudieron hacer un alto en la insaciable rapiña del país.

A falta de un verdadero sistema de balance y contrapeso, la única arma que hemos tenido los panameños que queremos un Panamá de Justicia, que somos los más, es castigar cada cinco años al gobierno de turno y decirles ‘no pueden repetir’. Mantendremos la alternabilidad en el Poder Político, sobre todo en un país donde no hay un sistema Judicial ni Legislativo independientes y fuertes, que puedan combatir la impunidad.

MÉDICO

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