• 27/06/2014 02:00

Ha partido un titán

‘... era una evidencia de quien llega hasta las metas a base de sacrificios y limitaciones, que por lo mismo lo hicieron valorar cada t...

Don Guillermo Márquez Briceño ha partido con la sencillez y la dignidad con que lo conocimos. Cumpliría 101 años el siete de septiembre próximo. Hace algunos meses, la última vez que almorzamos, me mostró unos libritos que trataban sobre la vida después de la muerte. Me habló de ellos como quien se prepara para una nueva jornada...

Conocí a don Guillermo en el año 2003, y por los siguientes siete años compartimos la mesa editorial del Panamá América, donde éramos también editorialistas. De notables conocimientos, llegamos a consolidar nuestra relación precisamente por eso, por la inagotable fuente de temas y de experiencias que caracterizaban sus diálogos.

Él era una evidencia de quien llega hasta las metas a base de sacrificios y limitaciones, que por lo mismo lo hicieron valorar cada tramo de la vida como una conquista. Márquez Briceño se hizo abogado en medio de la Segunda Guerra Mundial. Había logrado una beca para estudiar Derecho y Ciencias Políticas en Londres, reto delicado, si se considera que en ese instante, a finales de la guerra, Inglaterra seguía teniendo un papel protagónico en la batalla contra los países del eje, Alemania, Italia y Japón.

‘Partí de Panamá y llegué hasta Nueva York —me contó—, donde tomé barco hacia Inglaterra, pero, como se estaba en guerra, tuve que viajar en medio de un comboy, rodeado por barcos de la armada inglesa, para su protección’. Una vez en la capital británica, Márquez Briceño desempeñaría varios trabajos, entre esos el de locutor de la BBC de Londres, en sus emisiones hacia América Latina.

Una vida de trabajo constante, la de Márquez Briceño. Fue abogado defensor en el juicio que se siguió a los acusados por la muerte del presidente José Antonio Remón Cantera. Estuvo convencido, y lo sostuvo en nuestras últimas conversaciones, de la inocencia de José Ramón Guizado, a quien se le achacó la autoría intelectual del magnicidio. Para Márquez Briceño, Guizado solo fue un chivo expiatorio, tras el cual se ocultaron los verdaderos culpables.

Fue integrante además de la comisión que debió reconstruir la política exterior de Panamá tras los heroicos acontecimientos del 9 de Enero de 1964. Demócrata a carta cabal, institucionalista y defensor de los derechos civiles y humanos, don Guillermo integró también el equipo de abogados que, durante la segunda mitad de los años ochenta, debió defender y sacar de las cárceles de los regímenes militares a los luchadores por la democracia.

Durante los siete años que compartimos la mesa editorial del Panamá América con don Guillermo, junto a Octavio Amat, don Pancho Arias, Gilberto Arias, Guido Rodríguez, Milton Henríquez, Itzel Velásquez, Ramón Vallarino, Eduardo Soto y esa dama especial que es doña Rosario Arias de Galindo, puede aquilatar su preocupación por el país, por la libertad de expresión y por los derechos civiles y humanos de la sociedad.

Con la partida de Guillermo Márquez Briceño se marcha un ciudadano, un hombre responsable de sus compromisos cívicos, solidario y amable, buen amigo, pero sobre todo, integrante de esa generación de panameños que hizo posible el país que tenemos hoy.

Hasta luego don Guillermo, con la misma cordialidad que nos supo dispensar.

PERIODISTA

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