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- 02/09/2025 10:30
Un veragüense conquista México al final del periodo colonial

El tema de las migraciones es de dura actualidad en todo el planeta y se refiere hoy a casi 300 millones de personas. Nuestro continente lo vive como noticia dramática cotidiana. La inmensa mayoría de los panameños somos resultado de la inmigración. País de paso, casi todos los inmigrantes partían, pero después de la época de destrucción de la ciudad de Panamá en 1671, relativamente pocos de los hombres que nacían aquí. En mis estudios de etnohistoria encontré un caso excepcional por el destino del emigrante: un istmeño que partió de la ciudad de Panamá, de 8.000 habitantes, más que su pueblo natal, Santiago con 2.000, y se instaló desde 1781 en la Ciudad de México con 120.000 almas en 1800, la urbe más grande y sofisticada de América Latina. Participó en la más poderosa red de comercio marítimo inter-colonial en el Pacífico hispanoamericano, a cargo de cinco hermanos. Creó un clan con notable porvenir, con numerosos individuos destacados en la economía, la cultura, las profesiones liberales, la política y la diplomacia mexicana, que por más de dos siglos mantiene encendida la llama de la solidaridad familiar, con rituales anuales desde 1970.
Isidro Antonio Icaza Caparroso nació en Santiago de Veragua el 13 de mayo de 1745, hijo de inmigrante vasco y criolla capitalina. Llegó a Guayaquil en 1775, llamado por el joven abogado Gabriel Icaza Caparroso (1747-1830). Al año siguiente se disparó la exportación del cacao ecuatoriano para Acapulco y cambió el futuro de los veragüenses emigrados. Después de pasar fugazmente por León, Nicaragua, donde estaba Francisco de Paula Icaza Caparroso (1749-1836), y con una cuantiosa fortuna de 80.000 pesos, emigró a la Ciudad de México donde se estableció definitivamente desde 1781. Rápidamente se convirtió en individuo eminente de la economía y la sociedad novohispana. Adquiría el cacao ecuatoriano valiéndose de Martín Icaza Caparroso (1756-1830), veragüense emigrado, radicado en Guayaquil, y de mercaderes que encabezaban el Consulado de Lima que todavía dominaba la vasta región hasta 1789. En Panamá sólo quedó Juan de Dios Icaza Caparroso (1759-1805).
El veragüense se dedicó desde México al comercio entre Filipinas -con productos del galeón de Manila que atracaba en Acapulco- y la costa hispanoamericana del Pacífico. Lo hizo mediante su fragata Nuestra Señora de Guadalupe (La Princesa), compartida con sus hermanos, que navegó durante 31 años entre los puertos del Callao, Guayaquil, Panamá, Puntarenas, El Realejo y Acajutla, además de los de Guatemala y México.
Tenía negocios con algunas ciudades hispanoamericanas y de Filipinas: Guayaquil, Lima, Guatemala, Oaxaca, México, León, Panamá, Camagüey y Manila, donde vivían hermanos y/o sobrinos. Isidro Antonio Icaza Caparroso comerciaba con géneros europeos y de Filipinas en el litoral de Centro y Suramérica y traía azogue del Perú para las minas de plata de México. Se asoció en el negocio del azúcar y del aguardiente de caña con Gabriel Icaza Caparroso, instalado finalmente en Puebla, y también con su suegro Francisco Ignacio Iraeta (1732-1797), inmenso comerciante, propietario de la hacienda “San Nicolás Tolentino” en Izúcar de Matamoros.
Isidro Antonio Icaza Caparroso tuvo una relevante actividad política-comunal en el Virreinato de Nueva España. Fue alcalde de primer voto, regidor del municipio de México (1784-85), juez y diputado de la Junta del Pósito y Alhóndiga de la capital en 1793, tesorero del poderoso Tribunal del Consulado de comerciantes de México (1790-1803) y cónsul (1801-1802). Aliado estrecho de la administración virreinal, contribuyó para sufragar gastos de España en su guerra con Gran Bretaña (1779-1783), y desde junio de 1793 en la guerra con la Francia regicida y revolucionaria. Apoyaba la propaganda del vivaz culto guadalupano. Por solicitud del cabildo mexicano, el 24 de enero de 1797 fue hecho caballero de Carlos III -sucedió sólo a cuatro hombres nacidos en Panamá en tres siglos de la época colonial-.
Isidro Antonio Icaza Caparroso formó parte de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País, asociación ilustrada de influyentes vascos en México Era, como prominente burgués, diputado desde 1783 y luego fue rector en 1806-07 de la exclusiva Cofradía de Aránzazu del Colegio de San Ignacio que reunía a personajes de origen vasco o navarro. Abrazó ideas de la Ilustración y hasta albergó biblioteca de libros prohibidos. En el centro histórico de la Ciudad de México, parroquia de San Miguel Arcángel calle de don Juan Manuel (hoy Uruguay), estuvo su palacete, residencia principal, y en las afueras de la capital la villa de descanso, en San Ángel.
El 5 de mayo de 1808, Isidro Antonio Icaza Caparroso hizo su último testamento. Dejó 340.000 pesos en bienes, fortuna colosal en Hispanoamérica. Contrajo matrimonio el 2 de febrero de 1782, con María Rosa Iraeta Ganuza (1764-1788). Fue casamiento arreglado entre gente de la cúpula económica y social mexicana. De su corto matrimonio hubo tres hijos. Cada uno fue destinado a un oficio y posición cimera de una burguesía mexicana naciente: la Iglesia, los negocios y la política. Destacó Isidro Ignacio Icaza Iraeta (1783-1834), catedrático, rector de la Universidad de México, jesuita ultraconservador, uno de los 34 próceres firmantes del acta de independencia de 1821, maestro de ceremonias de la corte imperial de Iturbide (1822-23) y primer director del Museo Nacional (1825-1834). Viudo, Isidro Antonio Icaza casó en 1793 con María Micaela Jiménez del Arenal (1774-1807), que le dio ocho hijos, con descendencia también notable, y falleció de 63 años en la capital mexicana el 14 de mayo de 1808.
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