José Jerí Oré, prometió en su primer discurso en el cargo empezar a construir las bases de la reconciliación del país, que atraviesa “una crisis constante...
Esta semana, el presidente José Raúl Mulino sancionó la ley de adhesión al Mercado Común del Sur (Mercosur), un paso importante en la proyección internacional del país, con potencialidades que aún están por verse. Según el Ejecutivo, el objetivo es fortalecer la relación comercial y económica de Panamá con este bloque regional, además de convertir al país en la “puerta de acceso” del Mercosur hacia Centroamérica. Se trata, sin duda, de una noticia alentadora, aunque también plantea serios desafíos que no deben pasarse por alto. Si bien es positivo integrarse a esquemas regionales que fomenten el comercio y la inversión, Panamá debe actuar con cautela para no sacrificar a sus productores nacionales en el proceso. Los países del Mercosur —Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay— poseen sectores agroindustriales altamente desarrollados y subsidiados, capaces de inundar los mercados con productos a bajo costo. Ante este escenario, los productores panameños, especialmente los del sector agrícola y ganadero, se enfrentarían a una competencia desigual. Sin las salvaguardas adecuadas, el impacto sobre la producción local podría ser devastador, agravando la ya frágil situación del agro panameño. Negociar un mal acuerdo —como ha ocurrido con algunos tratados de libre comercio en el pasado— no puede repetirse, en caso de que se avance hacia vínculos más estrechos con los países del bloque. El horizonte debe ser siempre el mismo: proteger y potenciar la producción nacional.