• 15/10/2011 02:00

Una tragedia sin fin

Desde que en el 2005 se reportaron los primeros casos de envenenados por dietilenglicol tóxico (alcohol de uso industrial empleado como...

Desde que en el 2005 se reportaron los primeros casos de envenenados por dietilenglicol tóxico (alcohol de uso industrial empleado como refrigerante y líquido para frenos), el camino sufrido por las miles de víctimas panameñas ha sido un largo y —literalmente— agónico vía crucis. Ya han muerto 176 pacientes, según cifras oficiales. Pero pese a que la Caja de Seguro Social elaboró en su laboratorio 216 mil 685 frascos sin advertir el tóxico que contenía, y luego de haber entregado unos 6 mil de estos frascos a sus asegurados, seis años después condiciona un finiquito para que los miles de afectados por el mortal jarabe puedan ser considerados pensionados de por vida. ¿Tiene acaso esta tragedia un final justo para los que están padeciendo las consecuencias ocasionadas por la CSS y la codicia de las empresas que lucraron con las muertes panameñas? Para hacerle justicia a estos humildes panameños, el Estado debe protegerlos en lugar de ‘blindarse’ ante posibles demandas.

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