Durante su paso por Panamá, el trío conversó con La Estrella de Panamá sobre su evolución artística y el significado profundo que encierra su nombre y...
Con los señalamientos del presidente José Raúl Mulino el pasado jueves en su conferencia de prensa semanal, sobre el presupuesto para la Biblioteca Nacional Ernesto J. Castillero, se calman algunos temores. Pero para los que conocemos la Biblioteca, su modernización tecnológica, por ejemplo, son retos que necesariamente las autoridades deben atender para traer esta valiosa institución al siglo XXI.
La importancia de inversiones como esta ha sido expuesta por muchos profesionales y académicos, pero en todos los gobiernos de las últimas décadas, ha sido infructuoso y frustrante tratar de que se reconozca su valor e importancia.
El registro histórico, ya sea en las bibliotecas, los archivos o hemerotecas, como ya hemos discutido en este espacio, es un asunto que sociedades más preparadas y educadas que la nuestra, le prestan particular atención. La protección y preservación de documentos, en parte, es lo que garantizará el conocimiento futuro de la lucha por la supervivencia de las sociedades de estos tiempos, sus triunfos y sus fracasos.
Podemos asumir que en esos países puede ser que las pruebas fundamentadas de eventos o situaciones, que representan el eslabón entre un hecho y sus repercusiones, no existan o no fueron debidamente documentados. No necesariamente por negligencia o como política invariable de desnaturalización de la documentación histórica y por consiguiente de la memoria colectiva misma.
Hace algunos años señalé que hay un sector de la población que está apostando al olvido. Los que son mencionados en asuntos dudosos. El olvido es importante para que sólo nos enfoquemos en la alharaca diaria. Los que quieren que estemos al tanto de las sandeces que muchos publican en las redes sociales, la mayoría diseñados para desinformarnos, para cambiar el enfoque... el rumbo de la mirada,
Hay otro sector que sólo habla de dinero. La perorata diaria sobre las ‘bondades’ y sobre el crecimiento económico. Hablan sobre obras monumentales. De inversiones, calificadoras y grados de inversión. De créditos extraordinarios, de millones y millones de dólares. Construyen obras lujosas y placenteras de exquisita calidad para sus actividades y comodidades privadas. Pero somos testigos del valor que le dan a la salud pública, la educación y en el caso que nos ocupa, la necesidad de invertir en la protección de las evidencias que le dirán a las futuras generaciones que aquí estuvimos.
En este tiempo de corrupción desmesurada, de falta de justicia e impunidad los que tienen acceso al poder, en su mayoría todos emparentados, poco interés tienen de que, en las arcas bibliográficas de la Nación, queden bien documentados y retratados tal como han obrado. ¿Por qué invertir dinero en una institución que dejará plasmado mi desempeño en los asuntos públicos?
Hay un tercer sector de la población que creemos que el desarrollo futuro de la Nación se sustenta sobre su historia. Sobre el camino recorrido que ha garantizado que este país haya llegado a este momento. Sabemos (no creemos) que las luchas generacionales de los casi 100 años del siglo pasado por la recuperación de la Zona del Canal han sido el factor más determinante. Ni más, ni menos. Si eso no se da, no estaríamos aquí.
Da mucha pena que no hay manifestaciones públicas más enérgicas en defensa de la Biblioteca Nacional y a favor de un presupuestó más digno. Es la evidencia del deterioro social (estructural y psicológico) que se manifiesta en la psique del panameño a todos los niveles, permitiendo la pérdida de su capacidad de razonamiento crítico sobre las amenazas a su certidumbre social. La claridad cognitiva que demostraba décadas atrás en las luchas por la recuperación de la soberanía nacional ha sido canjeada por una representación irreal de hombre y mujer “moderno”, de redes sociales y “likes”. Ese acondicionamiento psíquico ha sido producto de la influencia de los medios y de su visión artificial sobre las circunstancias de él o ella como individuos. La calidad de la educación es el factor que impide que muchos no comprendan lo importante de este evento para un desarrollo integral como Nación.
Peter Senge lo define como “poca conciencia” sobre la realidad actual. Yo agregaría también: poca conciencia sobre el pasado. Aprovecho para llamar la atención de que existen otras instituciones que albergan insumos históricos de gran valor y la inversión de esas instituciones para cuidar y protegerlos es casi nula.
Del tercer grupo de panameños, los que nos preocupa el legado histórico y su valor para el desarrollo futuro de la Nación, nos alejamos de los dimes y diretes cotidianos que disimulan las intenciones reales de convertir este país en una franja de tierra sin historia y sin memoria. Las actividades politiqueras juegan y apuestan al olvido: ese es el verdadero interés. Un país que se cree grande o de primer mundo, lo primero que debe hacer es proteger su historia.