• 01/10/2011 02:00

Imperio del miedo

DIRECTOR NACIONAL DEL P.R.D.. N o es mi intención crear pánico o elucubrar fantasías, pero el abuso mostrado en contra del ciudadano mé...

DIRECTOR NACIONAL DEL P.R.D.

N o es mi intención crear pánico o elucubrar fantasías, pero el abuso mostrado en contra del ciudadano médico Rafael Pérez C., es apenas un pequeño ejemplo frente a los muchos que pasan desapercibidos o callados por el temor que ante presentación de formal denuncia, peor sea el desenlace. Resulta angustioso no solo temer la creciente delincuencia, si no también al insustituible cuerpo de la primera institución protectora de bienes y vida del ciudadano.

El pele pólice, herramienta soporte en el trabajo policial, es incuestionable; no obstante, el mismo tiene que ser la excepción y no la regla. Una de las cualidades que caracteriza al buen policía es olfato e intuición de malicia para detectar al infractor o delincuente. Es allí donde prevalece el uso del dispositivo. Pero no, los retenes que deben ser aplicados en coyunturas especiales, son convertidos en una forma de tortura y excesos contra los habitantes.

La recurrente y permanente actitud intolerante y prepotente del ministro de Seguridad, es algo a lo que hay que prestar cuidadosa atención. Primordialmente porque se trata de la máxima autoridad de la Fuerza Pública. Esa actitud soberbia del ministro es copiada o replicada por los agentes del orden público, no en su totalidad, pero si en número considerable que tiene la noble misión de protegernos.

Esta situación tiene como génesis el articulado que de fidanque a toledano se aprobó en las modificaciones a la Ley Chorizo, donde se legitimara y autorizara impunidad en conductas de atropello y extralimitación. Solo hay que mirar las imágenes en noticieros para palpar la fuerza y desprecio con que los cuerpos antimotines atacan a manifestantes que protestan reclamando agua, reparaciones de escuelas, calles, etc. Paradójicamente cuando se trata de facinerosos o convictos, el trato es débil y delicado, tapándoles hasta el rostro para subirlos al patrulla.

Me asusta decirlo, pero hay que realizar una profusa y exhaustiva investigación para detectar coimas encubiertas, aunadas a posibles articulaciones y vinculaciones con pandillas u organizaciones delictivas. Era adolescente cuando fui formado en rectitud y disciplina como recluta y ordenanza en el cuartel de David, Chiriquí. Por ello conozco del valor y sacrificio que hombres y mujeres de esta organización brindan a la sociedad. El asunto es que se destruyó la institución rebajando su capacidad profesional y moral. Luego para tratar de enmendar y elevar el autoestima del personal, se inventaron y modificaron las normas de la operación y prestación de servicio. Uno es el famoso plan de autogestión para incentivar económicamente. El resultado lógicamente es negativo, pues, aquellos que deben disfrutar el descanso, con uniforme y no sé si el arma de reglamento, salen a laborar como custodios por intereses particulares de individuos o empresas privadas.

Las secuelas son obvias, un ser agotado y desmotivado regresando a la faena. En consecuencia la realidad es que no existen unidades fiscalizadoras y preventivas diurnas o nocturnas en las urbes o comunidades aledañas. Es imperativo la revisión, reorganización y adopción de medidas que suplan carencias que eviten seguir como presas y rehenes del miedo. Supuestamente los merecidos incrementos salariales a la institución, debían acabar con el ejercicio de esta práctica. Sería imperdonable el omitir o soslayar la necesidad permanente de efectuar auditorías al sistema informático o manual que prevengan un manejo irregular o dudoso de expedientes y casos en corregidurías, juzgados y fiscalías. La liberación o condena al impartir justicia en estos despachos forma parte del presunto y nauseabundo espectro nacional.

‘A PARTIR DE CIERTO PUNTO NO HAY RETORNO. ESE ES EL PUNTO QUE HAY QUE ALCANZAR’, FRANZ KAFKA (1883-1924), ESCRITOR CHECOSLOVACO.

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